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Miguel Ángel Román es una de las voces más reconocibles del periodismo deportivo español. Su forma de narrar los partidos de fútbol ha acompañado a millones de espectadores. Sin embargo, su vida fuera de los micrófonos revela una historia profundamente humana: la de un padre comprometido con el bienestar de su hija, diagnosticada con Trastorno del Espectro Autista (TEA).
La voz del fútbol y el corazón de un padre
En una reciente entrevista con TodoDisca, Miguel Ángel Román compartió cómo su día a día ha cambiado desde el diagnóstico de su hija. «El verdadero triunfo no es una final ganada o un gol en el último minuto», comenta, «el verdadero triunfo es levantarte cada día y que todo esté bien». Con estas palabras, el periodista destaca lo esencial: la importancia de valorar la estabilidad y el bienestar emocional en el entorno familiar.
Sin embargo, su mejor partido se juega todos los días junto a su familia y frente al mismo y potente rival: el Trastorno del Espectro Autista (TEA) que padece Ares, su hija pequeña. Con un 87 % de discapacidad y un grado 3 de dependencia debido a este nivel de autismo severo, el futuro se antoja complicado, pero Miguel Ángel Román asegura que trabaja en «guardar dinero para, cuando no estemos, pueda ir a una institución donde mejor la cuiden».
Esta batalla frente al autismo ya permite deducir que Ares tendrá una serie de complicaciones ligadas siempre a sus padres, quienes aseguran que, debido a su dependencia, «vivirá con nosotros toda la vida». Sin embargo, este famoso narrador de fútbol también es padre de Nora, seis años mayor que su hermana, y a quien Miguel Ángel Román no puede «pedir que se la lleve a casa» cuando ellos falten porque «no se lo merece ni creo que sea su papel». Esta compleja tesitura insta a Miguel Ángel y Paula, padres de estas niñas, a buscar los mejores recursos a disposición «para irnos con la mayor tranquilidad posible», una idea que hace extensible hacia todas las familias que tienen hijos con discapacidad.
La experiencia personal como motor de concienciación
El testimonio de Miguel Ángel Román ayuda a visibilizar la realidad de muchas familias que conviven con el autismo. Desde la comprensión de las rutinas, hasta la gestión emocional y la búsqueda constante de entornos inclusivos, el camino no siempre es fácil, pero está lleno de aprendizajes.
Miguel Ángel Román no duda en usar su visibilidad pública para hablar del TEA desde la empatía, derribando estigmas y normalizando lo que implica ser padre de una niña con autismo. «No se trata de superación heroica, sino de adaptación, amor y acompañamiento continuo», subraya.
Sus palabras inspiran a otras familias y también generan conciencia en la sociedad sobre la necesidad de apoyos específicos, comprensión en el entorno escolar y acceso a terapias adecuadas.
Apoyo, inclusión y normalización del TEA
Miguel Ángel Román pone el foco en algo que muchas familias reivindican: la inclusión real. Para él, no basta con aceptar, hay que comprender, respetar y facilitar. En este sentido, defiende la necesidad de que las administraciones y la sociedad en general se comprometan con la diversidad funcional, garantizando apoyos y recursos para que los niños y niñas con TEA tengan las mismas oportunidades.
Además, destaca la importancia del apoyo emocional para las familias. Contar con redes de acompañamiento, profesionales comprometidos y entornos donde se pueda hablar sin miedo, es vital para afrontar el día a día con serenidad y esperanza.
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