Hablemos de política industrial: ¿Por qué el comercio de emisiones es mejor que los subsidios?

EmailFacebookTwitterLinkedinPinterest
15/10/2025 - 13:00
Dados que dicen CO2 ilustrando la política industrial

Lectura fácil

Europa se encuentra en una encrucijada estratégica que definirá su futuro económico y climático. Atrapada entre la agresiva política de subsidios verdes de la Ley de Reducción de la Inflación (IRA) de Estados Unidos y la masiva intervención estatal de China, la tentación de responder con la misma moneda es enorme. La reacción casi instintiva de Bruselas y de las grandes capitales ha sido abrir la mano y permitir una oleada de ayudas públicas para proteger a la industria europea. Sin embargo, un creciente coro de economistas y expertos advierte: esta es una trampa peligrosa. La verdadera fortaleza de Europa no reside en su capacidad para repartir subsidios, sino en su herramienta de mercado más sofisticada y eficiente de su política industrial: el régimen de comercio de derechos de emisión (ETS).

Frente a la carrera por ver quién ofrece el cheque más grande, la estrategia sobre política industrial más inteligente para Europa es, precisamente, la contraria: reducir la dependencia de los subsidios y apostar decididamente por un sistema que ponga un precio real al carbono, obligando a toda la industria a innovar y descarbonizarse de la forma más eficiente posible.

La trampa de los subsidios, un camino caro y que fractura el mercado único

La lógica detrás de los subsidios parece simple: si nuestros competidores ayudan a sus empresas, nosotros debemos ayudar a las nuestras. Sin embargo, esta aparente solución esconde profundos riesgos que amenazan con socavar los propios cimientos del proyecto europeo.

  • Fragmentación del mercado único: La capacidad de dar ayudas públicas no es la misma en todos los Estados miembros. Países con un mayor músculo fiscal, como Alemania y Francia, pueden permitirse desplegar paquetes de subsidios millonarios que países como España, Portugal o Grecia simplemente no pueden igualar en base a su política industrial. Esto crea una competencia desleal dentro de la propia UE, fracturando el mercado único y generando una Europa de dos velocidades donde las industrias de los países más ricos salen beneficiadas.
  • Ineficiencia y riesgo de proteccionismo: Los subsidios a menudo implican que los gobiernos "elijan ganadores", decidiendo qué tecnologías o empresas merecen recibir ayuda. Este modelo es propenso a la ineficiencia, ya que no siempre se apoya al proyecto más innovador, sino al que tiene mayor capacidad de presión política. Además, fomenta una mentalidad proteccionista que va en contra del espíritu de libre competencia.
  • Una carrera sin fondo: Entrar en una guerra de subsidios con gigantes como Estados Unidos o China es una batalla que Europa, con sus 27 presupuestos nacionales, tiene muy difícil ganar. Es una carrera hacia el fondo que agota los recursos públicos y que, al final, distorsiona el mercado global.

Por qué el comercio de emisiones es una herramienta superior en la política industrial

Frente a la lógica de la subvención, Europa ya posee un instrumento mucho más poderoso y elegante: el EU ETS. Este sistema, el mayor mercado de carbono del mundo, funciona bajo un principio simple pero revolucionario: contaminar tiene un coste.

El ETS establece un límite máximo (un "techo") a las emisiones totales permitidas en sectores clave como la energía o la industria pesada. Dentro de ese límite, las empresas reciben o compran derechos de emisión. Aquellas que logran reducir sus emisiones por debajo de sus derechos asignados pueden vender el sobrante. Aquellas que contaminan más, deben comprar más derechos en el mercado.

Este mecanismo tiene ventajas inmensas sobre los subsidios:

  • Es tecnológicamente neutro: El sistema no le dice a una empresa cómo debe reducir sus emisiones. Simplemente, le pone un precio. Esto desata la innovación, ya que cada compañía buscará la forma más barata y eficiente de descarbonizarse para su sector específico, ya sea invirtiendo en eficiencia energética, cambiando a un combustible más limpio o desarrollando nuevas tecnologías de captura de carbono.
  • Garantiza la reducción de emisiones: A diferencia de un subsidio, cuyo impacto ambiental puede ser difuso, el ETS asegura que las emisiones totales disminuyan año tras año, ya que el "techo" de derechos disponibles se va reduciendo progresivamente.
  • Es justo y no discrimina: Se aplica por igual a todas las empresas de un sector, sin importar su tamaño o el país en el que se encuentren, preservando la igualdad de condiciones dentro del mercado único.

Una hoja de ruta para una industria verde y competitiva

La política industrial que Europa necesita no pasa por imitar los modelos de sus competidores, sino por perfeccionar el suyo. En lugar de debilitar el mercado único con una cascada de ayudas nacionales, la UE debería centrarse en fortalecer el ETS.

Esto implica garantizar un precio del carbono lo suficientemente alto y estable como para enviar una señal clara a largo plazo a los inversores. Un precio del CO₂ predecible es el mayor incentivo para que las empresas acometan las grandes inversiones en tecnologías limpias que son necesarias. Además, los ingresos generados por la subasta de derechos de emisión pueden reinvertirse, de forma cohesionada a nivel europeo, en innovación y en ayudar a los hogares más vulnerables en la transición.

La descarbonización es un desafío monumental en la política industrial de todos los países, pero también una oportunidad histórica. Apostar por un mercado de carbono robusto en lugar de por una guerra de subsidios no solo es la vía más eficiente y justa, sino la que mejor refleja la esencia del proyecto europeo: un mercado único, competitivo e innovador.

Añadir nuevo comentario