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A medida que el verano de 2025 se intensifica, muchas ciudades españolas se convierten en auténticos hornos urbanos, donde el asfalto y el hormigón absorben y liberan calor, creando el conocido efecto "isla de calor". Este fenómeno no solo hace la vida diaria más difícil para sus habitantes y visitantes, sino que representa un riesgo para la salud pública. Sin embargo, en medio de este desafío climático, existen municipios y ciudades más habitables que destacan por su capacidad para ofrecer sombra, accesibilidad y transporte adaptado, mejorando notablemente la calidad de vida durante los meses estivales.
Descubrir cuáles son estas ciudades más habitables en verano y qué políticas integrales están detrás de su éxito es clave para entender cómo podemos hacer nuestras urbes más inclusivas y confortables.
Sombra urbana y espacios verdes: el pulmón contra el calor
Uno de los factores más determinantes para mitigar el calor urbano y crear ciudades más habitables es la presencia de una infraestructura verde bien planificada. La vegetación no es un mero adorno, sino una herramienta de ingeniería natural. Municipios como Vitoria-Gasteiz, reconocida como Capital Verde Europea, lo demuestran con su "Anillo Verde", un cinturón de parques periurbanos que abraza la ciudad y se conecta con una densa red de bulevares arbolados y zonas ajardinadas. Esta estrategia no solo proporciona un refugio natural frente al sol, capaz de reducir la temperatura de las superficies hasta en 15 grados, sino que también contribuye a la salud mental y física de los ciudadanos, invitando al paseo y al encuentro social.
Otras ciudades del norte, como San Sebastián y Pamplona, siguen un modelo similar, integrando la naturaleza en el tejido urbano.
Pero el desafío es mayor en el sur y el levante. En respuesta, ciudades como Valencia han transformado una antigua herida en su mayor fortaleza: el Jardín del Turia. Este inmenso corredor verde, cauce del antiguo río, actúa como un sistema de refrigeración natural para toda la ciudad.
En Murcia, se está apostando por la naturalización de espacios y la creación de "bosques urbanos" para combatir las altas temperaturas. Estas políticas van más allá de plantar árboles; implican una gestión inteligente que incluye la selección de especies autóctonas de bajo consumo hídrico, la creación de jardines verticales y cubiertas vegetales en edificios, y el diseño de "Sistemas Urbanos de Drenaje Sostenible" que aprovechan el agua de lluvia para regar estas zonas.
Accesibilidad y Diseño Universal, ciudades más habitables para todos
La accesibilidad es el pilar que garantiza que los beneficios de una ciudad habitable lleguen a todos, especialmente durante el verano, cuando las altas temperaturas exacerban las dificultades. Una ciudad inaccesible puede convertir un simple trayecto en una odisea peligrosa para personas mayores, niños o personas con movilidad reducida.
Municipios como Barcelona, con su plan de "superilles" (supermanzanas), y Bilbao, con su transformación postindustrial, han avanzado notablemente en la eliminación de barreras arquitectónicas, creando amplias aceras continuas, instalando ascensores urbanos para salvar desniveles y diseñando espacios públicos que priorizan al peatón.
Un diseño urbano verdaderamente accesible va más allá de las rampas. Implica pensar en una red de "refugios climáticos" urbanos: una distribución estratégica de fuentes de agua potable, bancos situados siempre a la sombra, y aseos públicos limpios y adaptados.
Ciudades como Zaragoza y Sevilla han integrado el concepto de diseño universal, utilizando pavimentos de colores claros que reflejan la luz solar en lugar de absorberla, o pavimentos podotáctiles que guían a personas con discapacidad visual. La señalización clara y de alto contraste también es fundamental.
Transporte adaptado y movilidad sostenible
El transporte público deja de ser una opción para convertirse en una necesidad vital durante el verano. Esperar en una parada de autobús sin marquesina bajo el sol de julio es una experiencia agotadora y arriesgada. Por ello, un transporte adaptado es esencial para crear ciudades más amigables.
Municipios costeros como Palma de Mallorca, Alicante y Málaga han hecho esfuerzos por modernizar sus flotas de autobuses, tranvías y metros para que sean 100 % accesibles, con rampas, espacios reservados para sillas de ruedas, y sistemas de información acústica y visual. Pero la adaptación debe extenderse a la infraestructura: las marquesinas deben ofrecer una sombra generosa y los tiempos de espera deben ser fiables para minimizar la exposición al calor.
Paralelamente, la apuesta por una movilidad sostenible y activa necesita adaptarse al clima. Los sistemas de bicicletas públicas, como el de Madrid (BiciMAD), han incorporado modelos eléctricos que reducen el esfuerzo físico, haciendo el pedaleo más factible en días de calor. La creación de carriles bici protegidos y, crucialmente, arbolados, fomenta su uso. La intermodalidad bien diseñada permite combinar diferentes medios de transporte de forma fluida en ciudades más habitables, por ejemplo, bajarse de un tren climatizado y encontrar una estación de bicicletas o una parada de tranvía a pocos metros, en un recorrido siempre protegido del sol.
En definitiva, las ciudades más habitables en verano no aplican soluciones aisladas, sino que tejen una red de estrategias interconectadas. Son urbes que entienden que un árbol es una pieza de aire acondicionado natural, que una acera ancha y sin obstáculos es una invitación a la vida pública, y que un autobús accesible y climatizado es un refugio en movimiento. La inversión en esta triple visión de verdor, accesibilidad y movilidad no es un lujo, sino una necesidad imperiosa para crear entornos urbanos inclusivos, resilientes y saludables para todos sus habitantes.
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