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En los últimos 15 años, China ha vivido una profunda transformación energética. Su economía, durante décadas sustentada en la quema masiva de carbón y otros combustibles fósiles, ha iniciado una transición a gran escala hacia energías más limpias. Hoy, el país asiático lidera el mundo en inversión en energías renovables y también destaca en el desarrollo de energía nuclear, que, aunque no emite gases de efecto invernadero, sí genera residuos radiactivos. Esta revolución verde parecía, a primera vista, una gran victoria para la lucha contra el cambio climático. Sin embargo, los efectos no han sido tan lineales como se esperaba, y el calentamiento global aumenta.
¿Por qué un aire más limpio hace que aumente el calentamiento global?
Aunque parezca contradictorio, los esfuerzos de China para reducir su contaminación están teniendo un efecto colateral inesperado: la aceleración del calentamiento global. La clave está en los aerosoles de sulfato, partículas que se liberaban en grandes cantidades durante la quema de combustibles fósiles. Estas partículas contaminantes, además de dañar la salud, tenían un efecto de enfriamiento sobre el planeta.
Los aerosoles actuaban de dos formas para contrarrestar el calentamiento global: por un lado, reflejaban directamente la luz solar hacia el espacio, y por otro, favorecían la formación de nubes más blancas y duraderas, que también reflejan la radiación solar. Con la drástica reducción de estas emisiones, ese efecto protector ha desaparecido parcialmente.
La gran limpieza previa a los Juegos Olímpicos de Pekín
Durante las primeras décadas del siglo XXI, la contaminación en China alcanzó niveles extremos. Esta situación, insostenible desde el punto de vista ambiental y social, se volvió especialmente preocupante de cara a los Juegos Olímpicos de Pekín 2008. El país, en su intento por mostrar una imagen moderna al mundo, emprendió entonces un ambicioso plan para reducir su polución: instaló filtros en las centrales de carbón, impuso regulaciones estrictas sobre los vehículos y promovió masivamente el uso de energías limpias.
El resultado fue una reducción del 75% en las emisiones de sulfatos. A día de hoy, China se ha convertido en el mayor productor de electricidad del mundo, y está cerca de superar a Estados Unidos en generación total de energía. Sin embargo, este éxito ambiental ha traído consecuencias climáticas inesperadas.
Un reciente estudio liderado por el investigador noruego Bjorn Samset, del Centro CICERO para la Investigación Climática Internacional, ha puesto cifras al impacto de estas medidas. Utilizando modelos climáticos de última generación y comparando datos reales de emisiones con observaciones por satélite, el equipo descubrió que la reducción de aerosoles en China es responsable del 80% del aumento en la tasa de calentamiento global desde 2010.
Antes de esa fecha, la temperatura media del planeta aumentaba a un ritmo aproximado de 0,18 °C por década. Desde 2010, la tasa ha subido a 0,24 °C por década. Samset estima que unos 0,05 °C de este incremento por década se deben directamente a la disminución de la contaminación atmosférica china. Si se analiza el periodo desde 1850, la eliminación de aerosoles habría sumado 0,07 °C al calentamiento global, lo que representa cerca del 5% del total observado desde entonces.
El impacto global de las emisiones chinas
No todos los países tienen la misma influencia en el sistema climático global. Samset explica que la posición geográfica de China y la dinámica de la atmósfera hacen que sus emisiones se propaguen con más eficacia. Los aerosoles emitidos sobre territorio chino son arrastrados por la circulación atmosférica hacia el Pacífico, donde afectan grandes áreas. Este efecto amplificador no se da en la misma medida en regiones como la India, por ejemplo.
Desde mediados de los años 2000, China ha logrado reducir sus emisiones de dióxido de azufre en unos 20 millones de toneladas anuales. Aunque esta hazaña ha tenido beneficios claros en la salud pública y en la calidad del aire local, también ha revelado un aspecto inquietante: muchas de nuestras acciones para proteger el medioambiente pueden tener efectos climáticos inesperados.
Un dilema climático complejo
La historia de la lucha contra la contaminación en China revela una de las paradojas más complejas del cambio climático: no todas las acciones verdes tienen efectos inmediatos positivos sobre el clima. De hecho, el mundo podría enfrentar una aceleración del calentamiento global en el corto plazo precisamente porque está logrando reducir la contaminación atmosférica.
Esto no significa que debamos dejar de combatir la polución, sino que necesitamos una comprensión más profunda de las interacciones entre los distintos elementos del sistema climático. También subraya la urgencia de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero como el CO2, responsables directos del calentamiento global, ya que con menos aerosoles en la atmósfera, su efecto será más fuerte y evidente.
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