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El 37 % de los adolescentes declara que ha sido objeto de comentarios ofensivos “incómodos o molestos” por parte de personas adultas, como “hacer callar de forma ninguneante”, y casi un tercio reconoce que habitualmente no comprende el lenguaje de las personas mayores.
Así se desprende de una encuesta a 500 adolescentes de entre 11 y 17 años realizada por la ONG Educo, presentada en Madrid, sobre cómo los adolescentes se sienten de bien tratados por la sociedad. El estudio ahonda en el buen trato en los entornos educativos y, especialmente, sobre el comportamiento de las personas adultas hacia ellos. La encuesta se enmarca en la campaña ‘El Mejor Trato’, que busca una cultura del buen tato hacia la infancia y la adolescencia que promueva la empatía, la escucha activa y el respeto y contribuya a prevenir la violencia en los espacios donde se encuentran.
Las conclusiones apuntan a que la adolescencia no se siente escuchada ni respetada, como explicó la responsable de Movilización Social de Educo, Miriam Torán. “El buen trato no es solo una actitud deseable, sino una forma de cumplir los derechos de la infancia”, dijo Torán, que resaltó que las conclusiones de este trabajo instan a las autoridades y a la sociedad a “crear espacios para que los adultos den ejemplo” en los ámbitos del cuidado, el espacio y el tiempo, el lenguaje y la comunicación, el autocuidado y las relaciones y convivencia.
Más de un tercio de los adolescentes recibe comentarios ofensivos por parte de adultos
La adolescencia es una etapa especialmente sensible para el desarrollo emocional y psicológico. Sin embargo, un reciente estudio ha puesto de manifiesto un dato preocupante: más de un tercio de los adolescentes afirman haber recibido comentarios ofensivos, despectivos o condescendientes por parte de personas adultas.
Este fenómeno, muchas veces normalizado socialmente, tiene consecuencias que van más allá de una simple incomodidad.
El impacto de las palabras en el desarrollo emocional
Los comentarios ofensivos no siempre son abiertamente molestos. En muchos casos, se manifiestan como bromas, críticas veladas o expresiones paternalistas que minimizan las experiencias de los adolescentes. Frases como “tú qué vas a saber de la vida” o “en mis tiempos no éramos tan sensibles” pueden parecer inofensivas, pero generan un sentimiento de invalidez y frustración en los jóvenes.
Expertos en salud mental advierten que este tipo de trato y comentarios ofensivos pueden afectar a la autoestima de los adolescentes, generar inseguridad y dificultar la construcción de una identidad sólida. En una etapa en la que las opiniones externas influyen poderosamente, los comentarios ofensivos persistentes pueden dejar huella.
Comunicación intergeneracional: una tarea pendiente
Este tipo de situaciones evidencian un déficit en la comunicación intergeneracional. Muchos adultos, ya sea por desconocimiento o falta de empatía, se expresan hacia los adolescentes sin tener en cuenta el impacto emocional que pueden causar. Es fundamental fomentar un diálogo más respetuoso y comprensivo, en el que los adolescentes se sientan escuchados y validados.
Iniciativas educativas y sociales están comenzando a poner el foco en la importancia de tratar a los jóvenes con el mismo respeto que se exige para cualquier otro grupo social. La empatía, la escucha activa y la comprensión son herramientas clave para construir relaciones más sanas entre generaciones.
Claves para un trato más respetuoso hacia los adolescentes
Para evitar estos comentarios ofensivos, es esencial replantear la forma en la que nos dirigimos a los adolescentes. En lugar de descalificar sus emociones o experiencias, es importante validar lo que sienten y abrir espacios seguros de expresión. Escuchar sin juzgar, ofrecer apoyo y evitar generalizaciones son pasos básicos para fomentar el respeto.
Además, es recomendable que tanto en el ámbito familiar como educativo se trabaje la inteligencia emocional, no solo en los jóvenes, sino también en los adultos. Reconocer los prejuicios y cambiar el lenguaje son acciones pequeñas, pero con un gran impacto en la convivencia y el bienestar juvenil.
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