Guía de ajustes razonables: cómo las personas con discapacidad pueden ser docentes en la universidad

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22/09/2025 - 08:33
Mano de una persona leyendo en Braille

Lectura fácil

El mundo académico, bastión del conocimiento y el progreso, tiene una deuda histórica con la inclusión. Durante décadas, las universidades españolas han avanzado en la adaptación para sus estudiantes con discapacidad, pero un eslabón fundamental de la cadena seguía siendo invisible y precario: el del Personal Docente e Investigador (PDI). ¿Cómo puede una persona con una discapacidad visual preparar sus clases? ¿Qué apoyo recibe un investigador con movilidad reducida para trabajar en un laboratorio? ¿Qué flexibilidad se ofrece a un profesor con una enfermedad crónica?

Para dar respuesta a estas preguntas y transformar una necesidad en un derecho ejercitable, CRUE Universidades Españolas y la Fundación ONCE, con el apoyo del Real Patronato sobre Discapacidad, han lanzado una herramienta pionera y transformadora: la "Guía de ajustes razonables para el personal docente e investigador con discapacidad en las universidades". Este documento no es un mero manual; es una hoja de ruta para derribar las barreras que impiden que el talento diverso llegue y permanezca en la cúspide del sistema educativo.

¿Qué son los "ajustes razonables" y por qué son un derecho, no un favor?

El concepto de "ajustes razonables" en la universidad es la piedra angular de la inclusión. Se refiere a todas las modificaciones y adaptaciones necesarias y adecuadas que no impongan una carga desproporcionada o indebida, para garantizar a las personas con discapacidad el goce o ejercicio, en igualdad de condiciones con las demás, de todos los derechos.

Es fundamental entender que no se trata de un privilegio ni de un acto de caridad por parte de la universidad. Es un derecho reconocido por la Convención Internacional sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad de la ONU, ratificada por España. La guía lo deja claro: la ausencia de estos ajustes se considera discriminación.

Estos ajustes pueden ser de muy diversa índole:

  • Adaptaciones físicas: Modificación de la altura de una pizarra, instalación de bucles magnéticos en un aula para personas con audífonos, o la adaptación ergonómica de un puesto en un laboratorio.
  • Apoyos tecnológicos: Provisión de software de lectura de pantalla para docentes ciegos, sistemas de subtitulación en tiempo real para clases o reuniones, o teclados y ratones adaptados.
  • Flexibilidad organizativa: Adaptación de los horarios para compatibilizarlos con tratamientos médicos, redistribución de tareas (por ejemplo, menos clases presenciales en la universidad y más investigación), o la posibilidad de realizar parte del trabajo a distancia.
  • Apoyo humano: Asignación de un asistente personal para tareas específicas o un intérprete de lengua de signos.

Una guía paso a paso: cómo solicitar las adaptaciones en la universidad

La gran aportación de esta guía es que ofrece un protocolo claro y estandarizado para que el PDI sepa cómo actuar. El proceso se puede resumir en varios pasos:

  1. Autoevaluación y preparación: La persona interesada debe primero identificar las barreras concretas que encuentra en su día a día y pensar qué soluciones o ajustes podrían ayudarle a superarlas.
  2. Contacto con la Unidad de Atención a la Diversidad: El primer paso formal es dirigirse al servicio o la oficina de atención a las personas con discapacidad de la propia universidad. Este es el órgano encargado de canalizar la petición.
  3. Presentación de la solicitud formal: Se debe presentar una solicitud por escrito, acompañada del certificado de discapacidad y de un informe que detalle las necesidades específicas y las propuestas de ajuste. La guía ofrece modelos y pautas para redactar esta petición de forma eficaz.
  4. Diálogo y acuerdo: La universidad tiene la obligación de estudiar el caso y abrir un proceso de diálogo con el solicitante para encontrar la solución más adecuada, siempre basándose en la evaluación de un equipo técnico multidisciplinar.
  5. Seguimiento y reevaluación: Una vez implementado el ajuste, se debe hacer un seguimiento para comprobar que es efectivo. Las necesidades pueden cambiar con el tiempo, por lo que el proceso debe ser flexible y abierto a futuras revisiones.

El impacto real: "la universidad no puede permitirse perder nuestro talento"

Esta guía es una herramienta de empoderamiento. Da seguridad jurídica y procedimental a los docentes e investigadores, que a menudo renunciaban a pedir ayuda por desconocimiento, por miedo a ser estigmatizados o por no saber a quién dirigirse.

"Durante años, he invertido cientos de horas de mi tiempo personal en adaptar materiales o he renunciado a asistir a congresos porque la logística era una pesadilla", podría relatar un profesor universitario con una discapacidad. "Esta guía nos da la legitimidad para decir: 'No pido un favor, exijo una herramienta para poder hacer mi trabajo en igualdad de condiciones'".

El beneficio, sin embargo, es bidireccional. Para las universidades, facilitar estos ajustes no es un gasto, es una inversión estratégica. Al eliminar barreras, no solo cumplen con la ley, sino que atraen y retienen talento valioso que, de otra forma, se perdería. Una comunidad universitaria diversa, que incluye a docentes e investigadores con diferentes capacidades y perspectivas, es una comunidad más rica, más innovadora y más representativa de la sociedad a la que sirve. La inclusión del PDI con discapacidad no es solo una cuestión de justicia; es una condición indispensable para la excelencia académica.

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