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En una reveladora y profundamente personal entrevista emitida el pasado domingo 6 de julio de 2025 en el aclamado programa "Lo de Évole" de La Sexta, el ícono del baloncesto español, Ricky Rubio, se abrió como nunca antes. Frente a un empático Jordi Évole, el base catalán abordó sin reservas los claroscuros de su brillante carrera, su implacable autoexigencia y, de manera crucial, el peso abrumador de la presión mediática y la vital importancia de la salud mental en el vertiginoso mundo del deporte profesional.
La conversación, que el propio Rubio anunció como su última aparición pública en este formato, se convirtió en un viaje retrospectivo desde sus precoces inicios. Con apenas 14 años, su debut en la liga ACB lo catapultó a la fama, convirtiéndose en el jugador más joven en lograrlo. Desde entonces, ha vivido bajo el implacable escrutinio público, una exposición constante que, combinada con su carácter innatamente perfeccionista, ha cobrado un alto precio personal. "Siempre he sido extremadamente duro conmigo mismo, llegando incluso a sabotearme. Nunca tuve la sensación de que mi esfuerzo o mis logros fueran suficientes", confesó el deportista con una franqueza impactante, desvelando la lucha interna que se escondía tras su fachada de éxito.
La lucha silenciosa de la salud mental detrás del éxito
A sus 34 años, Ricky Rubio ha transitado por una etapa particularmente desafiante desde 2021. Este periodo ha estado marcado no solo por una grave lesión de rodilla, sufrida cuando aún defendía los colores de los Cleveland Cavaliers en la NBA, sino también por un progresivo y silencioso deterioro de su bienestar mental. La culminación de esta lucha llegó en 2023, cuando tomó la valiente decisión de apartarse temporalmente de las canchas, priorizando su salud mental apenas unos días antes del Mundial de baloncesto con la selección española. Una determinación que fue ampliamente aplaudida por la sociedad y el mundo del deporte, al visibilizar un sufrimiento a menudo oculto entre los atletas de élite.
Durante el transcurso de la entrevista, Rubio compartió momentos de una crudeza desgarradora, incluyendo una noche en la que llegó a considerar no solo el abandono de su pasión, el baloncesto, sino la vida misma. "Fue solo un segundo, pero ese segundo lo cambia absolutamente todo", relató con voz pausada pero firme, ilustrando la fragilidad de la mente humana. Consciente del persistente estigma que aún rodea a la salud mental, el jugador expresó su esperanza de que su testimonio pueda servir de faro y apoyo para otros que atraviesan circunstancias similares, alentándolos a buscar ayuda y romper el silencio.
Entre el deseo y la realidad: El futuro incierto de una leyenda
Aunque el deseo innato de volver a las pistas sigue latente, Rubio admitió con una honestidad dolorosa que, por el momento, no se siente preparado para el regreso. "Me encantaría poder jugar sin toda la carga que implica ser Ricky Rubio, pero eso, lamentablemente, no es una opción real. Quiero jugar al baloncesto, pero en estos momentos, simplemente no puedo. Cada día tengo esta realidad más clara, aunque es una decisión increíblemente difícil de asimilar", explicó, mostrando el profundo dilema al que se enfrenta.
A lo largo de su carrera, Ricky Rubio no solo ha sido una de las figuras más emblemáticas del baloncesto español, sino también una pieza fundamental de la célebre "generación dorada" de la selección nacional, acumulando éxitos y reconocimientos. Sin embargo, detrás de cada canasta y cada victoria, se escondía una batalla constante contra la presión desmedida, las expectativas autoimpuestas y una persistente inseguridad personal. "Cuando salgo a la pista, curiosamente, lo hago pensando que voy a perder. Esta mentalidad me impulsa a esforzarme aún más, pero al mismo tiempo, me ha impedido disfrutar plenamente de los momentos de gloria", reveló, ofreciendo una perspectiva única sobre la psique del deportista de alto rendimiento y la compleja relación con su salud mental.
Ricky Rubio se encuentra actualmente inmerso en un proceso de profunda reflexión personal, sin haber tomado aún una determinación definitiva sobre su continuidad en el deporte profesional. Sea cual sea el camino que elija, su valiente y sincero testimonio ha logrado abrir una conversación crucial y largamente necesaria sobre los desafíos emocionales que enfrentan los atletas de élite y la imperiosa necesidad de normalizar y priorizar el cuidado de la salud mental en el ámbito deportivo y, por extensión, en toda la sociedad.
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