Morir antes de nacer: ¿Cómo actuar ante una muerte de este tipo?

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07/03/2021 - 11:00
Juguetes en una cuna vacía / Pixabay

Lectura fácil

Morir antes de nacer es un resultado que no se espera. Posiblemente, ni siquiera se hubiese contemplado antes durante alguna de las muchas visitas al ginecólogo de una mujer embarazada. Casi nunca se tiene conciencia de la fragilidad de la vida de una persona que aún no ha nacido.

Ningún padre espera escuchar que su bebé no tiene latido cuando acude a una consulta de control del embarazo. De hecho, muchas mujeres ni siquiera conciben el alcance de tales palabras.

Aun cuando el profesional sanitario explica la fatal noticia, hay ocasiones en las que ellas se siguen preguntando qué se puede hacer, cuál es la solución.

La muerte de un futuro bebé siempre es dolorosa

Morir antes de nacer es doloroso si se produce en las primeras semanas de gestación (aborto), como después de la semana 22 (muerte fetal) o incluso ya habiendo dado a luz en los primeros 28 días de vida (muerte neonatal).

Cada 16 segundos se produce una muerte fetal. Esto significa que cerca de 2 millones de bebés nacen muertos cada año. Lo que hace que estas muertes sean aún más trágicas es que la mayoría de ellas podrían prevenirse con una atención de calidad durante el embarazo y el parto.

¿Cuáles son las causas de la muerte de un hijo? - Y digo hijo porque ante este tema debemos aprender a utilizar palabras como “hijo” o “hija”, o incluso el nombre, en lugar de “feto”. Lo ideal es aprender a utilizar las palabras adecuadas al dirigirse a esos padres. - En la mayoría de ocasiones, no hay una causa concreta de la muerte. En otras, se puede deber a malformaciones genéticas, patologías maternas o alteraciones de la placenta o del cordón.

En el primer trimestre las pérdidas suelen deberse a problemas cromosómicos del embrión o enfermedades autoinmunes de la madre. A partir de la semana 24, cuando se considera que el bebé es viable, las muertes suelen tener que ver más con problemas de la placenta.

Lo cierto es que aproximadamente un 1 % de los embarazos acaban en muerte fetal y que la cifra se triplica en los países en vías de desarrollo.

Además, probablemente se trate de números que no son del todo correctos, debido a la infradeclaración de casos.

Morir antes de nacer sigue siendo tabú social

Muchas de las parejas que pierden un hijo durante el primer trimestre no lo cuentan. Y es que si la muerte sigue siendo un tabú social, la de un bebé en el útero materno lo es aún más. La sociedad no está preparada. Te pasa esto, lo cuentas, y luego nadie te pregunta ni cómo estás.

La muerte antes de nacer no está legitimada ni por la sociedad, ni por la familia, ni por el entorno, ni en demasiadas ocasiones por los profesionales de la salud. De hecho, ni existe si quiera una palabra para designarla en España.

Atendiendo a datos, en nuestro país se producen alrededor de 2.000 casos de muertes intrauterinas al año durante el tercer trimestre de gestación. Son 5 bebés de cada 1.000 nacidos. La cifra asciende hasta 6 niños al día si se cuentan las pérdidas del primer y segundo trimestre, según recoge un informe de Umamanita, la primera asociación que hubo en España de apoyo a la muerte perinatal.

La gente no se muere más a los 90 años, sino antes de nacer

Ahora bien, desde una perspectiva humana, cualquier muerte es una tragedia. Es en este tipo de casos, la calidez humana y la empatía desempeñan un papel fundamental. No debe reducirse la importancia del problema únicamente a su prevalencia.

La muerte afecta principalmente a la madre, pero también a otros miembros de la familia. De hecho, los costes de la muerte perinatal también son grandes para la sociedad. Aun así, el duelo parece invisible tanto para el conjunto de la ciudadanía como para muchos profesionales sanitarios.

Las madres que han sufrido muertes perinatales pueden tener problemas de salud como consecuencia de esta experiencia traumática. Además, el duelo puede complicarse e incluso cronificarse.

Estas madres y padres también están huérfanos, son unos grandes olvidados

El sistema y gran parte de los centros no disponen de un programa, protocolo o plan de actuación para auxiliarles durante el proceso de duelo por morir antes de nacer. Por su parte, los profesionales no siempre tienen la formación adecuada para cuidarles.

Además, la sociedad parece que tampoco está preparada para saber cómo actuar con ellos. Derivadas de tal necesidad de ayuda, información y apoyo, estas mujeres, hombres y familias crean asociaciones como Matrioskas.

Se debería individualizar el modo de cuidar a estas madres y familias, teniendo en cuenta sus circunstancias y la fase del duelo en la que se encuentren, en la medida de lo posible. El resto de familias están alegres. Al fin y al cabo, después del que puede haber sido un duro y doloroso parto, su bebé ya está con ellos.

Recomendaciones para afrontar el duelo por un aborto espontáneo o la muerte de un recién nacido

  • Lo primero sería no culpabilizarse por los propios sentimientos.

Sentir dolor a lo largo de un duelo es normal, incluso sentir que se está viviendo algo irreal o un sueño. También es posible que la pareja sienta enfado o ganas de buscar un culpable.

Los allegados responden con frases como "Eres joven, puedes tener otro" y a los padres puede parecerles que el embarazo nunca tuvo lugar. Si eres uno de los familiares de la pareja que experimenta la fatalidad que su bebé ha muerto antes de nacer, evita este tipo de frases.

  • Los profesionales recomiendan hablar con la familia y explicarles si hay algo en su comportamiento que te disgusta o cómo preferirías que te ayuden.

Para estos puede resultar muy complicado saber qué hacer en estas circunstancias. Los profesionales insisten en que lo importante es acompañar, es decir, mostrar cercanía física y emocional con la pareja que ha sufrido la pérdida. No hay que decir nada si no se sabe qué decir. Lo importante es escuchar y no cambiar de tema si sale el tema en una conversación.

  • Si surgen problemas, se deben afrontar con una buena comunicación.

Es importante no asumir los sentimientos o las necesidades de la otra persona y respetar los tiempos de recuperación. El duelo provoca un gran cansancio físico y emocional que puede afectar a las relaciones.

  • Aplaza las decisiones importantes hasta un momento mejor.

Una de las cosas en las que insisten los expertos es que lo más probable es que no se pueda pensar con demasiada claridad tras pasar por un suceso de ese calibre. La decisión sobre un nuevo embarazo se debe posponer hasta que no se haya resuelto adecuadamente el dolor que supone morir antes de nacer.

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