4 de cada 10 españoles está sobrecualificado en su empleo

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19/12/2021 - 13:30
La sobrecualificación laboral afecta a muchos trabajadores

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La precariedad laboral afecta a varias caras. Por un lado, están los jóvenes que carecen de experiencia y que necesitan contratos formativos para engrosar su currículum y que pasan de beca en beca hasta que logran un contrato, con suerte indefinido. Por otro, los que ya cuentan con una experiencia notoria y que son víctimas del mal estado de la economía, pues, o bien están desempleados, o han de aceptar trabajos por debajo de su estatus, lo que les lleva a una situación de sobrecualificación. Esto es especialmente triste para los trabajadores senior, pues, a pesar de gozar de una firme actitud y experiencia, una gran cantidad de trabajos están desapareciendo por la digilización y robotización de multitud de servicios. Muchos de ellos carecen de las necesidades formativas que surgen hoy en día y actualizarse a ciertas edades no es fácil si además hay que sacar una familia adelante.

En suma, esto provoca que ya 4 de cada 10 personas desempeñen una ocupación en España para la que estén sobrecualificados, según esclarece la última Encuesta de Población Activa (EPA) analizada por Asempleo, que detalla que la incidencia de sobrecualificación afecta al 53 % de los menores de 24 años, pero solo al 28 % de los mayores de 55 años.

La mitad de los trabajadores españoles está en situación de sobrecualificación

La realidad muestra que la mitad (50,6 %) de trabajadores posee un empleo en función de su nivel de estudios, frente al 14 % que, por la contra, está infracualificado. La sobrecualificación es uno de los motivos por los que las empresas pueden rechazar un candidato, por temor a que se vaya en cuanto encuentre algo mejor, aunque también puede ser una excusa para no contratar a trabajadores de mayor edad.

No obstante, no conviene resignarse frente a situaciones como la sobrecualificación. El mercado laboral es del todo inestable y formarse es sumamente importante para no quedarse atrás. Por eso, las diferentes administraciones ponen su empeño en ofrecer cursos a personas en situación de desempleo. Ya queda lejos la época en la que uno terminaba sus estudios y se podía olvidar para siempre de volver a hacer un curso, pues los contratos eran más estables y era posible incluso estar de por vida en una empresa si uno quería. Actualmente se habla incluso de formación de por vida, pues hasta las personas con carreras más científicas deben actualizarse a medida que progresa la innovación.

No deja de ser paradigmático el fuerte contraste entre generaciones, concretamente entre la millenial y anteriores como la X o la baby boomer. Hace décadas ir a la Universidad se consideraba como un lujo caro o al alcance de poca gente que podía acceder a becas, principalmente porque los jóvenes empezaban a trabajar mucho antes como aprendices y, si tenían hijos, llegaba a primar el salario fijo frente a la vocación. En la actualidad, casi lo extraño es no tener un grado universitario, lo que lleva en parte a la sobrecualificación y a la vez desequilibra la balanza hacia la Formación Profesional, de cuyas ramas nacen muchos empleos técnicos que no están tan presentes en la universidad, donde suelen primar formaciones teóricas. Eso explica que el Gobierno decidiese mencionarla de forma específica en la titularidad del Ministerio de Educación y Formación Profesional, con el fin de incidir en la importancia de la misma.

No ir a la Universidad podía suceder asimismo por presión familiar, que al afectar a menores llegaba a considerarse trabajo infantil, un mal que sigue presente por desgracia en muchos países en desarrollo como Líbano. Hoy en día, con el paro juvenil más alto de la Unión Europea, sucede que hay muchas profesiones de carácter habitualmente manual como es la construcción, donde hacen falta más de 700.000 trabajadores, lo que podría explicarse por un cierto desinterés de los jóvenes hacia este sector, generalmente denostado y con fama de ser muy duro. También el transporte y la hostelería protagonizan titulares de falta de mano de obra, aunque la temporalidad y las difíciles condiciones de estos sectores no ayudan a atraer atención hacia ellos.

Es, en todo caso, positivo que los jóvenes puedan tener respiro para cumplir sus sueños si el Estado y su situación personal o familiar les amparan frente a terminar trabajando de algo que no les gusta, Lo triste es cuando no le dejan por falta de empleo o de buenas condiciones laborales, lo cual lleva a unos escenarios de sobrecualificación laboral como el que indica la última EPA.

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