El 35 % de las personas sin hogar en España pertenecen al colectivo LGTBIQ+

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07/07/2025 - 11:30
Personas LGTBIQ+

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Un reciente informe de la Agencia de los Derechos Fundamentales de la Unión Europea (FRA) revela que el 35 % de las personas sin hogar en España se identifican como LGTBIQ+. Esta alarmante cifra refleja la difícil realidad de quienes han sido expulsados de sus hogares o han tenido que abandonar sus países debido a su orientación sexual o identidad de género. Sin acceso a una red de apoyo ni a una vivienda digna y segura, muchas de estas personas terminan en la calle o en centros saturados.

Clara Castillo, trabajadora social de la ONG Apoyo Positivo, denuncia esta situación: “Estamos fallando como sociedad. No es aceptable que alguien sea expulsado de su hogar por su orientación o identidad, y sin embargo, está ocurriendo”. Castillo supervisa un piso compartido en Madrid donde conviven seis jóvenes LGTBIQ+ que viven en situación de sinhogarismo.

Cientos de personas LGTBIQ+ quedan fuera del sistema de acogida

Este fenómeno refleja una crisis habitacional que aún permanece invisible para las políticas públicas, sin estadísticas oficiales consolidadas ni recursos adecuados para abordarla integralmente.

En 2024, en la Comunidad de Madrid, 979 personas del colectivo LGTBIQ+ solicitaron alojamiento específico debido a su situación de sinhogarismo o exclusión residencial, pero solo 93 consiguieron una plaza. Así, 886 personas quedaron fuera del sistema, según el informe de la Mesa Técnica de atención a personas LGTBIAQ+ en riesgo de exclusión residencial de Madrid.

La mayoría de estos solicitantes eran jóvenes migrantes, hombres cisgénero gays o mujeres trans, con estudios superiores pero sin apoyo familiar, y en muchos casos con situación administrativa irregular. Procedían de países como Colombia, Venezuela, Perú o Rusia, huyendo de amenazas, violencia o rechazo familiar. También había jóvenes españoles expulsados de sus hogares por motivos relacionados con su identidad sexual o de género. La edad promedio fue de 32 años.

Para profundizar en el funcionamiento de estos recursos, Efeminista ha entrevistado a trabajadoras sociales de tres centros habitacionales específicos para personas LGTBIQ+ sin hogar en Madrid, además del Subdirector General de Integración Social de la Comunidad de Madrid.

Escasez de plazas para personas LGTBIQ+ expulsadas de sus hogares

La Fundación Eddy-G es un recurso pionero que brinda apoyo a personas de entre 18 y 30 años que han sufrido algún tipo de LGTBfobia, ya sea en sus países de origen o dentro de sus propios hogares, y que han perdido el acceso a una vivienda segura. Además, ofrecen acompañamiento emocional, asesoramiento laboral y formación.

En la actualidad, disponen de doce plazas: ocho en un piso compartido y cuatro en una vivienda facilitada por la Empresa Municipal de la Vivienda. Durante 2024, atendieron a 26 personas, aunque recibieron más de 300 solicitudes.

“No se trata solo de la falta de espacio, sino también de la ausencia de continuidad”, señala Paula Avilés, trabajadora social de Eddy-G. “Dependemos año tras año de subvenciones públicas que no se garantizan automáticamente. ¿Qué hacemos con las personas que ya están aquí si en enero no sabemos si seguiremos funcionando?”, añade.

Nueve años de apoyo a más de 200 personas del colectivo: el perfil de quienes buscan ayuda cambia

Desde su creación hace nueve años, la Fundación ha acompañado a más de 200 personas del colectivo LGTBIQ+ en situación de vulnerabilidad. Sin embargo, el perfil de quienes solicitan ayuda ha evolucionado: la edad media ha bajado hasta los 26 años y las dificultades relacionadas con la condición migratoria son cada vez más frecuentes.

“Seguimos recibiendo a jóvenes españoles que han sido echados de sus casas y no tienen a dónde ir, porque carecen de una red de apoyo”, advierte Paula Avilés. La trabajadora social denuncia que muchas personas creen, erróneamente, que este tipo de situaciones ya no ocurren.

"Aún queda mucho por avanzar en los derechos del colectivo"

Tras la expulsión del hogar, comienza una lucha por sobrevivir que muchas veces compromete la seguridad física y emocional de quienes la enfrentan. “Hay jóvenes que se ven obligados a dormir en saunas, a intercambiar sexo por un lugar donde quedarse o a soportar situaciones de violencia porque no tienen otra salida”, explica Avilés.

En el caso de las mujeres, la situación suele ser aún más silenciada. Por temor a quedarse en la calle, muchas optan por mantenerse en relaciones dañinas, establecer vínculos de dependencia o vivir en un constante traslado entre casas y ciudades, añade.

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