Medicamentos y medio ambiente: La farmacontaminación, que poco se conoce

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27/03/2021 - 12:00
Pastillas / Pixabay

Lectura fácil

Comprometerse con el medio ambiente se ha convertido en algo fundamental en el mundo de hoy en día: dar una nueva vida a los objetos que desechamos o, cuando ya no hay más remedio que tirarlos, deshacernos de ellos de la manera menos contaminante son gestos básicos de sostenibilidad. Pero, ¿qué pasa con los medicamentos?

La contaminación de los distintos compartimentos medioambientales (agua, suelo y aire) por residuos farmacéuticos constituye un problema para el medio ambiente.

Actualmente se estima que se están usando un total de, aproximadamente, 4.000 sustancias farmacológicamente activas diferentes a nivel mundial, tanto para medicina humana como veterinaria. El consumo de medicamentos no para de crecer, con una estimación de 4.5 billones de dosis consumidas solo el año pasado. Como es lógico, el incremento en el uso de fármacos hará que, paralelamente, el volumen de residuos medicamentosos que acaba en el medio ambiente también aumente.

En la mayoría de los Estados Miembros de la UE, aproximadamente la mitad de los medicamentos humanos no utilizados (del 3 al 8 % del total vendido) no se recogen.

En todos los compartimentos medioambientales se han detectado residuos de medicamentos

Los fármacos pueden ser considerados como tóxicos ambientales, con importantes efectos en flora, fauna y en los ecosistemas. De hecho, constituyen lo que se conoce como contaminantes emergentes, definidos como contaminantes previamente desconocidos o no reconocidos como tales cuya presencia en el medio ambiente no es necesariamente nueva pero sí la preocupación por las posibles consecuencias de la misma.

El estudio del impacto medioambiental de los fármacos se encuentra entre las líneas de investigación prioritarias de los principales organismos dedicados a la protección de la salud pública y medioambiental, tales como la Organización Mundial de la Salud (OMS) o la Comisión Europea.

Entre los años 2000 y 2003 se observó un inusual incremento en la mortalidad de ejemplares de determinadas especies de buitre en el subcontinente indio. Su población disminuyó drásticamente, y las aves pasaron a engrosar la lista de animales en peligro de extinción. La causa sorprendió a la comunidad científica; se trataba de un medicamento antinflamatorio utilizado en el ganado: el diclofenaco. Quedó acreditado que estas aves carroñeras morían al alimentarse de cadáveres de vacas previamente tratadas con este fármaco.

En cuanto a los riesgos para la salud humana, destaca el creciente problema de las resistencias a los antibióticos, definido como el principal problema de salud pública a nivel mundial por parte de la Organización de la Naciones Unidas (ONU), siendo la farmacontaminación una de las principales causas.

La reducción de la farmacontaminación representa un asunto de máxima prioridad, y está perfectamente alineada con la consecución de los Objetivos de Desarrollo Sostenible.

Es evidente que vivimos en un mundo cada vez más contaminado

Los problemas de toxicidad ocasionados por hidrocarburos, metales pesados, pesticidas etc., son bien conocidos por la opinión pública. Sin embargo, desde hace un tiempo, se empieza a tener muy en cuenta a los denominados contaminantes de interés emergente, entre los que destacan los fármacos.

Las publicaciones en revistas científicas referentes a la presencia de productos farmacéuticos en el medio ambiente han crecido exponencialmente en las últimas décadas.

Ciclo de la farmacontaminación
Ciclo de la farmacontaminación

¿Cómo llegan los fármacos al medio ambiente?

Los fármacos pueden llegar al medio ambiente por muchas vías: producción, consumo y manejo de los residuos. Aunque hoy en día se considera que la fuente más importante son las aguas residuales, los fármacos pueden llegar al medio acuático por otros medios entres los que se incluyen, por ejemplo, la acuacultura, el agua de escorrentía del sector agrícola, etc. Además, las estaciones de depuración de aguas residuales no están específicamente diseñadas para eliminar fármacos, por lo que algunos de ellos permanecen inalterados y son vertidos a los ríos y nichos ecológicos.

Hasta el momento se han detectado residuos de más de 700 fármacos diferentes en el medio ambiente, principalmente en aguas residuales, ríos y lagos, pero también en suelo, aire e incluso en el agua del grifo que bebemos.

El efecto de los anticonceptivos hormonales en la feminización de peces y anfibios, y la aparición de resistencias por vertidos de antibióticos son posiblemente los más conocidos.

Estudios recientes sugieren que determinados medicamentos, al igual que ocurre con otros contaminantes como los pesticidas, pueden acumularse a lo largo de la red trófica. Esto explica que las concentraciones en los tejidos de peces e invertebrados pueden ser mayores que las que encontramos en ríos y lagos.

El abordaje de la farmacontaminación se encuentra entre las líneas de investigación prioritarias de los principales organismos dedicados a la protección de la salud pública y medioambiental, tales como la Organización Mundial de la Salud (OMS) o la Comisión Europea. Los fármacos ofrecen un beneficio incuestionable, tanto a la salud humana como animal, por lo que habría que evitar medidas que restrinjan el acceso a aquellos fármacos que resulten necesarios. Por lo tanto, para afrontar el problema de la farmacontaminación será necesaria una estrategia integral, contando con la participación de todos los agentes implicados en el complejo ciclo de vida del medicamento.

Una idea atractiva y que a largo plazo puede resultar decisiva es la de diseñar medicamentos más ecológicos y biodegradables

Asimismo, necesitamos ahondar en un mejor uso de los medicamentos, es decir, usarlos de forma “racional”, con una perspectiva de “una única salud” o “One Health”, tratando de conseguir una salud óptima para las personas, los animales y nuestro medio ambiente, teniendo en cuenta las interrelaciones existentes.

Probablemente, en un futuro no muy lejano, sea necesario implementar un concepto revolucionario como la “eco-prescripción”, o “prescripción verde”, donde los médicos tendrán en cuenta las características y comportamiento medioambiental de los fármacos a la hora de prescribirlos.

La generalización de la adopción de esquemas de devolución como el SIGRE, en el que los residuos farmacéuticos son adecuadamente gestionados, será otro elemento clave.

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