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La fidelización del talento se ha convertido en los desafíos más complejos para las organizaciones. Un mercado cada vez más cambiante, más volátil y más competitivo provoca que las compañías tengan que apostar por estrategias innovadoras, flexibles y empleado-céntricas para poder conectar con el mejor talento.
Así se puso de manifiesto en el último Bros&Breakfast que organiza Bros Group. Numerosas son las acciones e iniciativas que llevan a cabo las empresas con la intención de atraer y comprometer a los profesionales: retribuciones económicas, incentivos, beneficios sociales, flexibilidad, conciliación... Pero las que, verdaderamente, están triunfando en la batalla por el talento que vivimos son aquellas que ofrecen una cultura atractiva y adaptada a los nuevos tiempos y, sobre todo, un liderazgo coherente, valiente e innovador.
Y es que, habitualmente, el talento no huye de una empresa o un trabajo; huye de una mala estrategia, de una mala cultura, de un mal liderazgo. Eso sí, esa huida no siempre es directa. En muchas ocasiones viene ‘camuflada’ por problemas físicos y, sobre todo, emocionales que no se transforman en una salida directa, sino en desmotivación, en falta de productividad, en absentismo y en dimisiones silenciosas (‘quiet quitting’).
El absentismo va más allá de las bajas médicas
El concepto tradicional de absentismo laboral se refería principalmente a la ausencia física del empleado por causas justificadas o injustificadas, como enfermedades o permisos personales. Sin embargo, cada vez más expertos alertan de un fenómeno creciente: el absentismo emocional o por desmotivación.
Este tipo de absentismo ocurre cuando los empleados están físicamente en su puesto, pero su implicación, energía y compromiso son mínimos.
Esta tendencia, más difícil de detectar y cuantificar, tiene un impacto directo en la productividad, la calidad del trabajo y el ambiente dentro de la empresa. Según diversos estudios, la falta de motivación puede deberse a múltiples causas: una mala gestión, tareas repetitivas, escasa posibilidad de desarrollo profesional o una cultura empresarial poco estimulante.
El impacto de la desmotivación en la empresa
Un trabajador desmotivado puede generar un "efecto contagio" en su equipo. Su falta de interés se traduce en baja productividad, aumento de errores, menos creatividad e incluso en tensiones con los compañeros. Además, muchos empleados en esta situación no buscan apoyo ni lo expresan abiertamente, lo que complica que los equipos de recursos humanos puedan intervenir a tiempo.
Este nuevo absentismo silencioso, también llamado "presentismo descomprometido", es especialmente frecuente en entornos donde no se cuida la salud mental ni el bienestar emocional del personal. También puede derivar en problemas más graves como el síndrome de burnout o la rotación laboral.
Soluciones: motivación, comunicación y bienestar
Para combatir este tipo de absentismo, los expertos recomiendan que las empresas adopten políticas que fomenten la motivación intrínseca, la participación activa y el reconocimiento. Ofrecer oportunidades de formación, establecer canales de comunicación abiertos y cultivar un clima de respeto y crecimiento profesional son medidas efectivas.
El liderazgo también juega un papel clave. Los directivos deben estar atentos a las señales de desmotivación y promover una cultura en la que los empleados se sientan escuchados, valorados y conectados con los objetivos de la organización. Solo así podrá reducirse un fenómeno que, aunque invisible, tiene un alto coste económico y humano.
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