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¿Te imaginas a los personajes más emblemáticos de la historia de Madrid convertidos en protagonistas de películas de animación? Esta idea, que podría parecer sacada de Hollywood, fue precisamente la inspiración que llevó al equipo de la Biblioteca Digital Memoria de Madrid a iniciar una aventura digital completamente innovadora. El resultado es PixarizArte, un innovador espacio integrado dentro del Gabinete de Humanidades Digitales que propone un diálogo sorprendente entre el pasado y el presente tecnológico.
Lejos de buscar la irreverencia hacia nuestro patrimonio, esta iniciativa nace con grandes dosis de humor y un firme deseo de divulgar las colecciones municipales. El objetivo es claro: permitir al ciudadano descubrir a figuras ilustres de nuestra historia transformados, casi por arte de magia digital, en entrañables personajes de animación.
Tecnología para seducir a nuevas audiencias
La idea surge de una búsqueda constante de nuevas narrativas para poner en valor la riqueza de los fondos artísticos municipales, enfocándose especialmente en los más jóvenes, un público a menudo difícil de captar por los museos tradicionales. Gilberto Pedreira y Juan Ramón Sanz, director de la biblioteca y jefe de la Sección de Difusión respectivamente, explican al alimón la filosofía del proyecto: "Se trata de tentarles a que se acerquen, a que aprecien esos tesoros y, por qué no, a que se rían y los disfruten".
Para ello, PixarizArte se vale de la tecnología de reconocimiento facial y filtros similares a los de aplicaciones como Snapchat. Al correr la cortinilla digital que cubre cada lienzo original, el usuario se encuentra con una versión alterada que dulcifica los rasgos. Incluso los rostros más adustos de la historia de España, al ser pasados por este tamiz digital, adquieren ojos inmensos, narices poderosas pero simpáticas y sonrisas tímidas. Es una estrategia que nos hace sentir más indulgentes y tiernos hacia su recuerdo histórico.
El elenco de personajes en PixarizArte
La técnica se ha aplicado a diversos retratos, y aunque los fondos del museo son inmensos, de momento hay 16 piezas tratadas. Sin embargo, el espectro es lo suficientemente amplio para entender la magnitud de la colección: desde un aguador hasta la realeza.
Uno de los cambios más notables dentro de PixarizArte se observa en el Aguador de la fuente de Cibeles. Se trata de una pintura al óleo de la segunda mitad del siglo XIX, custodiada en el Museo Municipal. El original muestra a un tipo rústico, con su hombrera de cuero para cargar barriles, un estampa habitual de las calles madrileñas de antaño. La tecnología ha suavizado su dureza, convirtiéndolo en un personaje amable que bien podría ser el héroe secundario de una fábula infantil.
En la cabecera del proyecto encontramos a Adelina Patti. Retratada por Raimundo de Madrazo en 1873, esta cantante de ópera nacida en Madrid de padres italianos cosechó éxitos por toda Europa. Curiosamente, en su versión digitalizada, la tecnología acentúa una cierta melancolía en su rostro que el óleo original apenas sugiere, dotándola de una nueva profundidad emocional.
De la realeza a la alcaldía municipal
Quizás donde más sorprende el efecto de PixarizArte es en la realeza. Fernando VII, conocido históricamente como "el Deseado" y no precisamente por su belleza o bondad, aparece transformado radicalmente. Basado en el óleo de Vicente López Portaña (1816-1818) del Museo de Historia de Madrid, el rey presenta en su versión animada una expresión curiosa, benévola y mucho más agraciada que la realidad histórica.
Su hija, la futura Isabel II, también forma parte de esta galería. En un lienzo atribuido al pintor canario Luis de la Cruz y Ríos, aparece como una niña de entrecejo fruncido. La versión animada captura esa tribulación infantil, haciéndonos barruntar lo certero del apelativo que Galdós le daría años después: "la reina de los tristes destinos". Es fascinante ver cómo PixarizArte logra mantener la esencia psicológica del personaje mientras cambia su estética.
Por último, la galería no olvida a los regidores de la villa. Figuras de principios del siglo XX como José Francos Rodríguez, bajo cuyo mandato se inició la Gran Vía, o José del Prado Palacio, aparecen rejuvenecidos. Al verlos en PixarizArte, con esa estética de cine familiar, se rompe la barrera del tiempo, demostrando que, con un poco de imaginación y tecnología, la historia de Madrid puede ser tan divertida como educativa.
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