El escalador de montañas que lucha por el desarrollo rural y la formación en comunidades de Marruecos

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30/12/2023 - 14:00
Así es el escalador Miguel Ángel Gavilán

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Miguel Ángel Gavilán, a sus 62 años, es un hombre escalador de montaña. No puede concebir la vida sin una cima que conquistar. Y aunque pueda sonar a paradoja, este madrileño asegura que “con una mano amputada he escalado más montañas que cuando tenía las dos”. Su cuerpo ha sabido adaptarse y su capacidad de agarre a la montaña y a la vida son formidables.

Era miembro de las Fuerzas Armadas cuando a los 29 años sufrió un accidente en una misión, la explosión de una granada, que le supuso la amputación de la mano izquierda. Permaneció ocho años alejado de lo que más le gustaba, la montaña.

Desde que perdió una extremidad Miguel Ángel ha coronado algunos de los picos más famosos del mundo como el Mont Blanc, el Kilimanjaro, el Aconcagua o el McKinley.

El escalador que ha seguido superando límites insospechados

“No cabe duda de me faltan los cinco dedos, pero con técnica y ganas de superación se puede escalar casi cualquier montaña”, afirma el escalador.

El madrileño asegura que como alpinista con una discapacidad se considera “un deportista más” y el escalador quiso compartir su experiencia como profesional de la escalada con otros aficionados a la montaña también con discapacidad. Formándose antes como docente con el equipo de la ONCE, donde se tituló como guía acompañante de montaña.

Esto le condujo a fundar la Asociación Montañeros sin Barreras hace ya casi 12 años. Además de organizar expediciones en las que participan deportistas con y sin discapacidad, también ofrece formación a voluntarios y montañeros para que puedan conocer técnicas de guiado más eficientes para estos aficionados con discapacidad.

“No es lo mismo ascender con una persona con deficiencia visual que con un alpinista con discapacitad intelectual o motora. Los protocolos son distintos”, afirma el experto escalador.

Tras el éxito de la asociación, Gavilán cumplió su sueño de crear la Escuela de Montaña Adaptada de Guadarrama en la que actualmente se forman 52 alumnos, de entre cuatro a 14 años.

“Un modelo de escuela infantil inclusiva en la que conviven peques con alguna discapacidad y otros que no”. Cada vez que se enfrenta a la verticalidad de la pared no sólo reta a la montaña, sino también a sus límites físicos y mentales.

El escalador no le teme al esfuerzo, ni a la altura, ni a la caída. Quizá lo que más tema sea la indiferencia por lo que sucede a su alrededor.

Impulsando el desarrollo rural de zonas que lo necesitan

En consonancia con esta forma de pensar y de ver el mundo puso en marcha, junto a otros compañeros de la asociación, el programa ‘Tejiendo Montañas’ que impulsa el desarrollo rural a través de la formación especializada y la artesanía, creando oportunidades de negocio en zonas rurales del Alto Atlas de Marruecos.

Llevan siete años tirando de este hilo humanitario, pero “este invierno va a ser muy duro en aquella zona devastada por el reciente terremoto”, asevera el alpinista, que partió el pasado 3 de diciembre desde Madrid en una furgoneta cargada de 1.200 kilos prendas de abrigo tejidas a mano por personas mayores en residencias de la Asociación IAIA.

Debido a la orografía del valle de Imlil en el Alto Atlas de Marruecos, gran parte de las familias viven dispersas a más de 2.500 metros de altitud. “Se acerca el invierno y urge hacerles llegar estos enseres”, afirma el escalador.

Son profesionales de la montaña y están acostumbrados a moverse por terrenos escarpados y abruptos. “De hecho transportamos las mantas, gorros y abrigos en mulas, pero llega un momento en que, por los efectos devastadores del terremoto, te encuentras con que el camino ya no existe”, explica.

Pero nada frena a este montañero y escalador solidario que, como él mismo asegura bromeando, “si hay que echar una mano se hace, porque las dos, es imposible”.

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