
Lectura fácil
Nos gusta ver las Perseidas como una hermosa lluvia de estrellas en mitad de una cálida noche de agosto, aunque la expresión resulte poco científica. Pero de ese modo, este fenómeno astronómico nos resulta más cercano, de dimensión humana y, sobre todo, espectacular.
Tampoco es mucho más exacto hablar de las Lágrimas de San Lorenzo, pero es que ese día del santoral se celebra el 10 de agosto. Para hablar con exactitud científica de lo que pasa estas noches en el cielo hay que hablar del cometa 109P/Swift-Tuttle.
En realidad, lo que vemos, esa espectacular lluvia de Perseidas, son restos de polvo de la cola del cometa que pasan cerca de la Tierra. Cada año, nuestro planeta cruza la órbita de este cometa, que pierde partículas al pasar por el Sistema Solar interior. Son "copos que caen" y que "brillan en el momento de entrar en la atmósfera de la Tierra, donde el calor y la fricción los destruyen a unos 100 kilómetros de altura", como contaba Carl Sagan en su icónico libro Cosmos.
Estas "estrellas" pueden verse habitualmente entre el 17 de julio y el 24 de agosto, aunque su momento de máxima actividad es en las noches del 11 al 13 de agosto. Este año, el pico de observación fue esta pasada noche, el momento en el que más "estrellas" fugaces se pudieron ver.
Un cometa con historia y un peligro latente
Le llamamos Swift-Tuttle porque esos fueron sus descubridores, de forma independiente: Lewis Swift, el 16 de julio de 1862 y Horace Parnell Tuttle, el 19 de julio de 1862. Antes, en 1835, el astrónomo belga Adolphe Quetelet ya se dio cuenta de que en agosto se producía una lluvia de meteoros de forma cíclica, pero no descubrió el origen del cometa. Fue Giovanni Schiaparelli, en 1865, quien estableció la relación entre el cometa y la lluvia de estrellas.
El cometa hizo su regreso en 1992, cuando fue redescubierto por el astrónomo japonés Tsuruhiko Kiuchi y fue visible a simple vista (no sus restos, las Perseidas, sino el propio cometa). El Swift-Tuttle fue observado por última vez en abril de 1995, cuando estaba a 1.300 millones de kilómetros del Sol. En 2126 se podrá ver de nuevo a simple vista. Los registros chinos indican que, en el año 188, el cometa alcanzó una magnitud aparente de 0,1. También se registró una observación en el año 69 a. C., y probablemente fue visible a simple vista en el año 322 a. C. En 1862, año de su descubrimiento, el cometa era tan brillante como la Estrella Polar.
La amenaza del cometa
El cometa Swift–Tuttle es "el objeto más peligroso conocido por la humanidad", según cuenta Gerrit L. Verschuur en su libro Impact!: The Threat of Comets and Asteroids. Tras su redescubrimiento en septiembre de 1992, la fecha del paso del cometa por el perihelio presentaba un desfase de 17 días con respecto a la predicción de 1973.
Se observó entonces que si su siguiente paso por el perihelio (julio de 2126) también presentaba un desfase de 15 días (26 de julio), el cometa podría impactar con la Tierra o la Luna el 14 de agosto de 2126. Esa explosión sería muchísimo mayor que la que se cree que acabó con los dinosaurios. Con su velocidad de 60 km/s, el Swift-Tuttle liberaría una explosión unas 27 veces más fuerte que la que pudo haber causado el Cometa del Cretáceo–Paleógeno. Esa hipótesis apunta a que hace unos 66 millones de años una roca extraterrestre provocó la extinción del 75 % de las especies animales.
El cometa Swift–Tuttle es el mayor objeto del sistema solar que realiza pases repetidos cerca de la Tierra. Tiene un diámetro medio de 26 km, dos veces y media más grande que el asteroide que se cree acabó con los dinosaurios. Avanza cuatro veces más rápido: a una velocidad relativa de 60 km/s.
¿Por qué se llaman Perseidas?
Los meteoros que forman la estela del cometa reciben el nombre de Perseidas porque parecen provenir de la dirección general de la constelación de Perseo, en referencia al héroe de la mitología griega. Con exactitud científica ya no es así, porque su radiante se encuentra en una región limítrofe entre las constelaciones de Casiopea y Camelopardalis. El registro más antiguo que se tiene de la actividad de las Perseidas es del año 36 d. C., de los anales históricos chinos donde se cita un pico de meteoros en esas fechas.
Pese a este potencial peligro, cada año los observadores del cielo esperan con ansias la llegada de las Perseidas, un fenómeno que nos recuerda la inmensidad del cosmos y la belleza de sus eventos. Así, la próxima vez que observes una estrella fugaz, recuerda que estás viendo un pequeño fragmento de polvo de un cometa que viaja a través del espacio, desintegrándose en nuestra atmósfera para regalarnos este mágico espectáculo.
Añadir nuevo comentario