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El insomnio es una de las dificultades más comunes entre las personas dentro del espectro autista. Recientes investigaciones revelan que casi 9 de cada 10 niños y adolescentes con trastorno del espectro autista (TEA) presentan síntomas de insomnio, y alrededor del 60 % continúa sufriéndolos en la edad adulta. Esta cifra resalta la importancia de abordar el problema del sueño como una necesidad prioritaria en el tratamiento y acompañamiento del autismo.
Los problemas de sueño no solo afectan el bienestar general de las personas con autismo, sino que también pueden agravar otros síntomas asociados al trastorno, como las dificultades de comunicación, la irritabilidad o los comportamientos repetitivos.
Alta prevalencia de insomnio en personas con autismo: un problema que comienza en la infancia
El 85 % de los niños y el 81 % de los adolescentes españoles autistas muestran al menos un síntoma de insomnio, fundamentalmente escaso tiempo total de sueño y una latencia de sueño muy elevada, según una encuesta presentada en Santiago.
La encuesta nacional sobre los problemas de sueño en personas con autismo, presentada durante la 33ª Reunión Anual de la Sociedad Española de Sueño (SES) en la capital gallega, muestran unas cifras de insomnio muy superiores a las de la población neurotípica, donde la prevalencia de los síntomas del insomnio oscila entre un 20 % y un 25 % en niños y entre un 25 % y un 35 % en adolescentes.
Sin embargo, Pura Ballester Navarro, investigadora de la Universidad Católica San Antonio de Murcia (UCAM) y una de las autoras del estudio, ha señalado en rueda de prensa que los diagnósticos de problemas de sueño mostraron una frecuencia muy baja en el estudio: apenas entre el 2 % y el 5 % de los encuestados contaba con un diagnóstico.
¿Por qué son tan frecuentes los problemas para dormir en personas con autismo?
La relación entre el TEA y los trastornos del sueño es compleja y multifactorial. Factores como alteraciones en la producción de melatonina (hormona que regula el sueño), la ansiedad, la hipersensibilidad sensorial y los patrones rígidos de conducta contribuyen a que el sueño sea irregular y de mala calidad.
Los niños y adolescentes con autismo suelen experimentar dificultad para conciliar el sueño, despertares nocturnos frecuentes y un sueño menos reparador. Estos problemas tienden a persistir, aunque con menor intensidad, en la vida adulta, afectando la calidad de vida y el funcionamiento diario.
Detectar y tratar a tiempo estos trastornos es fundamental, ya que la falta de sueño puede intensificar otros problemas del TEA, como la dificultad para controlar las emociones o la disminución de las habilidades sociales.
Estrategias y tratamientos para mejorar el sueño en TEA
Para abordar el insomnio en personas con autismo, es esencial implementar estrategias adaptadas a sus necesidades específicas. Algunas recomendaciones incluyen:
- Establecer rutinas de sueño claras y constantes.
- Reducir la exposición a pantallas antes de dormir.
- Crear un entorno de descanso adecuado, controlando estímulos como la luz y el ruido.
- Usar técnicas de relajación antes de acostarse.
- Consultar con especialistas para evaluar tratamientos farmacológicos, como suplementos de melatonina, siempre bajo control médico.
Además, programas de intervención conductual diseñados para mejorar los hábitos de sueño han demostrado ser eficaces en muchos casos, especialmente en niños.
La importancia de un abordaje integral
El tratamiento del insomnio en personas con autismo debe formar parte de un enfoque integral que contemple no solo el trastorno del sueño, sino también la salud mental y física en general. Psicólogos, neurólogos, pediatras y especialistas en sueño deben trabajar en conjunto para diseñar planes personalizados.
Una mejor calidad del sueño no solo favorece el desarrollo cognitivo y emocional, sino que también puede mejorar la interacción social y la participación en actividades cotidianas, elevando significativamente la calidad de vida tanto de los afectados como de sus familias.
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