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Los meses de verano han dejado de ser sinónimo de una sombrilla en la playa o un hotel con pensión completa. Cada generación ha creado su propio mapa de vacaciones, aunque a todos les une el deseo de dejar atrás la rutina, explorar y reconectar con uno mismo.
Vacaciones en función de cada generación
El cambio entre generaciones es evidente y tiene raíces profundas en la evolución de los valores y del contexto socioeconómico. La generación del baby boom creció en una sociedad más estable y estructurada, donde el trabajo era predecible y el ocio estaba claramente delimitado. Para ellos, las vacaciones representaban una recompensa al esfuerzo anual: se planificaban con tiempo, estaban enfocadas en el descanso pasivo y eran vistas como un paréntesis necesario para recuperar energías.
En cambio, la Generación Z ha crecido en un entorno mucho más dinámico, marcado por la incertidumbre, la digitalización y la sobreinformación. Su día a día está atravesado por un flujo constante de estímulos, y su manera de entender el tiempo libre ha cambiado profundamente. Para muchos jóvenes, las vacaciones no significan solamente desconexión, sino también exploración, experiencias intensas o incluso oportunidades para generar contenido y mantenerse activos en redes sociales.
Conciencia global, descanso y autoexpresión
El descanso, entonces, ya no es simplemente parar durante las vacaciones, sino cambiar de ritmo. Esta transformación refleja no solo un cambio en los hábitos, sino una diferencia en las formas de ver el mundo y de adaptarse a él.
Si a eso se suma un entorno económico bastante más incierto y una mayor conciencia global, sus vacaciones son una herramienta de autoexpresión. Viajan para sentir y construir su identidad a través de unas vivencias que merezcan ser contadas y compartidas”, asegura Francisco José Pradana, investigador y profesor del Departamento de Comunicación de la Universidad Europea.
Para los nacidos entre 1946 y 1964, los veranos y las vacaciones siguen estando ligados al turismo nacional, principalmente en la costa. Según datos de Turespaña, el 47 % de los boomers reservan con más de tres meses de antelación y eligen mayoritariamente hoteles o campings tradicionales. Por su parte, los millennials, nacidos entre 1981 y 1996, han transformado el sector con su pasión por las experiencias.
La plataforma Airbnb registró un incremento del 38 % en las reservas hechas por este grupo de edad durante los meses de julio y agosto del año pasado. Y la Generación Z, los nacidos a partir de 1997, valora la inmediatez y la autenticidad.
El 63 % de los viajeros escogen su destino por redes sociales
Según un informe de Booking.com, el 63 % de este tipo de viajeros escogen su destino por recomendaciones de las redes sociales. “El viaje ya no empieza en una agencia sino en el scroll infinito de TikTok o Instagram”, afirma el profesor Pradana.
“Los vídeos cortos y aspiracionales de TikTok actúan como un generador de deseo casi instantáneo, mientras que Instagram funciona como una plataforma de validación, donde buscan el perfil del hotel o del destino para confirmar que su estética y valores conectan con ellos. Finalmente, contrastan todo con reseñas de otros usuarios y recomendaciones de amigos en un proceso de investigación muy activo”.
La conclusión es que el verano ha dejado de ser una experiencia uniforme, lo que enriquece la forma de viajar. El experto reflexiona, por último, sobre las plataformas como Airbnb o Blablacar, “que no sólo han abaratado y flexibilizado el turismo; también le han añadido una capa de experiencia local y autenticidad que el modelo hotelero tradicional normalmente no puede ofrecer”.
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