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Un reciente informe elaborado por Plan International en colaboración con la Universidad de Cardiff ha puesto de manifiesto que una mayoría abrumadora de niñas y adolescentes, el 63 %, desafía en su vida cotidiana las normas y estereotipos de género. Lo hacen de manera “creativa y valiente”, aunque con frecuencia optan por mantener estas acciones en secreto para evitar represalias y preservar su integridad. El documento, titulado La resistencia cotidiana de las niñas, expone cómo, desde los detalles más pequeños, ellas son agentes de cambio social, aun cuando la sociedad no siempre les ofrece un entorno que les permita expresarse con libertad.
Resistencias silenciosas para mantener la seguridad al romper con los estereotipos de género
El informe describe que muchas niñas rompen estereotipos de género sin que sus familias o comunidades sean conscientes. Algunas encuentran formas discretas de generar ingresos propios, otras conservan amistades o mantienen relaciones que no encajan con las expectativas impuestas. Estas prácticas, aunque ocultas, son reales y frecuentes. El análisis indica que casi la mitad de las niñas consultadas (47 %) sí llega en algún momento a desafiar abiertamente los estereotipos de género, aun sabiendo que esto puede implicar consecuencias negativas.
El estudio insiste en que la resistencia visible, aunque necesaria, puede resultar arriesgada. El 83 % de las niñas que desobedecieron estas normas aseguró haber padecido castigos físicos durante la infancia, lo cual explica por qué tantas optan por actuar desde la discreción. La presión social y familiar, unida al temor a la violencia, provoca que muchas de estas acciones de empoderamiento se desarrollen de forma silenciosa.
La directora general de Plan International, Concha López, alertó de que no se alcanzará la igualdad de género mientras las niñas continúen sintiéndose obligadas a ocultar su expresión y sus decisiones. Según declaró, las menores “ya están impulsando cambios reales”, pero necesitan sistemas que las protejan: leyes que garanticen sus derechos, adultos que respalden sus iniciativas, espacios seguros y la posibilidad de expresarse sin miedo.
Una investigación de 18 años que sigue la evolución de 142 niñas
El estudio se apoya en casi dos décadas de trabajo del proyecto Real Choices, Real Lives, una investigación cualitativa que ha acompañado a 142 niñas de nueve países desde su nacimiento hasta su llegada a la adultez. Este seguimiento prolongado permitió identificar cómo, incluso sin asumirse como activistas, muchas niñas desempeñan algún tipo de participación política en su día a día, rompiendo así con los estereotipos de género.
Los investigadores destacan que esta participación es a menudo silenciosa, pero no por ello menos relevante. Cada decisión que toma una niña para defender su libertad personal, por pequeña que parezca, constituye un desafío directo a los roles tradicionales, rompiendo con los estereotipos de género.
El informe evidencia que la resistencia adopta múltiples expresiones. Entre ellas se encuentran la práctica de deportes catalogados socialmente como “masculinos”, la protesta ante la desigual distribución de tareas domésticas, la exigencia de educación sexual integral o la defensa del derecho a decidir sobre su propio futuro. Estos actos, cotidianos pero profundos, son definidos por los autores del estudio como acciones políticas, capaces de cuestionar la estructura desigual que rige muchas comunidades.
Llamado a la acción para gobiernos, escuelas y familias
A partir de estas conclusiones, el documento urge a autoridades, instituciones educativas y comunidades a crear contextos que faciliten el liderazgo de las niñas. Propone reforzar los marcos legales que garantizan la igualdad y la no discriminación, así como prohibir de manera efectiva la violencia contra la infancia. También recomienda destinar recursos a una educación inclusiva y equitativa, y fomentar la participación juvenil en procesos sociales y políticos.
Las escuelas, según el informe, deberían convertirse en espacios seguros donde las niñas puedan expresarse, participar en actividades diversas y acceder a la educación sexual integral sin prejuicios, y poder así romper con los estereotipos de género. Finalmente, se llama a las familias y comunidades a escuchar activamente a las niñas, cuestionar normas que perpetúan desigualdades y convertirse en modelos reales de igualdad y respeto.
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