
Lectura fácil
Más de 800 millones de niños en todo el mundo sobreviven con menos de tres euros al día, una cifra que refleja una realidad alarmante y persistente. La pobreza infantil extrema es una de las crisis más urgentes de nuestro tiempo, ya que limita el acceso a derechos básicos como la alimentación, la salud, la educación y la protección.
Las consecuencias no solo se ven en el presente: la falta de inversión en la infancia compromete el desarrollo económico, social y humano del futuro. La infancia no puede esperar y el mundo necesita tomar acción con urgencia.
Hoy, 333 millones de niños y niñas viven en la pobreza extrema y más de 800 millones sobreviven con menos de tres euros al día. Estas cifras reflejan una crisis silenciosa que requiere respuestas urgentes y compromisos firmes. La IV Conferencia de Financiación para el Desarrollo, que se celebrará en Sevilla a finales de junio, tiene lugar en un momento crítico en el que la creciente presión presupuestaria y la inestable situación política puede llevar a los países a redirigir recursos de los servicios esenciales a otras prioridades. Este cambio puede obstaculizar el progreso y exacerbar las desigualdades económicas. Es clave alinear los recursos y la estructura financiera internacional con las estrategias nacionales de desarrollo sostenible, así como fortalecer la cooperación internacional para apoyar a los países del Sur Global en el logro e implementación de los Objetivos de Desarrollo Sostenible.
¿Qué implica vivir con menos de tres euros al día?
La Convención sobre los Derechos del Niño establece que los Estados deben asignar el máximo de sus recursos disponibles para garantizar el bienestar infantil. Sin embargo, la realidad es que muchos países, atrapados en una crisis de deuda externa y con presupuestos limitados, destinan más recursos al servicio de esa deuda que a la educación, la salud y la protección social de la infancia. Es imperativo centrarse en la pobreza y reestructurar las deudas y transformarlas en inversiones de alto impacto social.
Para millones de niños, vivir con tan poco dinero significa pasar hambre, no poder asistir a la escuela y carecer de atención médica básica. Esta situación es más crítica en países de África subsahariana, Asia meridional y América Latina, aunque también se da en zonas empobrecidas de países desarrollados.
En muchos casos, los niños deben trabajar desde muy pequeños para ayudar a sus familias, lo que agrava su exclusión y perpetúa el ciclo de la pobreza. Además, la malnutrición crónica afecta a su desarrollo físico y mental, reduciendo drásticamente sus oportunidades de prosperar.
Invertir en la infancia: una decisión ética y estratégica
Según Naciones Unidas y otras organizaciones internacionales, invertir en la infancia es una de las estrategias más eficaces para combatir la pobreza estructural y promover un desarrollo sostenible. Cada euro invertido en salud, educación y protección infantil genera beneficios sociales y económicos a largo plazo.
La cooperación internacional, las políticas públicas contra la pobreza y el compromiso de empresas y ciudadanos son clave. El acceso universal a la educación, campañas de vacunación, programas de alimentación escolar y protección frente a la violencia son algunas de las herramientas imprescindibles.
En décadas anteriores se ha demostrado que las soluciones existen, pero requieren de voluntad política, recursos y la colaboración entre sectores. Se espera que la IV Conferencia para la Financiación al Desarrollo sea donde esa voluntad se refleje. En Unicef apoyan modelos innovadores de financiación que priorizan la infancia. Por ejemplo, en países como Cabo Verde e Indonesia, mecanismos como los bonos verdes y los canjes de deuda han sido aprovechados para fortalecer servicios esenciales como la nutrición y la educación. La protección de los servicios esenciales para las poblaciones vulnerables durante las crisis debe ser una prioridad y no las primeras áreas que se recortan generando más pobreza mundial.
Como sociedad global, no podemos permitirnos dar la espalda a esta realidad. Garantizar los derechos y el bienestar de todos los niños es esencial para construir un mundo más justo, seguro y sostenible.
Si queremos acercarnos a los Objetivos de Desarrollo Sostenible debemos colocar a la infancia en el centro de las decisiones políticas y financieras. No podemos permitirnos esperar; el futuro de millones de niños, y el de nuestro mundo, depende de ello. Para cada infancia, derechos y financiación, por las generaciones presentes y futuras.
Añadir nuevo comentario