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Muchos cuidadores interpretan ciertos comportamientos en sus perros mayores como signos de desobediencia o simple envejecimiento. Sin embargo, detrás de esos episodios de confusión, desorientación o cambios de conducta, puede esconderse una condición poco reconocida: la demencia senil canina, también llamada Síndrome de Disfunción Cognitiva (SDC).
El veterinario Jorge Cruz, en un vídeo publicado en YouTube, advierte que “este tema es de gran importancia y a menudo está infradiagnosticado en la salud canina”.
La demencia senil canina, es un trastorno similar al Alzheimer humano
El SDC es un trastorno neurodegenerativo que afecta a los perros de edad avanzada y guarda similitudes con la enfermedad de Alzheimer en los humanos. A medida que avanza, el cerebro del animal va perdiendo sus capacidades cognitivas.
Cruz describe el proceso de demencia senil canina con una metáfora gráfica: “Es como una bola de nieve que poco a poco se hace más grande”. Esa imagen refleja cómo el deterioro mental se va acumulando de forma lenta pero continua, provocando pérdidas en la memoria, en el aprendizaje y en la capacidad de respuesta del perro.
Estos cambios son, precisamente, los que más preocupan a los cuidadores, ya que suelen manifestarse como alteraciones de comportamiento o actitudes extrañas que antes no se veían en el animal.
El origen del SDC es multifactorial. Jorge Cruz explica que una de las principales causas es la acumulación de proteínas anormales en el cerebro, en particular la Beta Amiloide. Esta proteína, presente en la sangre, el líquido cefalorraquídeo y el tejido cerebral, se deposita progresivamente y altera la comunicación entre las neuronas.
A este proceso se suman problemas vasculares: los vasos cerebrales envejecen y reducen el flujo sanguíneo, afectando también el aprovechamiento de la glucosa, que es la principal fuente de energía del cerebro.
La falta de antioxidantes en el organismo contribuye al daño neuronal, ya que impide la eliminación de desechos celulares, lo que agrava el deterioro. Con el tiempo, el cerebro pierde neuronas y disminuye la producción de neurotransmisores, sustancias indispensables para la comunicación entre las células nerviosas.
Señales de alerta: cómo reconocer el SDC
Cruz enfatiza al respecto de la demencia senil canina que “muchos perros con síntomas de disfunción cognitiva no están diagnosticados y, por tanto, no reciben tratamiento”.
El síntoma más evidente de la demencia senil canina suele ser la desorientación. Los animales pueden quedarse mirando fijamente a una pared o al vacío, perderse dentro de casa o durante paseos familiares, e incluso dejar de reconocer a sus dueños o a otros perros con los que conviven.
También pueden cambiar su nivel de sociabilidad. Algunos dejan de mostrar entusiasmo al recibir a sus cuidadores, mientras que otros se vuelven excesivamente dependientes o incluso más irritables y agresivos.
Otro signo frecuente es la pérdida de hábitos higiénicos: el perro comienza a orinar o defecar dentro de casa, aunque haya salido al paseo habitual. Este es uno de los motivos más consultados en las clínicas veterinarias.
Además, el animal muestra lentitud mental, olvida órdenes que antes conocía, tiene dificultades para aprender rutinas nuevas y puede realizar acciones inapropiadas, como subirse a la mesa o robar comida.
Los cuidadores también reportan alteraciones del sueño: el perro permanece inquieto durante la noche, ladra o deambula sin descanso. En cambio, durante el día puede mostrarse apático o desinteresado.
La reducción del juego y la exploración es otra característica de la demencia senil canina, aunque algunos perros desarrollan conductas repetitivas como caminar en círculos o ladrar sin motivo aparente. La ansiedad se vuelve común, manifestándose como miedo a sonidos, lugares o incluso personas conocidas.
Diagnóstico y tratamiento
El diagnóstico del SDC se realiza por exclusión, descartando primero otras enfermedades físicas o del comportamiento que puedan causar síntomas similares. Una vez confirmada la pérdida progresiva de la función cognitiva, el objetivo no es curar —ya que no existe una cura definitiva—, sino mejorar la calidad de vida del animal y frenar el avance del deterioro.
Según Jorge Cruz, el tratamiento debe basarse en tres pilares:
- Enriquecimiento ambiental y pautas de manejo. Estimular al perro con juegos, paseos y rutinas mentales que mantengan su cerebro activo puede ralentizar el deterioro.
- Dieta equilibrada y suplementos adecuados. El veterinario recomienda alimentos ricos en ácidos grasos Omega 3, antioxidantes (vitamina C, vitamina E, betacarotenos, carotenoides, flavonoides y selenio), así como L-carnitina y ácido lipoico. También señala que las dietas con triglicéridos de cadena media pueden ofrecer un efecto protector sobre el cerebro, mientras que los piensos de baja calidad podrían aumentar el riesgo de deterioro cognitivo.
- Tratamiento farmacológico. Los medicamentos se prescriben según la evolución del cuadro y las necesidades del perro, siempre bajo control veterinario.
Vivir con un perro con demencia senil
Con cuidados adecuados, atención constante y una alimentación diseñada para proteger su cerebro, un perro con SDC puede mantener una vida más cómoda y digna.
La clave está en la detección temprana y en entender que esos comportamientos inusuales no son una cuestión de disciplina, sino una enfermedad real que merece empatía y tratamiento. Como concluye Jorge Cruz: “No se trata de curar, sino de ofrecer bienestar y acompañar al animal en su etapa más vulnerable”.
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