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En diciembre de 2024, un movimiento de voluntarios y conservacionistas, en su mayoría jóvenes, emprendió una misión crucial: restaurar las playas de Valencia. La devastadora DANA del 29 de octubre dejó más de 200 víctimas mortales y provocó una crisis ambiental sin precedentes en la Comunidad Valenciana. Entre los ecosistemas más afectados se encontraba la Albufera de Valencia, un humedal de gran importancia ecológica.
"Todavía no podemos prever el impacto real en el ecosistema", explica Juan Eymar, presidente de la ONG Xaloc, dedicada a la limpieza de playas y la protección de la tortuga marina. Para hacer frente a la situación, la Conselleria de Medio Ambiente de Valencia recurrió a organizaciones locales como Xaloc, con el objetivo de retirar los residuos acumulados por la DANA. La meta era lograr que las playas estuvieran en condiciones óptimas antes de marzo, momento en el que especies como la tortuga mediterránea y el chorlitejo patinegro suelen anidar en la zona.
La importancia del voluntariado medioambiental tras desastres naturales como la DANA
Aunque los esfuerzos de limpieza han avanzado, la amenaza de residuos tóxicos persiste. "Todavía queda mucho por hacer", advierte Eymar, preocupado por la posibilidad de que el nivel de toxicidad de la Albufera aumente en el futuro. No obstante, un informe de la Conselleria, basado en el análisis de 60 muestras de barro recogidas en diciembre, ha determinado que, de momento, la contaminación sigue en niveles bajos.
La DANA dejó tras de sí toneladas de escombros, barro y residuos, que fueron arrastrados hasta la Albufera y devueltos a la orilla por el mar. Ahora, más de 70 km de costa, desde Pinedo (Valencia) hasta Dénia (Alicante), requieren una limpieza exhaustiva. "La Albufera es un paraíso que debemos proteger", sostiene Monse Paniagua, una voluntaria de 23 años que ha participado en actividades de reforestación y recogida de residuos en El Saler, Valencia.
Los domingos se han convertido en días de acción para los voluntarios. Con botas, guantes y bolsas recicladas, más de 100 personas se reúnen cada fin de semana en El Saler para limpiar la playa y replantar flora autóctona destruida por la DANA. Familias enteras, estudiantes y ciudadanos comprometidos forman parte de esta labor. Entre ellos están Palmira y su esposo, quienes han llevado a su hija Sofía para inculcarle valores ambientales desde pequeña. También participan Noelia y Alicia, de 13 y 15 años, quienes han descubierto en esta experiencia una nueva forma de ayudar y planean repetir.
La Asociación Valenciana de Detectoaficionados también ha sumado esfuerzos. Equipados con detectores de metal, sus miembros han encontrado objetos inusuales, como botellas de gas butano y restos metálicos de gran tamaño. "Las playas están más contaminadas que nunca", afirma Rubén Tarín, secretario de la asociación.
El impacto de la DANA también ha afectado la pesca. Enrique Ferrer, secretario de la Cofradía de Pescadores de Gandía, alerta sobre la acumulación de troncos en el mar, que dañan las redes y ponen en riesgo las embarcaciones. "Queremos volver a pescar como antes", dice con nostalgia, recordando especies como doradas y lubinas.
La pesca y la contaminación
Desde el inicio de las labores de limpieza, Xaloc ha retirado más de cuatro toneladas de residuos. Los voluntarios han encontrado cadáveres de galápagos y peces provenientes de piscifactorías dañadas. Para Carla Eymar, líder de Xaloc, la tarea es urgente: si los residuos no se eliminan a tiempo, la tortuga marina podría no encontrar un lugar seguro para anidar y el chorlitejo patinegro vería afectada su reproducción.
A pesar de los desafíos que se enfrentan a causa de la DANA, los voluntarios han formado una comunidad unida por la esperanza. Marta, Geneva, Erika, María y Monse, quienes se conocieron recogiendo residuos en El Saler, han creado un grupo de WhatsApp para coordinar futuras acciones. "Hay mucho por hacer todavía", afirma Geneva, de 26 años, convencida de que el esfuerzo conjunto es clave para la recuperación del entorno.
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