Hace 50 años, un sangriento golpe de Estado acabó con la democracia en Chile

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13/09/2023 - 09:13
El 11 de septiembre de 1973 se consumó el golpe de Estado en contra de Salvador Allende que estaba dentro del palacio de La Moneda.

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Este lunes 11 de septiembre, se cumplían cinco décadas desde un violento golpe de Estado que cambió el curso de la historia en Chile. Hace medio siglo, este país sudamericano experimentó un quiebre político que dejó una profunda huella en su sociedad y política.

El fin de la Democracia Chilena y el comienzo de la dictadura

El 11 de septiembre de 1973, Chile fue testigo de un dramático episodio en su historia. Un golpe de Estado liderado por las fuerzas armadas puso fin a una de las democracias más estables de América Latina y dio inicio a una dictadura que duraría 17 años.

Salvador Allende, el presidente socialista de Chile, lideró un gobierno con una ambiciosa agenda de reformas que incluía la nacionalización de la industria del cobre y la redistribución de tierras. Sin embargo, la creciente polarización política y económica condujo a un violento desenlace.

Hace medio siglo, Chile experimentó un cambio drástico en su historia política. El 11 de septiembre de 1973, un golpe de Estado violento marcó el fin de una de las democracias más estables de América Latina y el inicio de una dictadura que se mantuvo en el poder durante 17 años.

Salvador Allende, el presidente socialista elegido democráticamente, lideró un gobierno con una agenda ambiciosa. Buscaba la nacionalización de la industria del cobre, la redistribución de tierras y un mayor control estatal sobre diversas industrias estratégicas y los bancos. Sin embargo, a medida que la economía chilena se deterioraba y la polarización política crecía, surgieron presiones por parte de empresarios, políticos conservadores y otros sectores para que los militares intervinieran.

La conspiración para derrocar al gobierno de Allende involucró tanto a civiles como a militares y recibió financiamiento y apoyo encubierto de la CIA para desestabilizar el país. El resultado fue un sangriento golpe de Estado, algo sin precedentes en Chile hasta ese momento.

Después del golpe, las tensiones políticas persistieron

La izquierda y la derecha se culparon mutuamente por la caída de la democracia. Algunos líderes de derecha justificaron el golpe y minimizaron las violaciones de derechos humanos que le siguieron. Incluso en la actualidad, la polarización en torno a estos eventos históricos continúa.

El mismo día del golpe, Allende se negó a abandonar el palacio presidencial, La Moneda, a pesar de las amenazas de bombardeo por parte de la fuerza aérea. Las fuerzas armadas ya tenían el control del centro de Santiago, la capital. El golpe se había puesto en marcha en el puerto de Valparaíso y la fuerza aérea bombardeó estaciones de radio de izquierda en Santiago.

Allende se quedó en La Moneda junto con su personal mientras el edificio era bombardeado y las llamas se extendían rápidamente. Aunque algunos miembros de su gabinete intentaron negociar con los militares, la resistencia fue en vano.

Allende, médico de formación pero político de carrera, había sido elegido democráticamente en 1970

Antes de que las últimas estaciones de radio leales a él fueran silenciadas, pronunció sus últimas palabras, asegurando que su sacrificio no sería en vano.

Después del golpe, miles de simpatizantes de Allende fueron arrestados y sometidos a trabajos forzados y tortura. La junta militar que tomó el poder implementó un régimen autoritario que duró casi dos décadas, y Pinochet se convirtió en el líder supremo del país.

Las violaciones generalizadas de derechos humanos por parte de las fuerzas armadas y los organismos de inteligencia bajo el control de Pinochet dejaron un oscuro legado. Más de 2,000 personas murieron bajo tortura o fueron ejecutadas, mientras que casi 1,500 desaparecieron. La represión política continuó durante todo el régimen militar.

Aunque no hay evidencia directa de la participación de Estados Unidos en el golpe, documentos desclasificados muestran que el gobierno de Nixon contribuyó a crear un ambiente favorable para el derrocamiento de Allende. Años después, Pinochet enfrentó cargos por crímenes de derechos humanos, pero nunca fue condenado.

Hoy en día, Chile sigue lidiando con las secuelas de ese período oscuro de su historia mientras busca sanar las heridas causadas por la dictadura de Pinochet y conmemora a las víctimas de ese período.

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