La huella de carbono se mide en la producción agrícola de Sevilla

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20/08/2020 - 12:14

Lectura fácil

La huella de carbono es un indicador ambiental que refleja la totalidad de gases de efecto invernadero emitidos durante el ciclo de vida de un producto

Contar con información sobre la huella de carbono de los productos aporta beneficios a marcas. Además dos tercios de los consumidores apoyan que los productos alimentarios contenta una etiqueta con esta información.

Es por eso que en España contamos con proyectos como 'Life Agromitiga'. Desarrollado en un total de 35 fincas demostrativas de Andalucía persigue desarrollar estrategias de mitigación del cambio climático mediante la agricultura inteligente en el uso del carbono.

Este proyecto cuenta con socios como la Asociación Española Agricultura de Conservación Suelos Vivos, Asaja Sevilla, la Universidad de Córdoba, la Federación Europea de Agricultura de Conservación, el Ifapa y la Consejería de Agricultura de Andalucía.

La huella de carbono muchas veces se obvia en los productos alimentarios

Uno de lo elementos centrales del proyecto es el seguimiento de la huella de carbono en el suelo, pues esto dará la posibilidad de obtener datos sobre la capacidad sumidero del suelo, ajustados a la diversidad de terrenos agrícolas andaluces.

El objetivo es demostrar que el sector agrario puede contribuir a la reducción de gases de efecto invernadero y mantener el fin productivo perseguido por los agricultores.

De esta forma se abren las puertas al sector agrícola en general y a los agricultores en particular puesto que al mercado de carbono, con la creación de una herramienta de cuantificación del efecto sumidero de carbono en suelo.

El proyecto de vigilar la huella de carbono se ejecuta desde finales de 2018 y finalizará en 2022. Esto cubre las zonas agroclimáticas más representativas de Andalucía, con cultivos herbáceos (rotación de trigo, girasol y leguminosas) y leñosos (olivar, cítricos, almendro y pistacho).

Así, utilizando la agricultura de conservación, se trabaja con un modelo productivo que favorece una absorción más inteligente del carbono.

Esta tarea va dentro de la aplicación de Buenas Prácticas Agrarias, que consisten en el mantenimiento de una cobertura vegetal en el suelo, realizar la mínima alteración mecánica del terreno en la siembra y el establecimiento de rotaciones de cultivos.

"Se está finalizando la primera campaña de estudio, donde estamos haciendo seguimiento a todas las explotaciones cultivadas bajo el sistema de la agricultura de conservación, comparando el secuestro de carbono con explotaciones testigos basadas en el laboreo convencional", explicaba Óscar Veroz, coordinador del proyecto.

Un modelo que espera poder ser exportado a otros países

El proyecto de vigilancia de la huella de carbono espera dar el salto a países como Portugal, Italia y Grecia. Los programas Life, según explica el coordinador, no son proyectos de investigación, sino que se trata de proyectos demostrativos. Es decir, cuenta con un "background" científico muy importante para poder desarrollarlo y llevarlo a cabo.

Veroz explicaba que, según un metaanálisis de los estudios realizados en España sobre la agricultura de conservación "la técnica de siembra directa es capaz secuestrar hasta 0,85 tonelada de huella de carbono por hectárea y año más que un manejo convencional".

Esto supone demostrar que, en un año, una hectárea de cultivo en siembra directa es capaz de secuestrar 3,14 toneladas de dióxido de carbono.

Las cubiertas vegetales suponen 1,54 toneladas de huella de carbono por hectárea y año. Esto deja ver que en un año, una hectárea de cultivo en siembra directa es capaz de secuestrar 5,7 toneladas de dióxido de carbono.

En Sevilla, la patronal agraria Asaja Sevilla, que es socia del proyecto, lleva trabajando en el fomento de prácticas de la agricultura de conservación durante más de dos décadas, a través de:

  • Los proyectos Doñana Sostenible (años 2001-2004)
  • Humedales Sostenibles (2004-2007)
  • Life Esteparias (2009-2013)
  • Life Climagri (2014-2018)
  • Life Agromitiga (2018-2022)

Esto supone una forma de cultivar que se centra en reducir la erosión del suelo hasta en un 90% si se compara con el laboreo convencional.

Las técnicas de agricultura de conservación avanzan

En Andalucía se producen avances en este ámbito, pero de momento, a paso lento. Aún así, ya cuentan con 100.639 hectáreas en siembra directa ( el 11,5% de la superficie total de cultivos herbáceos) y más de 754.000 hectáreas que ocupan cubiertas vegetales (38% de la superficie de cultivos leñosos), siendo la región andaluza líder nacional en cubiertas vegetales en olivar.

El coordinador del proyecto apunta que aún queda mucho que hacer, pues existe una "resistencia al cambio de filosofía" a pesar de que está demostrando que implica menos costes al suprimir las operaciones de labranza.

La agricultura de conservación cuenta con el respaldo de varios estudios que, según Veroz, demuestra que se consigue un 20% de reducción de costes respecto a la agricultura convencional.

El proyecto de vigilancia de la huella de carbono enmarcado dentro de la agricultura de conservación, cumple los requisitos ambientales y climáticos marcados por la UE, así que, según Veroz "es necesario que haya incentivos en la nueva PAC, vía Eco-esquemas o vía desarrollo rural del Segundo Pilar".

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