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En pleno corazón de la campiña sevillana, un vecino de Paradas levantó su propia Alhambra tras más de una década de trabajo, 140 visitas al monumento original y una pasión sin límites por el arte andalusí.
La Alhambra sevillana que nació del sueño de un vecino de Paradas
Quien visita el Carmen de los Arrayanes por primera vez suele quedarse sin palabras. Sus arcos de herradura, los elaborados mosaicos, las fuentes de mármol y la fina labor de yesería evocan sin esfuerzo la magia de la Alhambra de Granada. Sin embargo, esta joya no se encuentra en las colinas de la Sabika, sino en pleno corazón de la campiña sevillana, en el municipio de Paradas, a más de 200 kilómetros del monumento que la inspiró.
Este palacete andalusí, de 500 metros cuadrados, no es una simple recreación arquitectónica, sino el resultado de una pasión profunda y de un sueño largamente acariciado. Su creador es José Luis Romero Núñez, un vecino de Paradas que, en 1993, decidió tirar abajo una vivienda y transformar aquel solar en su propio homenaje al arte nazarí.
Lo que comenzó como una idea personal, casi íntima, acabó convirtiéndose en una de las obras más singulares del patrimonio cultural sevillano reciente.
Un sueño forjado a lo largo de décadas
Todo comenzó en la infancia de Romero, cuando cayó en sus manos un libro sobre la Alhambra que había pertenecido a su madre. Desde entonces, su admiración por la arquitectura andalusí creció sin pausa.
Durante más de treinta años estudió el arte islámico, el diseño de los palacios nazaríes y la historia del Reino de Granada. Su fascinación por la Alhambra no solo lo llevó a convertirse en un autodidacta apasionado, sino a realizar más de 140 visitas al conjunto monumental, muchas de ellas con cuaderno y lápiz en mano, dibujando detalles y consultando a artesanos y restauradores.
Aunque no era arquitecto, Romero se encargó personalmente del diseño del edificio. Para ello contó con el apoyo de albañiles y escayolistas del pueblo, así como con la colaboración de artesanos venidos de distintos puntos de Andalucía, especialmente de Granada.
El proceso de la Alhambra fue largo y laborioso, con un total de doce años de trabajo en los que se colocaron nada menos que 125.000 azulejos, se elaboraron más de cien moldes distintos para las yeserías y se cuidó cada rincón del edificio con un mimo casi obsesivo.
Del sueño personal al interés colectivo
En un principio, el Carmen de los Arrayanes fue concebido como una vivienda privada, un refugio donde su autor pudiera disfrutar del arte que tanto amaba. Sin embargo, la belleza y originalidad de la construcción no pasaron desapercibidas.
Poco a poco, el boca a boca hizo que llegaran visitantes de distintos lugares de Andalucía, y finalmente Romero decidió abrir las puertas de su casa al público.
Hoy es posible visitar este rincón único mediante visitas guiadas todos los viernes y sábados, por un precio simbólico de cinco euros. Lo que fue el sueño de un niño que se enamoró de la Alhambra se ha convertido en una obra compartida, una expresión viva del legado andalusí y de la fuerza que puede tener una pasión cuando se persigue sin descanso.
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