El gran impacto de tirar toallitas por el retrete

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20/11/2025 - 18:00
Tirar toallitas por el retrete puede salir caro

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A simple vista, arrojar una toallita por el inodoro puede parecer un gesto inocente y sin mayor consecuencia. Sin embargo, esta práctica está generando un impacto significativo en los sistemas de saneamiento urbanos, en la economía local e incluso en el medio ambiente. En ciudades como Madrid, donde la red de saneamiento alcanza los 16.000 kilómetros de extensión, las toallitas y otros residuos no biodegradables representan una de las amenazas principales para el correcto funcionamiento de las infraestructuras de tratamiento de aguas residuales.

Una red de saneamiento en riesgo por las toallitas

La empresa pública Canal de Isabel II es responsable de mantener y proteger la red de saneamiento madrileña, garantizando que las aguas residuales sean adecuadamente depuradas antes de regresar a los ríos y cauces naturales. Sin embargo, se enfrentan a un enemigo inesperado y cada vez más frecuente: las toallitas higiénicas. En una sola depuradora ubicada en San Sebastián de los Reyes y Alcobendas, se retiran anualmente 33.000 toneladas de residuos no biodegradables, equivalentes a aproximadamente cinco kilos por cada habitante.

Estas cifras llaman la atención sobre un problema que no existía hace dos décadas, cuando el uso de dichos productos no eran tan habituales. Hoy, este producto forma parte de una moda importada y muy extendida, que está saturando las estaciones depuradoras y los conductos de desagüe.

Una amenaza para las infraestructuras y el ecosistema

Aunque algunas toallitas se anuncian como “aptas para desechar en el WC”, la realidad es otra. Estas pueden tardar entre ocho y diez meses en degradarse completamente, mientras que el agua tarda apenas de cuatro a cinco horas en llegar a la depuradora. Esto significa que llegan prácticamente intactas, bloqueando tuberías, rejas y tamices, y provocando atascos que afectan diferentes puntos de la cadena de saneamiento.

El coste económico de esta problemática es elevado. Los madrileños destinan entre 8 y 9 millones de euros anuales únicamente para retirar y disponer adecuadamente estos residuos, incluyendo el transporte, las tasas del vertedero, la reparación de bombas hidráulicas dañadas y el aumento del consumo energético. A nivel nacional, la contaminación causada por las toallitas supone un aumento de entre el 10 % y el 15 % en los costes totales de saneamiento, con un sobrecoste anual que supera los 230 millones de euros.

Además de los impactos financieros, existe un riesgo ambiental serio. En épocas de fuertes lluvias, cuando la capacidad máxima de la red se excede, el excedente de agua contaminada puede ser vertido directamente a ríos y arroyos sin pasar por un tratamiento previo. Esto implica que este producto y otros residuos viajan con el agua, poniendo en peligro la fauna y flora de los ecosistemas acuáticos.

Medidas paliativas, pero insuficientes

Para mitigar el problema, Canal de Isabel II ha implementado diversas medidas de control y retención, como la instalación de más de 70 tanques de tormenta que almacenan el agua contaminada para enviarla a las depuradoras cuando estas tienen capacidad. Además, 300 puntos críticos cuentan con rejillas y mallas para evitar que estos residuos pasen a los cauces naturales.

A pesar de estas acciones, la presión que generan las toallitas y otros residuos no biodegradables sigue poniendo en jaque a las infraestructuras y a los ecosistemas. La retirada de residuos sólidos en aliviaderos constituye una tarea diaria y delicada, que además expone a los trabajadores a riesgos laborales innecesarios al desatascar bombas y tuberías.

El principal factor que sustenta esta problemática es la falta de concienciación social. Muchos usuarios aún desconocen que el único material que debe arrojarse por el retrete es el papel higiénico. El resto de productos, incluido este producto, deben depositarse en contenedores de basura convencionales.

Para fomentar esta sensibilización, Canal de Isabel II lanzó la campaña ‘Encesta las toallitas en la papelera’, invitando a la ciudadanía a modificar un hábito pequeño pero muy perjudicial. Además, plantean una solución sencilla pero efectiva: colocar papeleras en los baños para facilitar el correcto desecho de estos residuos.

Un pequeño gesto con un gran impacto

El tirar una toallita por el inodoro puede parecer insignificante, pero es un gesto con consecuencias que se extienden mucho más allá del baño. Esta acción diaria afecta la economía, la salud de los ecosistemas y la seguridad de los trabajadores encargados de mantener el saneamiento urbano.

Por ello, la responsabilidad está en manos de todos. Cuidar nuestra red de saneamiento y proteger los ríos es posible con un cambio de hábito tan simple como desechar las toallitas en la basura. Recordemos que solo el papel higiénico está diseñado para desintegrarse en el sistema de aguas residuales. Así, pequeñas acciones pueden evitar grandes problemas y ayudar a conservar un recurso tan vital como el agua limpia.

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