España, el país de los bosques olvidados: el reto de aprovechar su riqueza forestal sin causar deforestación global

EmailFacebookTwitterLinkedinPinterest
13/11/2025 - 12:00
Los bosques de España no se aprovechan como se debería para la madera

Lectura fácil

Más de la mitad del territorio español está cubierto por masas forestales. En concreto, el 56 % de la superficie nacional corresponde a áreas boscosas, lo que convierte a España en el segundo país con mayor extensión forestal de la Unión Europea. Sin embargo, esta abundancia natural contrasta con su escasa explotación: solo se aprovecha un tercio de la madera disponible, según detalla el Plan Forestal Español 2022–2032.

Esta situación paradójica implica que, pese a disponer de recursos forestales suficientes, España mantiene una alta dependencia de la importación de madera y derivados procedentes de países donde la deforestación avanza a ritmos alarmantes. Una realidad que pone de manifiesto la necesidad de repensar el modelo de consumo y de gestión forestal nacional.

La ingeniera forestal Marta Corella, directora de Bioeconomía en la Fundación COPADE y vicedecana del Colegio Oficial de Ingenieros de Montes, ha denunciado esta contradicción en un artículo de opinión publicado con motivo del lanzamiento de la iniciativa Bosques Vivos.

El proyecto, respaldado por la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID), fue presentado durante la feria Biocultura Madrid 2025. Su objetivo principal es visibilizar la relación directa entre los hábitos de consumo cotidianos y el estado de los ecosistemas forestales del planeta, impulsando una ciudadanía más consciente y responsable.

La deforestación que no se ve: el coste de importar destrucción

De acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), el mundo perdió más de 420 millones de hectáreas de bosques entre 1990 y 2020, una superficie equivalente a la de toda la Unión Europea. Pero detrás de esa cifra se esconde una causa preocupante: gran parte de esa deforestación está asociada al consumo de los países desarrollados.

Según la Comisión Europea, la producción de aceite de palma, soja, cacao y café es responsable del 90 % de la pérdida forestal global, mientras que el sector de la madera representa apenas el 8 %.

En este contexto, España vive una contradicción evidente: mientras sus bosques aumentan en extensión, su economía sigue dependiendo de materias primas obtenidas mediante talas insostenibles en otras regiones del planeta. Esta dependencia no solo agrava la crisis climática y de biodiversidad, sino que también limita el desarrollo de la bioeconomía rural, frenando la creación de empleo y valor añadido en el medio forestal español.

Europa reacciona: una nueva ley para frenar la deforestación

Ante este panorama, la Unión Europea ha aprobado el Reglamento de Productos Libres de Deforestación (EUDR). Esta normativa exige que las empresas que comercializan productos como madera, café, cacao, aceite de palma o soja demuestren la trazabilidad y el origen sostenible de sus materias primas.

No obstante, como advierte Marta Corella, esta herramienta legal no será suficiente por sí sola. La experta subraya que solo una combinación de conciencia social, compromiso empresarial y voluntad política podrá garantizar un verdadero cambio hacia un modelo de consumo y producción sostenible.

Bosques Vivos: conectar consumo y naturaleza

Durante su presentación en Biocultura Madrid 2025, la campaña Bosques Vivos de COPADE propuso un enfoque participativo, combinando sensibilización ciudadana con acciones prácticas. Entre las actividades destacaron la performance “El Bosque Desaparece”, una intervención artística que simbolizó la pérdida silenciosa de los bosques, y demostraciones de oficios forestales tradicionales, que reivindicaron el valor del conocimiento rural y de la gestión sostenible.

El mensaje de la iniciativa es claro: la deforestación no es un proceso inevitable, sino la consecuencia directa de decisiones políticas, empresariales y personales. Por ello, apostar por productos certificados, fomentar la gestión forestal responsable y apoyar la bioeconomía local son pasos esenciales para frenar el cambio climático y revitalizar las comunidades rurales.

Un futuro que depende de nuestra superficie forestal

España tiene ante sí una gran oportunidad: transformar su extensa superficie forestal en un motor de desarrollo sostenible. Si se aprovecha de manera equilibrada, el monte puede generar empleo, fijar población en el medio rural y contribuir de forma decisiva a la lucha contra el calentamiento global.

La campaña Bosques Vivos invita a mirar el bosque no solo como un recurso natural, sino como un patrimonio común cuyo bienestar está estrechamente ligado al de la sociedad.

Cuidar de los bosques españoles, y exigir que nuestros hábitos de consumo no destruyan los de otros países, es en última instancia, una forma de asegurar nuestro propio futuro.

Añadir nuevo comentario