#AireLimpioYa para luchar contra la contaminación de los combustibles fósiles

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20/02/2020 - 09:32

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Quemar combustibles fósiles, ya sea carbón o petróleo supone un gasto de 8.000 millones de dólares cada día. Así lo demuestra un estudio de Greenpeace, sobre la contaminación de este tipo de combustibles.

El nuevo estudio de Greenpeace Sudeste Asiático y el Centro de Investigación en Energía y Aire Limpio (CREA), es el primero que analiza de esta forma el coste global de la contaminación procedente de los combustibles fósiles, principalmente del carbón, petróleo y gas.

Esta cantidad la pagamos entre todos, pues asumimos más costes sanitarios y una menor esperanza de vida. Este problema es el causante de las 4,5 millones de muertes anuales a nivel global, lo que equivale, de manera aproximada, un 3,3% del PIB mundial.

La contaminación, el gran enemigo de las sociedades

La contaminación que nos rodea nos impide respirar aire limpio, disfrutar del lugar en el que habitamos, ya que desarrollamos muchos problemas respiratorios, y en el caso de los alérgicos, la polución agrava este problema.

Los combustibles fósiles son una fuente de energía que tiene un coste muy caro, y es algo ineficaz. Pero al seguir siendo la fuente principal de energía en casi todo el mundo no se hace nada al respecto.

Ni los productores de combustibles fósiles ni los principales consumidores asumen los costes externos que tiene la quema de carbón o de los derivados del petróleo.

El último vídeo que ha lanzado Greenpeace anima a exigir #AireLimpioYA

Se supone que la contaminación, si es tu empresa quién la produce, tienes que pagar. Pero eso no es del todo así. Hay sectores en Europa que disfrutan de exenciones fiscales en sus combustibles, como sucede con el queroseno de los aviones, el fuel oil pesado de muchos barcos, o con la desigualdad del diésel frente a la gasolina.

Desde Greenpeace señalan que, si acabáramos con los combustibles fósiles podríamos obtener importantes beneficios sanitarios y económicos.

Esos esfuerzos serían beneficiosos para nuestra salud, y para frenar el cambio climático. El caso es que vivimos en un mundo en el que las soluciones existentes son numerosas y asequibles, pero que nunca acabamos por poner en marcha.

Las personas de todo el mundo exigimos un aire limpio y los gobiernos deben actuar en consecuencia: detener la construcción de nuevas centrales térmicas de carbón y cerrar las ya existentes, invertir en sistemas de transporte público y evolucionar hacia la energía renovable tan rápido como sea posible.

Más de 23.000 millones de dólares al año, solo en España

La China continental, India y Estados Unidos son las regiones que más costes asumen por su mala calidad del aire. Pero los países de la Unión Europea no son en absoluto ajenos a los impactos derivados de la contaminación de los combustibles fósiles.

Greenpeace y CREA han estimado en su informe que son 398.000 las muertes prematuras en la UE vinculadas a enfermedades causadas por la quema de carbón y derivados del petróleo.

El informe refleja que en España la contaminación causada por los combustibles fósiles se refleja con un gasto de 23.631 millones de dólares anuales. Esto equivale al 1,68% de nuestro PIB, analizando las emisiones de micropartículas, ozono y dióxido de nitrógeno.

De hecho, España se encuentra ante el Tribunal de Justicia de la Unión Europea por los reiterados incumplimientos de los niveles máximos de contaminación, el cual procede fundamentalmente de los automóviles de combustión.

La pasividad de los gobiernos españoles con respectos a la lucha por la calidad del aire, ley obligatoria desde el 2010, han llevado al país a enfrentarse a sanciones millonarias

El informe de Greenpeace refleja que están en riesgo hasta 35.000 vidas al año. Y a pesar del enorme coste económico y social que supone la contaminación, existen administraciones que promueven el uso de combustibles fósiles.

Según la ONG medioambiental, estas empresas siguen incentivando el uso del coche en las ciudades, apoyan la construcción de nuevos aeropuertos o retrasan el cierre de centrales térmicas, poniendo en riesgo la salud de la población y la reducción de emisiones necesaria para luchar contra a la crisis climática.

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