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Lo que hace unos años parecía un hallazgo ocasional se ha convertido en un problema que preocupa tanto a biólogos como a agricultores. El avispón oriental (Vespa orientalis), identificado por primera vez en 2018 en lugares como Algeciras, ha pasado de ser una curiosidad biológica a una especie invasora en expansión. Hoy, ya se encuentra en gran parte de Andalucía y empieza a aparecer en otras provincias del país, generando alarma entre expertos que temen que, de no actuar pronto, podría colonizar buena parte de Europa.
El avispón oriental es "una máquina de matar" para las colmenas
El avispón oriental no pasa desapercibido. Su cuerpo cobrizo con franjas amarillas lo hace fácilmente identificable, pero más allá de su apariencia, su impacto es devastador para las abejas melíferas. Estas últimas, vitales para la polinización y la producción de miel, se convierten en su principal fuente de alimento.
Azucena González, secretaria general de UPA Cádiz, explica que estos avispones devoran a las abejas para alimentar a sus larvas, lo que reduce tanto la población de insectos como la producción apícola. La situación es grave: según datos recientes, el sector ha perdido un 9 % de sus explotaciones en las últimas tres campañas. “Está paralizado porque no registra más que pérdidas”, añade Leopoldo Castro, entomólogo especialista en especies invasoras.
La densidad de nidos en Andalucía es especialmente alta, destacando provincias como Cádiz, Málaga y Sevilla. Sin embargo, los avistamientos se extienden más allá: se han registrado ejemplares en Ceuta, Albacete, Alicante, Barcelona y Madrid, aunque hasta ahora de forma puntual.
En Málaga, el avispón oriental ha llegado incluso a zonas urbanas, donde se han reportado picaduras a personas. Los nidos pueden encontrarse en lugares insólitos: a ras de suelo, en muros, árboles, contenedores e incluso en playas, lo que dificulta la prevención y el control.
Una amenaza creciente en Europa
El problema no se limita a España. Su pariente cercano, el avispón asiático (Vespa velutina), ya ha causado estragos en Francia, donde se estima que entre el 20 y el 50 % de las muertes de abejas melíferas se deben a esta especie. El avispón asiático llegó a Europa en 2004, probablemente en un cargamento de cerámica desde Shanghái, y desde entonces ha avanzado hacia Hungría, Eslovaquia e incluso Reino Unido.
Eric Darrouzet, investigador de la Universidad de Tours, señala que la actividad humana ha facilitado su expansión, permitiendo que estas especies crucen fronteras y continentes. Según Darrouzet, esta misma dinámica podría explicar cómo el avispón oriental llegó a España desde el norte de África y podría continuar su avance por Europa si no se aplican medidas de control estrictas.
Impacto económico y ecológico
El efecto del avispón oriental va más allá de la apicultura. También afecta cultivos de frutas como uvas, higos y mangos, perforando la piel de los frutos y dejándolos inutilizables para la venta. Además, compite con especies autóctonas como el Vespa crabro, alterando el equilibrio de los ecosistemas locales.
Desde el punto de vista sanitario, aunque su picadura es similar a la de una avispa común, puede desencadenar reacciones alérgicas graves, parálisis temporal y, en casos extremos, anafilaxia, representando un riesgo adicional para la población.
Los expertos coinciden en que la clave para frenar esta invasión radica en medidas rápidas y coordinadas: monitoreo constante, eliminación segura de nidos y concienciación pública sobre los riesgos de transportar productos que puedan contener larvas o adultos de esta especie. Sin acción inmediata, el avispón oriental podría convertirse en una amenaza no solo para la biodiversidad y la agricultura, sino también para la salud humana, replicando el patrón que ya se ha observado con su pariente asiático en otras partes de Europa.
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