Patricia Gómez, madre de Dani, paratleta con autismo severo, afirma que creer en tu hijo sin compararlo lo cambia todo

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16/10/2025 - 16:30
Patricia Gómez y su hijo con autismo severo

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Desde La Coruña, Patricia Gómez comparte el día a día de su hijo Dani, de 15 años, diagnosticado con autismo severo. Entre terapias en casa, deporte diario y una familia unida, muestran cómo la constancia, la inclusión y la confianza en uno mismo pueden transformar cada pequeño logro en una gran victoria.

Desde La Coruña, la historia de Dani y el autismo severo

Patricia Gómez comparte la vida de su hijo Dani, de 15 años, diagnosticado con autismo severo a los cinco. Desde entonces, su casa se transformó en un espacio de aprendizaje constante, con terapias diarias de la Fundación Erik Lovaas y deporte como rutina imprescindible. La familia ha conseguido, además, una comunidad de más de 16.000 seguidores que acompaña cada paso de Dani, mostrando que la inclusión y la constancia cambian vidas.

Cuando a Dani le confirmaron el autismo severo, Patricia tomó una decisión radical: dejar su trabajo como comercial para formarse y convertirse en la principal terapeuta de su hijo. “Queríamos que cada día contara”, explica. La casa se llenó de estrategias, juegos y ejercicios, con un enfoque multidisciplinar que ha sostenido el desarrollo de Dani y ha fortalecido su autonomía. Para Patricia, “hacer visible lo invisible” dejó de ser un lema y se convirtió en práctica diaria.

La importancia de la escuela y la familia

Dani cursa 3º de la ESO en un colegio ordinario, con adaptaciones curriculares significativas. Aun con afectaciones importantes en el lenguaje, participa y progresa constantemente. Patricia enfatiza que cada avance es fruto de esfuerzo, paciencia y constancia. “El diagnóstico de autismo severo no define a mi hijo, cada logro tiene detrás horas de trabajo”, señala.

En casa, su hermana Alba, de 11 años, es una pieza fundamental. Desde pequeña ha participado en las terapias, comprendiendo sin manuales las necesidades de Dani. Su relación muestra que el apoyo familiar no solo enseña, también construye vínculos sólidos y de comprensión mutua.

El deporte como motor de autonomía y autoestima

Dani comenzó en el triatlón tras ser rechazado en varios clubes por su condición. El deporte se convirtió en un espacio donde el diagnóstico de autismo a este nivel no limita, sino que potencia habilidades y fortalece la confianza. Con acompañamiento en las transiciones y ciertas adaptaciones, participa en todas las pruebas, descubriendo que “ganar es cruzar la meta”. El deporte ha generado un entorno de respeto y camaradería, reforzando la autoestima y el sentido de pertenencia de Dani.

Cada sesión de entrenamiento y cada logro alcanzado son cuidadosamente estructurados por Patricia para mantener la motivación. Los micrologros, como correr sin guía o completar un tramo de natación, se celebran como grandes éxitos. La combinación de constancia y pequeñas metas hace que Dani interiorice que “intentar es lograr”, reforzando su autoconfianza pese al autismo severo que enfrenta.

Compartir y ayudar a otros

El proyecto familiar no se limita a Dani, Patricia y su familia buscan inspirar y orientar a otras familias que atraviesan situaciones similares. La visibilidad del proceso y la documentación de entrenamientos, terapias y competiciones demuestra que, con apoyo profesional y familiar, los niños con autismo pueden desarrollarse y superar barreras.

La familia insiste en no comparar a Dani con nadie. La única medida válida es el progreso propio. Patricia recuerda: “Cada día que lo intentas, ya estás ganando”. Con objetivos claros, esfuerzo constante y amor, la vida de Dani y su familia es un ejemplo de cómo el autismo severo no define límites, sino que señala oportunidades para crecer y volar.

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