La crisis de vivienda agrava los problemas de salud mental y amplía el sinhogarismo en España

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06/11/2025 - 08:15
Manifestación por la crisis de la vivienda

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La crisis de vivienda por el imposible acceso a ella se ha convertido en una de las mayores preocupaciones sociales en España. La dificultad para conseguir un alojamiento estable no solo está alimentando el fenómeno del sinhogarismo, sino que también está provocando serios problemas de salud mental. Así lo advirtieron varios expertos durante la cuarta edición de ‘R-Conecta’, un encuentro organizado por los centros de San Juan de Dios en Madrid, donde se analizaron los desafíos actuales en materia de salud mental y exclusión social.

Crisis de vivienda, un fenómeno que va más allá de la calle

Durante la jornada, los especialistas insistieron en desmontar uno de los grandes mitos sobre las personas sin hogar: la mayoría no vive de manera crónica en la calle. Según los datos expuestos, nueve de cada diez personas sin hogar atraviesan etapas temporales de falta de vivienda, originadas por situaciones como la pérdida de empleo, una ruptura familiar o haber sido víctimas de violencia.

El problema, advirtieron, es que la crisis de vivienda se están extendiendo incluso entre quienes tienen trabajo. Muchas personas con empleo se ven obligadas a vivir en albergues o recurrir a recursos asistenciales, lo que muestra que la precariedad habitacional se ha infiltrado también en sectores tradicionalmente ajenos a la exclusión social, la crisis de vivienda está poniendo en grave peligro la salud mental de todos.

El director de Intervención e Innovación Social de San Juan de Dios Valencia, Juan Manuel Rodilla, señaló que el actual modelo de vivienda está generando “nuevos perfiles de vulnerabilidad”. En la Comunidad Valenciana, el programa habitacional de la institución ha demostrado su eficacia: nueve de cada diez participantes logran abandonar la calle y recuperar una vida autónoma.

Sin embargo, Rodilla alertó de que, sin políticas preventivas, y con la actual crisis de vivienda, el flujo de nuevos casos seguirá creciendo. Entre las causas estructurales destaca el aumento del precio de la vivienda, que según los datos aportados ha subido cuatro veces más que los salarios en los últimos cinco años. “Mientras no se equilibren estas condiciones, seguiremos viendo cómo más personas se ven empujadas a la exclusión”, subrayó.

El especialista defendió la necesidad de una atención integral y coordinada que no se limite a ofrecer un techo, sino que combine vivienda, apoyo psicosocial, formación laboral, atención sanitaria y espacios comunitarios de participación.

“Cuando una persona dispone de un hogar y recibe acompañamiento, su mejora es muy notable, tenga o no un trastorno mental”, explicó Rodilla. Pero advirtió que “si falta alguna de estas piezas, las posibilidades de éxito se reducen drásticamente”.

También destacó la importancia de la detección y atención temprana en salud mental, ya que los largos tiempos de diagnóstico pueden agravar las situaciones de vulnerabilidad. “Con un tratamiento y un seguimiento adecuados, la mayoría de las personas puede mantener una vida autónoma y estable”, aseguró.

Vivir sin hogar: una fuente de sufrimiento psicológico

La psiquiatra Yolanda Osorio, del Parc Sanitari San Juan de Dios y coordinadora del programa ‘Esmes’ (Equipo Salut Mental Sense Sostre), coincidió en que la falta de un hogar estable es en sí misma un factor de malestar psicológico. “No se trata solo de no tener techo, sino de carecer de un lugar que dé seguridad. Esa incertidumbre puede causar desde ansiedad y depresión hasta descompensaciones graves en quienes padecen esquizofrenia o adicciones”, explicó al respecto de lo que causa la crisis de vivienda.

Osorio señaló que cuanto más tiempo se permanece en la calle, más se agravan los trastornos mentales, debido a la exposición constante a la violencia, la falta de descanso y el aislamiento social. Su equipo trabaja directamente en la calle, acercándose a las personas sin hogar: “Vamos a los lugares donde viven, ya sea un portal, un parque o un bar. Lo esencial es generar un vínculo de confianza, aunque tarde semanas o meses. Nunca abandonamos un caso”.

En situaciones extremas, cuando una persona representa un peligro para sí misma o para otros, el programa puede autorizar un traslado involuntario para ingreso hospitalario, siempre con respeto a la dignidad del paciente.

Estigma, discriminación y discapacidad: las barreras invisibles

Los expertos coincidieron también en que el estigma social continúa siendo una de las mayores barreras para la recuperación. “La sociedad tiende a apartar la mirada. Ese rechazo deteriora la autoestima y dificulta la adherencia a los tratamientos”, lamentó Osorio.

El problema se agrava en el caso de personas migrantes, que sufren una doble discriminación: incluso con papeles y empleo, muchas no consiguen alquilar una vivienda debido a prejuicios. “Depende mucho del país de origen. Muchos propietarios prefieren arrendar solo a personas españolas”, apuntó.

Asimismo, entre la población sin hogar también hay personas con discapacidad física o intelectual, que necesitan apoyos específicos. Aunque existen medidas de tutela que garantizan algunos derechos, Osorio reconoció que no siempre resultan suficientes.

Prevenir y responder: los dos pilares del cambio

Desde San Juan de Dios insisten en que romper el círculo entre sinhogarismo y salud mental pasa por una doble estrategia: prevenir la pérdida de apoyos en personas con trastornos mentales y actuar de forma rápida con quienes ya viven en la calle. “Si no detenemos el flujo de nuevos casos ni reforzamos los mecanismos de prevención, estaremos gestionando una emergencia continua”, advirtió Rodilla.

El evento, clausurado por el director general de Servicios Sociales e Integración de la Comunidad de Madrid, Ignacio Ayres, contó con la participación de especialistas, entidades del tercer sector y testimonios personales. Entre ellos, el de Ángel, usuario del albergue Santa María de la Paz, quien relató cómo, tras años marcados por las adicciones y el maltrato, encontró en San Juan de Dios “una oportunidad para recuperarse, dejar las drogas y volver a sentirse útil”.

Su historia simboliza lo que los expertos repitieron a lo largo de la jornada: con apoyo, acompañamiento y una vivienda estable, la recuperación es posible. Pero la actual crisis de vivienda no ataca solo a los que ya viven en la calle, sino que se está extendiendo a otras partes de la sociedad.

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