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El feminismo en la política española se entrelaza profundamente con la historia de la democratización del país. Desde las primeras asociaciones feministas en la Segunda República, pasando por la clandestinidad del franquismo, hasta la institucionalización en la democracia contemporánea, la lucha por la igualdad de género ha sido un componente clave en la construcción política de España.
Primeros pasos: la España de la Segunda República (1931–1939)
Los orígenes políticos feministas en España se remontan a la instauración de la II República. En 1918 se funda la Asociación Nacional de Mujeres Españolas (ANME), presidida por María Espinosa de los Monteros, con el objetivo de reclamar el sufragio femenino, acceso a profesiones liberales, igualdad jurídica y reconocimiento de derechos civiles. Gracias a figuras como Clara Campoamor, en septiembre‑octubre de 1931 se debatió y aprobó el voto femenino en las Cortes Constituyentes, consolidando a la mujer como sujeto político.
Organizaciones como Mujeres Libres o la Unión de Mujeres contra la Guerra y el Fascismo promovieron una doble militancia feminista y política, participando activamente en sindicatos y movimientos de izquierda antes y durante la Guerra Civil. Este periodo deja una impronta decisiva: el feminismo ya no es solo cultural, sino político, vinculado a la defensa de una democracia progresista.
El franquismo y la resistencia feminista clandestina
Durante la dictadura franquista, el feminismo político sufrió un retroceso institucional dramático. La Sección Femenina intentó monopolizar la representación de la mujer desde arriba, promoviendo un modelo retrógrado y clerical. Sin embargo, desde los años sesenta surgieron grupos antifranquistas con perspectiva de género, como el Movimiento Democrático de Mujeres, la Asociación Universitaria para el estudio de los problemas de la Mujer (AUPEM), asociaciones de amas de casa o universitarias, que comenzaron a cuestionar tanto el régimen como el modelo patriarcal impuesto.
Estas asociaciones se vinculaban a partidos políticos de oposición como el PCE, TAK o PTE, dando lugar a lo que se ha llamado segunda ola del feminismo en España. Tenía un discurso que unía reivindicaciones democráticas (amnistía, fin del franquismo) con demandas sobre los derechos reproductivos y civiles de las mujeres.
La Transición (1975–1979)
La muerte de Franco en 1975 y la Ley de Reforma Política (1977) crearon un contexto propicio para la democratización. Con una mayor libertad de asociación, en diciembre de 1975 se celebraron las primeras Jornadas Feministas clandestinas en Madrid, y en 1976 las Jornadas Catalanas de la Dona en Barcelona, con miles de participantes.
En enero‑mayo de 1976 emergieron organizaciones clave como el Frente de Liberación de la Mujer (FLM) en Madrid, rechazando la dependencia partidaria pero admitiendo la doble militancia, y reivindicando la igualdad y los derechos reproductivos. También surgió el Partido Feminista de España, legalizado en 1981, que defendía la liberación del papel reproductor de la mujer y promovía una maternidad libre y responsable.
Durante la legislatura constituyente (1977–1979), las pocas diputadas y senadoras presentes participaron activamente en la redacción de la Constitución de 1978 y en la modificación del Código Penal: despenalización del adulterio y amancebamiento, modificación en edades de estupro y rapto, y apertura al divorcio y anticoncepción.
Feminismo institucional y consolidación democrática (décadas de 1980‑2000)
Tras la aprobación de la Constitución en 1978 y con el PSOE en el poder desde 1982, se creó en 1983 el Instituto de la Mujer (hoy Instituto de las Mujeres) mediante la Ley 16/1983, con la misión de promover políticas de igualdad y la participación de las mujeres en la vida política, cultural y social.
En 1986 nació el Fórum de Política Feminista, agrupando coordinadoras y organizaciones de amplio impacto social en comunidades autónomas, con el objetivo de incidir políticamente desde la sociedad civil y promover temas como el aborto, el divorcio y la igualdad de cuotas.
En el PSOE el impulso interno via cuotas de género comenzó en 1982 con el PSC en Cataluña y se extendió en el PSOE gracias a figuras como Carlota Bustelo, Matilde Fernández, y otras feministas institucionales. Esto influyó en gobiernos posteriores como los de Zapatero, particularmente su consejo de ministros paritario tras las elecciones de 2004, y las leyes: la Ley contra la violencia de género de diciembre 2004 y la Ley de igualdad efectiva de 2007.
Feminismo y democracia actual: agenda política y desafíos
En las últimas décadas, el feminismo en la política española ha consolidado un enfoque transversal. El Ministerio de Igualdad, recuperado tras 2018 bajo Carmen Calvo y luego Irene Montero, ha promovido políticas públicas para abordar la violencia de género, conciliación laboral, y representación igualitaria.
En 2021, España lanzó su Política Exterior Feminista, incorporando la igualdad de género como eje estratégico en cooperación internacional, diplomacia y acción multilateral, alineada con los ODS y liderando el grupo FFP+ en la ONU.
Pedro Sánchez ha insistido en que “cada mujer que sufre violencia o es asesinada es una derrota de la democracia”, defendiendo medidas como un nuevo Pacto de Estado contra la violencia de género, equiparación de permisos parentales e impulso de la igualdad salarial como políticas feministas fundamentales.
Un papel clave en la construcción de la democracia en España
Este recorrido evidencia que este importante principio de igualdad entre hombres y mujeres no solo ha exigido igualdad formal, sino que ha sido motor de transformación democrática, cuestionando estructuras de poder y participando de modo permanente en la redefinición de lo público y lo privado.
Hoy, sigue siendo un garante de la salud democrática: visibiliza las vulnerabilidades, impulsa los derechos reproductivos, combate la violencia de género, exige representación y construcción colectiva. En definitiva, la democracia española debe mucho al feminismo en la política española, sin cuyo impulso muchas conquistas no habrían sido posibles.
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