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En el panorama laboral actual, marcado por una creciente demanda de equilibrio entre la vida profesional y personal, la flexibilidad laboral se ha consolidado como una de las aspiraciones más valoradas por los trabajadores. Lejos de ser un capricho, se percibe como una herramienta esencial para mejorar el bienestar, la motivación y la productividad. Sin embargo, en España, la realidad dista mucho de las expectativas.
Los resultados del último estudio sobre Bienestar y Salud Laboral de Edenred, realizado junto a Savia, revelan una brecha significativa y preocupante: solo 2 de cada 10 españoles cuentan con flexibilidad laboral total, ya sea en forma de teletrabajo completo o de plena adaptación horaria, mientras que un alarmante 43 % de los trabajadores españoles sigue sin disfrutar de ninguna medida flexible.
Este desajuste entre el deseo y la implementación no solo impacta en la satisfacción individual, sino que plantea serios interrogantes sobre la competitividad de las empresas y la capacidad de España para atraer y retener talento en un mercado laboral en constante evolución.
Un deseo claro, una realidad limitada
El estudio de Edenred y Savia arroja luz sobre una paradoja. Por un lado, la mayoría de los trabajadores españoles reconoce los beneficios de la flexibilidad laboral:
- El 52,6% de los españoles afirma que la flexibilidad laboral incrementa directamente su motivación y bienestar. Esta cifra subraya el valor estratégico que los empleados otorgan a la capacidad de gestionar su tiempo y espacio de trabajo. La flexibilidad no solo mejora la conciliación familiar y personal, sino que también reduce el estrés, aumenta la autonomía y fomenta un mayor compromiso con la empresa.
- Herramienta estratégica: La flexibilidad es vista como un motor para reforzar la productividad y el compromiso dentro de las organizaciones, un beneficio mutuo tanto para el empleado como para el empleador.
Por otro lado, la implementación de estas medidas es notablemente baja:
- Solo un 20 % de los españoles disfruta de flexibilidad laboral total, lo que incluye teletrabajo completo o adaptación horaria sin restricciones.
- Un 43 % de los trabajadores no dispone de ninguna medida flexible, lo que significa que casi la mitad de la fuerza laboral española sigue anclada en modelos tradicionales de presencialidad y horarios rígidos.
Esta brecha sugiere que, a pesar de las lecciones aprendidas durante la pandemia sobre la viabilidad y los beneficios del teletrabajo y los horarios adaptados, muchas organizaciones no han logrado o no han querido integrar estas prácticas de forma estructural.
Sesgos generacionales y diferencias territoriales
El estudio también revela cómo la flexibilidad laboral no se distribuye de manera uniforme, mostrando marcados sesgos:
- Brecha generacional: La Generación Z (18-24 años) es la que más disfruta de modelos flexibles, con un 31 % que afirma contar con flexibilidad total. Esto se alinea con las expectativas de las nuevas generaciones, que valoran la autonomía y el equilibrio por encima de otros factores. En contraste, entre los Baby Boomers (55-60 años), la cifra cae drásticamente hasta el 12 %, siendo el colectivo más afectado por los modelos tradicionales, con un 57 % que asegura no disponer de ninguna medida de flexibilidad. Esto podría deberse a roles más tradicionales, menor familiaridad con herramientas digitales o una menor presión por parte de este colectivo.
- Disparidades territoriales: A nivel geográfico, existen diferencias notables. Andalucía (23,9 %), Galicia (22,6 %) y Madrid (20,8 %) lideran en acceso a flexibilidad total. Estas regiones, especialmente Madrid, con un ecosistema empresarial más diverso y tecnológico, pueden estar adoptando modelos más avanzados. En el otro extremo, comunidades como Castilla y León (62 % sin flexibilidad) o País Vasco (50 %) siguen ancladas en modelos más tradicionales, lo que podría estar relacionado con su estructura económica o cultural. Barcelona, una de las grandes capitales, ocupa el cuarto puesto entre las provincias con menor acceso a medidas flexibles y, además, destaca por tener el mayor porcentaje de compañías que están empezando a reducirlas (17,4 %), lo que sugiere una posible reversión de tendencias en algunas empresas.
Las barreras: cultura y organización, no tecnología
Un hallazgo crucial del estudio es que los principales obstáculos para la implementación de la flexibilidad no son de índole tecnológica, sino que residen en aspectos culturales y organizativos:
- Necesidad de presencialidad (50 %): Si bien es cierto que algunas funciones requieren presencia física (producción, comercio, sanidad), este porcentaje también engloba la percepción, a menudo arraigada, de que el trabajo presencial es sinónimo de mayor control y productividad.
- Políticas internas de las compañías (40 %): Las estructuras jerárquicas rígidas, la falta de confianza en los empleados, la resistencia al cambio por parte de los líderes o la ausencia de políticas claras y bien definidas son frenos importantes.
Como señala Olga Zografou, Directora de People & CSR de Edenred España, "en un contexto en el que la motivación, la conciliación y la atracción de talento son prioritarios para empresas y equipos, los datos confirman que avanzar hacia modelos más flexibles ya no es solo una cuestión de competitividad, sino también de bienestar y productividad". La flexibilidad, por tanto, no es una moda, sino una necesidad estratégica para el futuro del trabajo.
El camino hacia un futuro laboral más flexible e inclusivo
Superar esta brecha requiere un cambio de mentalidad profundo en el tejido empresarial español. Las empresas que abracen la flexibilidad no solo mejorarán el bienestar de sus empleados, sino que se beneficiarán de:
- Mayor atracción y retención de talento: Especialmente entre las nuevas generaciones.
- Aumento de la productividad: Empleados más motivados y con mejor equilibrio personal-profesional tienden a ser más eficientes.
- Reducción del absentismo y la rotación: Un entorno flexible reduce el estrés y fomenta la lealtad.
- Mayor resiliencia ante crisis: La capacidad de adaptarse a diferentes modelos de trabajo se ha demostrado vital.
La flexibilidad laboral no es solo una prestación; es un componente esencial de una cultura empresarial moderna que valora a sus empleados, potencia su rendimiento y construye organizaciones más sólidas y adaptadas a los desafíos del siglo XXI. La evidencia es clara: es hora de que la realidad alcance a las expectativas.
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