"La neurociencia abre la puerta a terapias que optimicen el cerebro humano", según Beatriz Rico

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05/07/2025 - 09:00
Neurociencia y avances

Lectura fácil

La neurobióloga Beatriz Rico, desde su laboratorio en el King’s College de Londres, investiga los secretos del desarrollo de nuestro cerebro y cómo pequeños fallos en las conexiones neuronales pueden estar detrás de trastornos como el autismo o la esquizofrenia. Su trabajo abre la puerta a terapias personalizadas que podrían transformar el tratamiento de muchas enfermedades neurológicas.

La ciencia básica, el primer paso hacia la cura

En el camino hacia nuevos tratamientos neurológicos, la investigación básica juega un papel fundamental. En los laboratorios se generan los primeros descubrimientos que, años después, pueden transformarse en fármacos capaces de mejorar la vida de las personas.

Beatriz Rico, neurobióloga y directora de un laboratorio en el King’s College de Londres, trabaja precisamente en este ámbito: entender cómo se forman y se conectan las neuronas durante el desarrollo del cerebro. Su objetivo no es inmediato, pero sí crucial. Las respuestas que busca se encuentran en los mecanismos más esenciales del cerebro, donde comienzan a gestarse muchas de las enfermedades neurológicas.

Rico centra su investigación en cómo se estructuran los circuitos neuronales, las redes que permiten a las neuronas comunicarse entre sí. Estos procesos, aunque complejos, resultan fundamentales para comprender trastornos como el autismo, el TDAH o la esquizofrenia.

Durante las etapas más tempranas del desarrollo, el cerebro humano es especialmente plástico, es decir, está preparado para adaptarse y aprender, pero también es altamente vulnerable. En ese delicado equilibrio se definen muchas de las trayectorias cognitivas y emocionales de cada individuo.

Cuando el cerebro no se conecta bien

Las alteraciones en las conexiones neuronales pueden surgir por múltiples causas. Algunas se originan en el entorno, otras en el propio material genético. Según explica Beatriz Rico, hay mutaciones que, por sí solas, no desencadenan una enfermedad, pero que, sumadas a factores ambientales como el estrés o el consumo de ciertas sustancias, pueden dar lugar a trastornos severos. La esquizofrenia, por ejemplo, no se explica solo por una predisposición genética: también influyen experiencias vividas que actúan como desencadenantes.

Uno de los grandes desafíos es que muchas de estas alteraciones no se detectan con las herramientas clínicas actuales. Ni las pruebas genéticas estándar ni las técnicas de imagen revelan siempre las anomalías que están presentes a nivel microscópico.

Desde su laboratorio, Rico trabaja con modelos animales y tecnología avanzada para observar las sinapsis, los puntos de contacto entre neuronas.

Gracias a esta aproximación, ha podido comprobar cómo una mínima pérdida de estas conexiones puede tener efectos profundos en la función del cerebro, a menudo invisibles para la clínica tradicional.

Hacia una medicina más personalizada

El futuro de la neurociencia pasa por una medicina más precisa y adaptada a cada persona. Para lograrlo, es imprescindible encontrar biomarcadores que permitan identificar con claridad los distintos subtipos de trastornos neurológicos. Rico insiste en que no todos los pacientes con un mismo diagnóstico presentan las mismas alteraciones biológicas, por lo que aplicar un único tratamiento para todos no resulta eficaz.

La búsqueda de proteínas, genes o patrones eléctricos que sirvan como indicadores es una de las líneas más prometedoras en el ámbito de la neurobiología y del funcionamiento específico y general del cerebro.

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