Tiburones: el mito del depredador asesino y la verdad detrás de sus mordeduras

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16/05/2025 - 14:00
Tiburones

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Durante décadas, el cine y los medios de comunicación han alimentado la imagen del tiburón como un depredador sanguinario, acechando a los bañistas con intenciones mortales. Sin embargo, un estudio reciente pone en duda esta narrativa y propone una visión más matizada: muchas de las mordeduras de tiburón a humanos podrían no ser ataques deliberados, sino respuestas defensivas ante lo que el animal percibe como una amenaza.

Este hallazgo proviene de una investigación conjunta entre instituciones de Estados Unidos y Francia, publicada en la revista Frontiers in Conservation Science. Según el estudio, los tiburones pueden reaccionar de forma instintiva a provocaciones o agresiones humanas, lo que explicaría una parte de los incidentes que erróneamente se etiquetan como "ataques".

Tiburones: Mordeduras poco frecuentes y, en su mayoría, no letales

Lejos de ser los villanos marinos que la ficción ha promovido, los tiburones rara vez entran en contacto violento con los humanos. De acuerdo con el estudio, se registran alrededor de 100 mordeduras de tiburón por año en todo el mundo, y solo un 10 % de ellas resultan fatales.

Los motivos que pueden llevar a un tiburón a morder son variados: desde conductas territoriales y competitivas hasta la depredación. No obstante, la investigación apunta a una causa menos considerada: la defensa personal. Cuando un tiburón se siente amenazado —por ejemplo, durante la pesca submarina o al ser manipulado— puede reaccionar con una mordedura defensiva, que no responde a una intención de matar, sino a un impulso de autoprotección.

El caso de la Polinesia Francesa

Un análisis detallado de los incidentes registrados entre 2009 y 2023 en la Polinesia Francesa identificó 74 mordeduras, de las cuales cuatro (entre un 3 y un 5 %) fueron probablemente de origen defensivo. Estas cifras ofrecen una base empírica para reconsiderar cómo se clasifican y entienden estos eventos.

Estas mordeduras defensivas suelen carecer de advertencia previa y no tienden a ser letales. Generalmente dejan heridas superficiales y pueden repetirse si el tiburón se siente atrapado o perseguido. Este comportamiento es comparable al de otros animales salvajes, como osos o aves grandes como los casuarios, que también atacan en defensa propia.

Especies territoriales y humanos invasivos

Algunas especies costeras, como el tiburón gris de arrecife, son especialmente sensibles a las invasiones de su espacio. Eric Clua, primer autor del estudio e investigador en la Universidad PSL de Francia, explica que estos tiburones pueden reaccionar con intensidad incluso ante la simple presencia de una persona en su territorio.

"Un tiburón puede responder de forma desproporcionada, pero no por agresividad, sino por una activación inmediata de su instinto de supervivencia", aclara Clua. Según él, los tiburones son en realidad animales cautelosos con los humanos y, por lo general, los evitan. Las mordeduras no son actos vengativos ni premeditados.

La importancia de evitar provocaciones

Para comprender mejor las causas de estas mordeduras, los investigadores analizaron la base de datos Global Shark Attack File, que reúne casi 7.000 incidentes desde 1863. De esa base, unas 322 mordeduras fueron clasificadas como “provocadas”, en actividades que implicaban un contacto directo o agresivo con los animales.

Esta cifra representa un porcentaje similar al encontrado en la Polinesia Francesa, lo que sugiere que las conclusiones del estudio pueden aplicarse a nivel global. Así, se refuerza la idea de que muchas mordeduras tienen su origen en el intento del tiburón por defenderse, más que en un ataque predatorio.

Una llamada a la prudencia y al respeto

El mensaje de los investigadores es claro: la mejor manera de prevenir incidentes es evitar cualquier interacción física con los tiburones. Incluso las buenas intenciones, como tratar de ayudar a un animal varado, pueden ser malinterpretadas por el tiburón como una agresión.

"Los tiburones son animales salvajes, potencialmente peligrosos, y merecen respeto. No debemos tocarlos, ni siquiera si parecen inofensivos", concluye Clua.

En definitiva, este estudio invita a replantear nuestro vínculo con estos animales marinos, dejando atrás los estereotipos del “tiburón asesino” y promoviendo una convivencia basada en el conocimiento, la precaución y el respeto mutuo.

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