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Una ONG ecologista alerta que España está exportando cada año miles de millones de litros de agua a través de frutas y verduras, una cantidad que duplica el consumo doméstico del país, mientras las provincias mediterráneas enfrentan una creciente escasez hídrica. El informe “España, el frutero de Europa” revela el impacto ambiental y social de un modelo agroindustrial intensivo, dominado por grandes empresas y fondos de inversión.
España y el agua que se exporta en frutas y verduras
Una ONG ecologista ha alertado sobre un problema creciente en España: cada año se exportan miles de millones de litros de agua en forma de frutas y verduras, una cantidad que duplica el consumo de agua en los hogares del país. Esta situación resulta especialmente grave en las provincias mediterráneas, donde la escasez hídrica es cada vez más severa.
Según un informe reciente, España se ha convertido en un importante exportador de agua a través de su producción agrícola. Solo en 2024, la huella hídrica de estas exportaciones superó los 4.600 hectómetros cúbicos, frente a los 2.212 hm3 consumidos por todos los hogares españoles ese mismo año. Esto evidencia un desbalance entre las necesidades locales y la demanda internacional.
El informe subraya que el modelo agroindustrial español está concentrado en grandes macroexplotaciones y fondos de inversión que priorizan las ganancias sobre la sostenibilidad. La producción de frutas y verduras consume grandes volúmenes de agua, principalmente en zonas donde los recursos hídricos son limitados. Las frutas, en particular, concentran la mayor parte de la huella hídrica, aunque la producción de hortalizas también supone un consumo significativo.
Estos datos muestran que la agricultura intensiva no solo genera un impacto ambiental considerable, sino que también provoca problemas sociales. Pequeños y medianos agricultores se ven desplazados, mientras grandes empresas controlan la mayor parte del agua y la tierra cultivable.
Destinos y cifras de exportación
Los principales destinos de estas exportaciones son Alemania, Francia, Italia y Reino Unido, siendo Alemania el país que recibe más de la mitad del agua exportada en productos agrícolas. La ONG señala que este patrón de exportación equivale a enviar un recurso esencial para la vida fuera del país, incluso cuando muchas regiones españolas sufren sequías recurrentes.
La situación refleja un modelo que prioriza los beneficios económicos de unos pocos sobre la sostenibilidad y la seguridad hídrica de la población española. La concentración de explotaciones y la pérdida de pequeños productores agrava la vulnerabilidad de las comunidades rurales y del ecosistema.
Consecuencias y posibles soluciones
El informe recalca que la exportación masiva de frutas y verduras está ligada a la explotación intensiva del agua, algo insostenible a largo plazo. Ante esto, la ONG plantea medidas claras: reconocer el agua como derecho humano, limitar la expansión de regadíos, priorizar la agricultura familiar y sostenible, y garantizar transparencia en la gestión de los recursos hídricos.
Estas medidas buscan equilibrar la producción agrícola con la protección ambiental y social, evitando que los intereses económicos de grandes empresas comprometan el futuro de la población y del territorio. El informe también destaca que, si no se toman medidas, la escasez de agua y la desertificación podrían empeorar en los próximos años.
La agricultura es esencial para la economía y la alimentación, pero el modelo actual de exportación intensiva de frutas y verduras pone en riesgo recursos vitales como el agua. A medida que los efectos del cambio climático se intensifican, España debe replantear su estrategia agrícola y buscar soluciones que prioricen la sostenibilidad y la equidad.
Solo así será posible garantizar que el agua, y los productos, como frutas y verduras, que dependen de ella, beneficien tanto al país como a sus habitantes.
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