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El fantasma de la Guerra Fría planea de nuevo sobre Europa. No se vivía tanta tensión entre la OTAN y Rusia desde los tiempos de la guerra fría, cuando el país más extenso del mundo era la URSS. Pero Vladimir Putin parece estar decidido a desafiar a Europa Occidental. Las violaciones del espacio aéreo de países de la Alianza Atlántica por algún tipo de aeronave de apariencia rusa no han dejado de repetirse en las últimas semanas. Putin está midiendo la capacidad de respuesta de la OTAN.
Cada vez que un avión o dron ruso se cuela en el espacio aéreo de un país de la Alianza se activa un dispositivo de respuesta inmediata. En el último caso, la presencia de un avión militar ruso sobre el mar Báltico el pasado domingo, la OTAN desplegó dos cazas Eurofighter de la Fuerza Aérea alemana, demostrando la operatividad de su mecanismo de defensa.
La Alianza Atlántica mantiene una "policía aérea" que está preparada para actuar en minutos ante cualquier amenaza, rusa o no. Se ocupan de ello los Centros de Operaciones Aéreas Combinadas (CAOC, por sus siglas en inglés). Son dos, uno en Alemania y otro en España, y su misión es garantizar la integridad del espacio aéreo de la OTAN las 24 horas del día, los 365 días del año.
El CAOC alemán, ubicado en la localidad de Uedem, es el que estos días se halla en permanente estado de alerta por culpa de Rusia. Este centro es responsable de todos los asuntos de "policía aérea" en el espacio aéreo de la OTAN al norte de los Alpes, desde Islandia hasta el flanco oriental. Su área de responsabilidad es vasta, extendiéndose desde Francia y Gran Bretaña, pasando por Alemania y Dinamarca, los Estados Bálticos, Finlandia, Suecia y Noruega, hasta Islandia. En este desafíp aéreo, que abarca varios millones de kilómetros cuadrados, operan diariamente hasta 50.000 aeronaves bajo la protección del CAOC. Esto representa casi el 20 % del tráfico aéreo diario mundial, según las Fuerzas Armadas alemanas, y supone el control del área del Báltico de la Alianza.
Las naciones contribuyentes se turnan para proporcionar fuerzas de Alerta de Reacción Rápida a los tres miembros bálticos de la OTAN: Lituania, Letonia y Estonia. También se cumple con la misión periódica de policía y vigilancia Aérea de la OTAN a Islandia.
La respuesta del espacio aéreo de la OTAN en cinco fases
Según el protocolo establecido, aeronaves de la Alianza Atlántica en el flanco oriental están siempre listos para responder a cualquier alerta. Aviones de combate están preparados para despegar en solo 15 minutos. Alemania siempre tiene dispuestos cuatro Eurofighter; Francia, tres aviones de combate Rafale; y Dinamarca, dos F-16. De los estados bálticos (que carecen de aviones de combate) se ocupan bases estratégicas como Ämari (Estonia), Siauliai (Lituania) o Torrejón de Ardoz (España) de manera rotativa, asegurando una cobertura total.
El proceso de interceptación aérea de la OTAN se divide en cinco fases rigurosas:
Fase 1: Identificación
Todo comienza cuando los radares civiles o militares detectan una aeronave que no está transmitiendo un código de identificación. "Este código es un identificador único que puede vincular la aeronave a un plan de vuelo presentado o ayudar a las aeronaves militares a distinguir entre amigos y enemigos", explican desde la OTAN. Se alerta entonces a los CAOC mientras los controladores de tráfico aéreo intentan contactar con el avión. Si no tienen éxito, y sus comandantes lo deciden, es necesaria una identificación visual y, por lo tanto, neutralizar la potencial amenaza.
Fase 2: Despegue de los cazadores de la alianza
Confirmada la interceptación, los escuadrones reciben una alerta denominada alpha scramble y los pilotos corren hacia sus aviones para el despegue inmediato. La respuesta puede salir desde cualquiera de las 32 bases aérea aliadas, donde hay cazas en permanente estado de Alerta de Reacción Rápida (QRA). Los pilotos tienen un máximo de 15 minutos para prepararse, subir a sus aviones y despegar. En el caso de la Europa oriental, los 9 aviones que suman entre Alemania, Francia y Dinamarca están específicamente dispuestos para esta tarea.
Fase 3: Aproximación al sospechoso
Una vez en el aire, los pilotos se acercan a la aeronave para identificarla visualmente, manteniendo siempre una distancia de seguridad prudente. La misión es clara: acercarse al avión sospechoso para su identificación, sin comprometer la seguridad.
Fase 4: Escolta del Avión Identificado
Si el aparato en cuestión no es miembro de la Alianza, los pilotos registran el tipo de avión, observan cualquier comportamiento inusual e informan a sus controladores de tierra. Existe la posibilidad, como indica la OTAN, de que "el contacto que no responde sea un avión civil que sufre un mal funcionamiento de las comunicaciones". En estos casos, los cazas pueden confirmar el problema mediante señales manuales y proceder a escoltar el avión hasta un lugar seguro.
Fase 5: Regreso a la Base
Cuando la aeronave ya se encuentra fuera del espacio aéreo de la OTAN, los aviones de combate concluyen su escolta y regresan a su base. Es el momento en que se declara la misión como completada.
España, el CAOC del sur y eje estratégico
El CAOC cuenta con personal de 24 países de la OTAN, que actualmente ocupa 188 puestos en tiempo de paz. El puesto de Comandante rota entre Alemania y Bélgica, mientras que Polonia y Alemania se turnan para ocupar el puesto de Comandante Adjunto.
España tiene un papel crucial en la vigilancia aérea de la Alianza Atlántica. El segundo CAOC está en la antes mencionada Base Aérea de Torrejón de Ardoz (Madrid). Su área de responsabilidad abarca el espacios aéreos europeos de la OTAN al sur de los Alpes. Uno y otro, Uedem y Torrejón, están ubicados estratégicamente para cubrir todo el espacio europeo de la Alianza.
Los puestos de sensores están conectados para alimentar las imágenes aéreas reconocidas de los CAOC, lo que les permite monitorear hasta 30.000 movimientos aéreos diarios en el espacio aéreo europeo de la OTAN. Se trata de investigar situaciones confusas o potencialmente peligrosas e identificar visualmente aeronaves desconocidas, en un escenario de creciente tensión que exige la máxima coordinación y capacidad de respuesta.
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