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En el corazón del sur de Asia, donde convergen los ríos Ganges, Brahmaputra y Meghna, se extiende un vasto delta que constituye una de las regiones más densamente pobladas y ecológicamente frágiles del planeta. Hogar de más de 150 millones de personas, esta área vital para la agricultura, el acceso al agua dulce y la biodiversidad, se encuentra hoy bajo una amenaza silenciosa pero creciente: la salinidad acelerada de sus aguas superficiales.
Un estudio exhaustivo revela la gravedad del problema de la salinidad
Un grupo internacional de científicos, encabezado por la Universidad de Portsmouth en Reino Unido, con la colaboración de investigadores de Bangladesh y Australia, ha dado a conocer los resultados de un análisis detallado basado en datos recopilados durante 17 años, entre 2000 y 2017. En total, se examinaron registros provenientes de 54 estaciones de monitoreo repartidas por todo el delta.
A través de modelos estadísticos avanzados, herramientas de detección de puntos de inflexión y un ajuste estacional riguroso, los científicos lograron detectar patrones alarmantes: la salinidad superficial en el suroeste del país ha ido en aumento constante por año. En sectores críticos como el sistema fluvial Rupsa-Passur, se han registrado valores aún con niveles mayores que comprometen la agricultura local y el acceso a agua potable segura.
Factores detrás del avance salino
El estudio identifica una serie de factores interrelacionados como responsables del aumento de la salinidad, siendo el principal el ascenso progresivo del nivel del mar. Este incremento, asociado al cambio climático global, se combina con características geográficas específicas del delta y con la disminución del flujo de agua dulce, afectado por represas y extracciones aguas arriba.
A partir de 2007, un año caracterizado por eventos ciclónicos intensos y un cambio abrupto en los patrones salinos, el avance de la llamada "cuña salina", una lengua de agua salada que penetra tierra adentro a través de los ríos, se ha acelerado notablemente. El fenómeno ha llegado a modificar el equilibrio hidrológico del delta de forma permanente.
Para explicar este complejo proceso, los investigadores desarrollaron el modelo conceptual OCEAN (Offshore Controlled Estuarine and Aquifer Nexus).
Este enfoque vincula la topografía submarina con la retención de agua salada en estuarios y acuíferos. Particularmente en el oeste del delta, donde la pendiente del fondo marino es muy baja, la energía de las mareas se disipa con dificultad, favoreciendo la acumulación de salinidad que persiste incluso durante la estación seca.
Impacto humano y vulnerabilidad del ecosistema
La actividad humana también juega un papel crucial en esta crisis. La construcción de diques (polders), la alteración del curso natural de los ríos, la sedimentación inducida por la agricultura intensiva y la drástica reducción del caudal del río Gorai han debilitado la capacidad natural del delta para resistir el ingreso del agua marina. A esto se suma la subsidencia del terreno, que en algunas zonas supera los 5 mm por año, y el aumento en la frecuencia e intensidad de ciclones.
El uso de imágenes satelitales ha permitido comprobar que las áreas agrícolas cercanas a los ríos con alta salinidad también presentan un incremento en la salinización del suelo. Esto representa una amenaza directa para la seguridad alimentaria de millones de personas, al reducir la productividad de los cultivos tradicionales.
Aunque el estudio se centra en Bangladesh, sus hallazgos tienen implicancias globales. Otros grandes deltas bajos como los del Mekong en Vietnam o el Nilo en Egipto enfrentan desafíos similares. La intrusión salina, alimentada por el cambio climático, se perfila como una de las mayores amenazas para las zonas costeras del mundo.
Una advertencia global
Los investigadores advierten que el tiempo para actuar es limitado. Proponen una serie de estrategias de adaptación urgentes: el desarrollo de cultivos tolerantes a la salinidad, una gestión integral de las cuencas hidrográficas, la restauración ecológica de los estuarios y una planificación urbana que contemple la nueva realidad hídrica.
El delta del Ganges-Brahmaputra-Meghna, símbolo de fertilidad y abundancia durante siglos, se enfrenta hoy a una transformación silenciosa pero devastadora. La sal no solo erosiona la tierra y contamina las aguas: también desafía los modelos tradicionales de vida y subsistencia. Frente a esta amenaza, la ciencia ha levantado la voz. Ahora le toca a la política, la gestión ambiental y las comunidades actuar con urgencia y decisión.
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