Nueve de cada diez anuncios dirigidos a niños corresponden a productos no saludables, alimentos con una valoración D o E en la clasificación NutriScore, algo inadmisible ante el aumento de la obesidad infantil.
Cuando estamos más nerviosos de lo habitual nos sentimos tentados de abrir la nevera para comer lo primero que encontremos. Esto es una mala práctica contra la ansiedad.