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El camino hacia la élite deportiva es una senda de sacrificio, disciplina y una fortaleza mental inquebrantable. Para un atleta paralímpico, este camino se duplica en exigencia, al tener que superar no solo a los rivales, sino también las barreras impuestas por una discapacidad. Pero, ¿qué ocurre cuando a esta ecuación se le suma un tercer factor de discriminación? Para las mujeres en el deporte adaptado, la lucha es triple. Se enfrentan a los desafíos de su disciplina, a los obstáculos de su discapacidad y a la persistente brecha de género que todavía impregna el mundo del deporte. Su victoria, por tanto, es siempre doble.
En España, contamos con una generación de deportistas extraordinarias que no solo acumulan medallas, sino que están derribando muros y abriendo camino para las que vendrán. Son mujeres que han convertido su "doble vulnerabilidad" en una doble fortaleza, convirtiéndose en referentes indispensables no solo del deporte, sino del feminismo y la inclusión.
La doble barrera: ser mujer y tener una discapacidad
Las deportistas con discapacidad se enfrentan a una intersección de discriminaciones. Por un lado, sufren los mismos problemas que sus compañeros varones: la falta de visibilidad mediática del deporte adaptado en comparación con el olímpico, la dificultad para encontrar patrocinios y la escasez de recursos. Pero a todo ello, se le suman las barreras de género.
- Menor visibilidad y reconocimiento: Si el deporte paralímpico masculino es minoritario, el femenino es prácticamente invisible para el gran público. Sus logros reciben una cobertura mediática aún menor, lo que dificulta la obtención de patrocinadores y el reconocimiento social.
- Estereotipos de género: Se enfrentan a prejuicios que cuestionan su capacidad en disciplinas asociadas a la fuerza o la resistencia. A menudo, se infantiliza su esfuerzo o se pone el foco en su historia de "superación" personal en lugar de en su excelencia como atletas.
- Dificultades de conciliación: Al igual que en otros ámbitos, la carga de los cuidados familiares sigue recayendo de forma desproporcionada sobre ellas, lo que supone un obstáculo añadido para la dedicación que exige el alto rendimiento.
Gema Hassen-Bey, la pionera que sube montañas
Pocas figuras encarnan la lucha y la resiliencia como Gema Hassen-Bey. Esgrimista, comunicadora y aventurera, fue la primera deportista española en silla de ruedas en participar en unos Juegos Paralímpicos (Barcelona '92). Su palmarés incluye cinco participaciones paralímpicas y varias medallas, pero su verdadero legado trasciende la esgrima.
Tras retirarse de la alta competición y del deporte adaptado, Gema no colgó el espíritu de superación. Se embarcó en retos deportivos extremos para dar visibilidad a la discapacidad y recaudar fondos para la investigación. Su proyecto más icónico fue el ascenso al Monte Teide en handbike, una hazaña de una dureza sobrehumana que la convirtió en un símbolo de que los únicos límites son los que nos autoimponemos.
Hoy, Gema es una de las voces más potentes en la defensa de la inclusión y la diversidad. A través de sus charlas y su fundación, inspira a miles de personas, demostrando que una silla de ruedas no es un final, sino un punto de partida para conquistar nuevas cimas.
Loida Zabala, la fuerza que rompe estereotipos
Si hay un deporte adaptado donde los estereotipos de género han pesado como una losa, ese es la halterofilia. Loida Zabala ha dedicado su carrera a pulverizar esos prejuicios con cada levantamiento. Nacida en Losar de la Vera (Cáceres), una lesión medular a los 11 años la dejó en silla de ruedas, pero no frenó su espíritu competitivo.
Encontró en la halterofilia adaptada (levantamiento de peso en press de banca) la disciplina perfecta para canalizar su fuerza. Su trayectoria es un ejemplo de constancia y trabajo duro. Ha participado en cuatro Juegos Paralímpicos, ha sido campeona de España en innumerables ocasiones y se ha consolidado como una de las mejores levantadoras de peso del mundo en su categoría.
La lucha de Loida no ha sido solo contra la barra y los kilos, sino también contra la incomprensión. Ha tenido que explicar mil veces que su deporte es técnico, seguro y que no tiene nada que ver con los estereotipos de una masculinidad mal entendida. Con su sonrisa y su determinación, Loida ha demostrado que la fuerza no tiene género y se ha convertido en un referente indispensable para que otras niñas y mujeres se atrevan a practicar deportes de fuerza sin complejos.
Una victoria que es de todas
Las historias de Gema, Loida y tantas otras deportistas paralímpicas son mucho más que crónicas deportivas. Son lecciones de vida que nos enseñan sobre la resiliencia, la importancia de la representación y la necesidad de seguir luchando por una sociedad verdaderamente inclusiva.
Cada medalla que ganan, cada barrera que derriban, no es solo un triunfo personal. Es una victoria colectiva que nos acerca un poco más a un mundo donde el talento y el esfuerzo sean los únicos criterios que importen, por un deporte adaptado sin importar el género o la capacidad.
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