La recuperación de la dependencia alcohólica no termina con la abstinencia: nuevo estudio alerta sobre el riesgo de recaída años después

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15/09/2025 - 12:30
La dependencia alcohólica puede tener recaídas

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Abandonar el alcohol no siempre significa haber superado la adicción. Esa es una de las principales conclusiones de un estudio reciente publicado en la revista Frontiers in Psychiatry, en el que se advierte que, incluso dos años después de completar un tratamiento, muchas personas con dependencia alcohólica moderada o grave siguen mostrando una intensa reacción ante estímulos asociados al alcohol. Este fenómeno las coloca en una situación de vulnerabilidad frente a una posible recaída.

La investigación, que ha sido liderada por Gabriel Rubio, jefe de Servicio de Psiquiatría del Hospital Universitario 12 de Octubre y catedrático de la Universidad Complutense de Madrid (UCM), contó con la colaboración del profesor Jorge Manzanares, catedrático de la Universidad Miguel Hernández (UMH) de Elche. Ambas instituciones compartieron los resultados en comunicados oficiales.

Más allá de la abstinencia: las secuelas que persisten tras la dependencia alcohólica

El estudio analizó a 154 pacientes del Programa de Tratamiento del Alcoholismo del Hospital 12 de Octubre. Se los evaluó tanto al inicio como dos años después de finalizar el tratamiento. Aunque los síntomas psicológicos como la ansiedad, la depresión y la impulsividad se redujeron con el tiempo, no ocurrió lo mismo con la reactividad del organismo a estímulos visuales relacionados con el alcohol ni con la respuesta hormonal al estrés, representada por los niveles de cortisol.

De hecho, estos dos últimos indicadores permanecieron estables, sin mostrar mejoría significativa a pesar de la prolongada abstinencia. Además, los pacientes seguían presentando diferencias claras respecto a un grupo control compuesto por personas sin historial de adicción.

Según el doctor Rubio, estos datos subrayan un aspecto fundamental: el Trastorno por Uso de Alcohol es una enfermedad crónica. “Dejar de beber no equivale a estar recuperado. La dependencia alcohólica deja una huella en el cerebro que exige estrategias de recuperación sostenidas y personalizadas, al menos durante cinco años”, afirmó.

En su opinión, es imprescindible replantear tanto la duración como el enfoque de los tratamientos actuales. Propuestas como los programas de continuidad de cuidados, que acompañan a las personas en su entorno cotidiano durante su proceso de recuperación, podrían ser clave para evitar recaídas y fomentar una rehabilitación basada en valores personales.

El cortisol, una clave biológica en el riesgo de recaída

Uno de los aspectos más reveladores del estudio es el papel del cortisol, una hormona que el cuerpo libera ante situaciones de estrés. Los investigadores midieron los niveles de cortisol en los pacientes antes y después de exponerlos a imágenes relacionadas con el alcohol.

La conclusión fue clara: esa respuesta no desaparece, ni siquiera tras años de abstinencia. “Este tipo de reacción ocurre de forma automática, sin necesidad de que exista un deseo consciente de beber”, explicó Rubio.

Además, el especialista destacó que el problema no es tanto el nivel de cortisol en sí, sino el mal funcionamiento del sistema que regula la respuesta al estrés, conocido como eje hipotalámico-hipofisario-adrenal. Este patrón, denominado blunted cortisol response, sugiere que las personas con adicción o dependencia alcohólica viven en un estado de activación constante frente al estrés, lo que incrementa el riesgo de recaída.

Diferencias por género y antecedentes de recaída

El profesor Jorge Manzanares, investigador en el Instituto de Neurociencias UMH-CSIC, explicó que el cortisol puede ser un indicador útil para entender el impacto de ciertos estímulos en el cuerpo. Según los resultados del estudio, la alteración en los niveles de esta hormona era más evidente en hombres y en personas que habían experimentado recaídas previas en dependencia alcohólica.

Esto apunta a una persistencia de la vulnerabilidad frente al estrés, incluso años después del último consumo. “Medir el cortisol en saliva es una técnica sencilla y poco invasiva. Podría convertirse en una herramienta para identificar a quienes tienen mayor riesgo de recaída o de desarrollar problemas médicos derivados del estrés crónico”, afirmó Manzanares.

Hacia un nuevo modelo de atención en adicciones

Los responsables del estudio coinciden en la necesidad urgente de revisar el modelo terapéutico actual para tratar la dependencia alcohólica. A su juicio, no basta con alcanzar la abstinencia: se necesitan programas de apoyo a largo plazo, centrados en la individualización del tratamiento y en la integración del paciente en su entorno habitual.

Este trabajo ha sido financiado por el Instituto de Salud Carlos III (proyecto PI22/00355), cofinanciado por la Unión Europea, y ha contado con el respaldo de entidades como la Oficina Regional de Salud Mental de la Comunidad de Madrid, la Federación de Ex-Alcohólicos de la Comunidad de Madrid y la Red de Investigación en Atención Primaria de Adicciones (RIAPAd).

El Instituto de Neurociencias UMH-CSIC, donde se desarrolló parte del estudio de los efectos y el análisis de la dependencia alcohólica, posee la distinción de Centro de Excelencia Severo Ochoa, lo que avala la calidad y el rigor científico del trabajo.

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