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En Ácora, una comunidad ubicada en el corazón del altiplano peruano, las mujeres agricultoras enfrentan diariamente los desafíos que impone el cambio climático. A casi 3800 metros sobre el nivel del mar, esta realidad ha alterado sus formas de cultivo, amenazando su seguridad alimentaria y la biodiversidad local. Sin embargo, con creatividad y resiliencia, estas mujeres lideran iniciativas que buscan no solo adaptarse a este nuevo contexto, sino también fortalecer sus comunidades y preservar su legado ancestral.
El impacto del cambio climático en Ácora y el papel de las mujeres agricultoras
Ácora, ubicada en el sureste de Perú a casi 3800 metros sobre el nivel del mar, es una de las zonas más afectadas por el cambio climático. Esta realidad amenaza la producción agrícola, la biodiversidad y agrava la inseguridad alimentaria en la región.
Pascuala Pari, líder de la Asociación Sumaq Chuyma, explica que antes el clima era más estable, pero el cambio climático ha provocado un aumento en las sequías y lluvias intensas, dificultando la agricultura tradicional.
Las mujeres agricultoras, como Pari, enfrentan una doble carga porque, además de cuidar sus cultivos, son las responsables principales de la seguridad alimentaria de sus familias. En todo el mundo, las agricultoras soportan las consecuencias más duras del cambio climático, lo que las convierte en piezas clave para la adaptación y resiliencia comunitaria.
Estrategias comunitarias para enfrentar el cambio climático y desafíos legales
Para contrarrestar los efectos del cambio climático, las comunidades aymaras de Ácora han revitalizado prácticas ancestrales, como la creación de bancos de semillas. Estos bancos conservan variedades nativas en peligro y permiten el intercambio y venta de semillas, lo que fortalece la economía local y protege la biodiversidad.
Algunas mujeres agricultoras como Fanny Ninaraqui y Pascuala Pari han sido pilares fundamentales en la promoción y consolidación de estas iniciativas comunitarias. Gracias a su liderazgo y compromiso, han logrado no solo preservar las variedades ancestrales de semillas, sino también fortalecer el tejido social de sus comunidades.
Su trabajo ha permitido que muchas familias puedan enfrentar con mayor resiliencia los efectos cada vez más severos del cambio climático, como las sequías prolongadas y las lluvias intensas.
Además, al impulsar el intercambio de semillas y el acceso a mercados locales, estas mujeres agricultoras han generado nuevas oportunidades económicas que contribuyen al desarrollo sostenible de sus regiones.
Sin embargo, a pesar de estos esfuerzos, muchas mujeres agricultoras no cuentan con derechos legales sobre sus tierras. La falta de títulos de propiedad limita su acceso a recursos, apoyos gubernamentales y su capacidad de representación. Este problema agrava su vulnerabilidad frente al cambio climático y perpetúa desigualdades sociales y económicas.
Empoderamiento y visión de futuro frente al cambio climático
Más allá de asegurar derechos legales, el empoderamiento de las mujeres agricultoras también requiere cambiar normas sociales discriminatorias. Organizaciones internacionales y locales trabajan para fortalecer el liderazgo femenino en Ácora, fomentando que las mujeres transmitan su conocimiento ancestral y desarrollen nuevas formas de adaptación al cambio climático.
Pascuala Pari y otras agricultoras sienten que ahora pueden liderar con confianza y compartir su aprendizaje. Su compromiso y resistencia son un ejemplo para otras mujeres y para el mundo.
Frente a los retos del cambio climático, su mensaje es claro: con apoyo, reconocimiento y recursos, las mujeres rurales pueden construir comunidades resilientes y sostenibles para el futuro.
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