Tierra Santa, el conflicto que durará otros 100 años más

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25/05/2023 - 14:35
Tierra Santa desde lejos

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El mes de mayo siempre se encuentra señalado en política internacional al ser uno de los más relevantes puntos de inflexión en el conflicto entre Palestina e Israel, una batalla por la Tierra Santa que ya se alarga más de 100 años. Este año se cumple el 75 aniversario de la creación del Estado de Israel, concretamente un 14 de mayo de 1948, cambiando radicalmente las opciones de detener el conflicto. Explicar a detalle la relación entre Palestina e Israel, implica comprender la naturaleza social, política, religiosa y geográfica, entre otras muchas, del conflicto.

Al fin y al cabo, más de un siglo no pasa en valde y los cambios vividos se van traduciendo también en la transformación de un conflicto que inició oficialmente en 1917 con la declaración Balfour. Un documento redactado por los británicos a finales de la Primera Guerra Mundial, por el que prometían favorecer el retorno del pueblo judío a Tierra Santa. Un territorio con gran relevancia religiosa, ya que esta zona es la cuna de las 3 grandes religiones monoteístas (judía, cristiana y musulmana).

La política y la religión que sacuden la Tierra Santa

Pero, ¿Cómo fue posible? Para empezar porque las zonas geográficas que se consideran como Tierra Santa eran colonia británica durante esos años, por lo que políticamente, pudieron tomar esa decisión, sin pensar demasiado en las implicaciones sociales posteriores. Tras el fin de la Segunda Guerra Mundial y el inicio de los procesos de descolonización de mitad del siglo XX, el pueblo judío ya había tenido tiempo suficiente para ir asentándose y el 1948, aprovechado esta descolonización, proclamaron el Estado de Israel.

A partir de este momento, el conflicto deja de ser una rivalidad entre vecinos que no hablaban el mismo idioma y asentaban su cultura y sociedad en religiones opuestas, pero que convivían en una misma tierra, para convertirse en una auténtica batalla por hacerse con el control del territorio. Según datos recopilados por RTVE, se calcula que cerca de 750.000 árabes se vieron forzados a abandonar Palestina, solo entre esos primeros años, y la violencia inagotable se cernió sobre Tierra Santa.

¿Puede considerarse una guerra?

Calificar el conflicto palestino-israelí es complicado, ya que no se trata de una guerra civil, porque no hubo un Estado conjunto como tal, ni tampoco se le podría llamar "guerra", porque uno de los bandos pocas veces contó con apoyo militar o un ejército real, en este caso el pueblo Palestino, y sobre todo porque actualmente solo Israel está reconocido como Estado, mientras que Palestina permanece en el limbo, lo que impide la actuación de importantes mecanismos internacionales de intervención para frenar la violencia.

Una violencia que hunde sus raíces en el resentimiento, la hostilidad y el maltrato. Una violencia que ha cavado una brecha muy profunda entre ambos pueblos y que incluso ha nacido ya en el corazón de las siguientes generaciones. Una violencia avivada por los muros que separan a unos y a otros y por las vayas y armas que custodian la Tierra Santa de todos ellos, pero que es imposible compartir.

Una explicación más allá de la reivindicación cultural

Dentro de las principales reivindicaciones de ambos pueblos para solicitar el control del territorio nace en la religión y por tanto la cultura. Sin embargo, el motivo por el que es posible que este conflicto no llegue a su fin, al menos en el medio plazo, va mucho más allá y se deja caer en el aspecto geopolítico de la zona.

Israel es el bastión de occidente en el mundo árabe y es desde aquí desde donde se explica el poderoso apoyo de Estados Unidos a este país. Desde donde se comprende las implicaciones políticas de que Donal Trump reconociera Jerusalén, epicentro de la Tierra Santa, como la capital de Israel, y el motivo por el que el pueblo Palestino solo tiene la opción de resistir, pero nunca de ganar.

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