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La propuesta presentada por Israel para canalizar la ayuda humanitaria a través de centros supervisados por su ejército ha encendido las alarmas en las Naciones Unidas, que considera esta medida una amenaza directa a los principios fundamentales que rigen la asistencia humanitaria.
Desde Ginebra, Jens Laerke, portavoz de la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA), advirtió que esta acción no solo vulnera la neutralidad, la imparcialidad y la independencia, sino que también podría convertir la ayuda humanitaria en una herramienta de presión en el conflicto.
Según Laerke, esta oferta de Israel, presentada en un informe verbal el lunes, permitiría la entrega de suministros únicamente bajo las condiciones impuestas por el ejército israelí, una vez reabiertos los pasos fronterizos hacia Gaza.
Esta propuesta se inserta dentro del plan de Israel para intensificar su ofensiva militar contra Hamás, que contempla el control total de la Franja y, según declaraciones del ministro de Finanzas, Bezalel Smotrich, la destrucción completa del territorio palestino.
Estrategia de cierre del sistema humanitario independiente por parte de Israel
Laerke también denunció que Israel ha intentado desmantelar el sistema humanitario existente en Gaza, gestionado por una red de 15 agencias de la ONU, más de 200 organizaciones no gubernamentales y diversos socios locales. Esta ofensiva, que ya se extiende por más de 19 meses, ha exacerbado las condiciones humanitarias, dejando a los habitantes de Gaza atrapados en una espiral de desplazamientos forzados hacia el sur del enclave.
El cierre de los accesos por parte de Israel para la ayuda humanitaria ha sido interpretado por diversas organizaciones humanitarias como una violación del derecho internacional, especialmente porque parece estar vinculada a una estrategia para presionar a Hamás a liberar a los rehenes tomados durante los ataques del 7 de octubre de 2023. Mientras tanto, la población civil sufre las consecuencias: según testimonios recogidos por la ONU, muchas personas en Gaza han llegado a buscar comida entre la basura, reflejando el nivel extremo de deterioro humanitario.
Emergencia nutricional y sanitaria en Gaza
La situación de la salud pública en Gaza es igualmente crítica. Desde inicios de 2025, casi 10.000 niños con desnutrición aguda han sido tratados, de los cuales 1.397 sufren desnutrición aguda grave, una condición potencialmente mortal sin intervención inmediata, según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
La doctora Margaret Harris, portavoz de la OMS, señaló que muchos niños no completan sus tratamientos debido a los desplazamientos constantes y el caos generalizado. Además, la falta de agua potable y de sistemas de saneamiento ha provocado un aumento significativo de casos de diarrea acuosa aguda y enfermedades cutáneas, al tiempo que los hospitales operan de forma parcial o han cerrado por completo.
Crisis energética y colapso de servicios esenciales
Otro desafío crítico es la escasez de combustible, indispensable para mantener operativos los hospitales, plantas de tratamiento de agua y sistemas de comunicaciones. Farhan Haq, portavoz adjunto de la ONU, advirtió que, sin una solución urgente, todos estos servicios podrían colapsar en cuestión de días. Aunque en Deir al Balah se recuperó una pequeña cantidad de combustible para las plantas desalinizadoras, en Rafah las necesidades son mucho mayores, y las autoridades de Israel siguen bloqueando el acceso.
A pesar de las dificultades extremas, las organizaciones humanitarias continúan distribuyendo alimentos, agua y asistencia médica, aunque sus reservas están a punto de agotarse. “El tiempo se está acabando”, expresó Haq con preocupación, recordando que las operaciones humanitarias podrían detenerse si no se permite la entrada de suministros esenciales a gran escala.
Incremento de las demoliciones en Cisjordania agrava la crisis
Paralelamente, en la Cisjordania ocupada, las fuerzas israelíes han intensificado las demoliciones de estructuras palestinas. En Hebrón, más de 30 edificaciones fueron destruidas en Khallet Athaba, dejando sin hogar a unas 50 personas. En Tulkarem, las demoliciones en el campo de refugiados de Nur Shams han desplazado a más de 50 familias, generando temores de traslados forzosos masivos.
La ONU ha condenado estas acciones, advirtiendo que la violencia por parte de las fuerzas de Israel y de colonos ha alcanzado niveles alarmantes, exacerbando aún más la crisis humanitaria en toda la región.
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