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Los caballos han acompañado al ser humano durante siglos, no solo como medio de transporte o símbolo de nobleza, sino también como aliados en el ámbito terapéutico. En Gijón, la Fundación Eduardo Kocina ha dado un paso más allá en este vínculo ancestral al desarrollar un programa de equinoterapia que beneficia a personas con distintos tipos de discapacidad.
El poder transformador de la equinoterapia
Desde hace siglos, el caballo ha estado al lado del ser humano, no solo por su fuerza o elegancia, sino también por su valor terapéutico. En Gijón, la Fundación Eduardo Kocina aprovecha ese potencial a través de un programa de equinoterapia en Las Mestas. Esta iniciativa ofrece a personas con discapacidad una forma de mejorar su bienestar físico, emocional y social mediante el contacto directo con los caballos.
Cada sesión de equinoterapia se diseña teniendo en cuenta las necesidades específicas de quienes participan. El objetivo principal es mejorar su calidad de vida, promoviendo la movilidad, el equilibrio y la coordinación. No se trata de una terapia genérica, sino de una intervención adaptada al nivel de respuesta motora y sensorial de cada persona.
Por eso, los profesionales implicados evalúan con detalle el punto de partida de cada usuario, para trazar un plan que les ayude a avanzar paso a paso.
Mucho más que ejercicio
El valor terapéutico del caballo no se limita al trabajo físico. Su forma de caminar, rítmica y tridimensional, produce una serie de estímulos que imitan el patrón de la marcha humana. Este movimiento beneficia especialmente a personas con parálisis cerebral, esclerosis múltiple o trastornos del espectro autista.
Tal como ha comentado Marisol Mesa, directora de la Fundación, la equinoterapia permite a los usuarios adquirir una mejor postura, incrementar su equilibrio y fortalecer su capacidad de concentración.
Por otro lado, varios estudios respaldan los efectos positivos de la equinoterapia en pacientes con alteraciones neurológicas. Se han documentado avances en el control postural, la propiocepción e incluso una reducción de la espasticidad muscular.
En niños con autismo, por ejemplo, también se ha observado una mejora significativa en la interacción social y la autorregulación emocional tras semanas de trabajo con caballos.
Además de estos beneficios físicos y sensoriales, los cambios emocionales son notables. Los usuarios desarrollan vínculos con los animales, lo que contribuye a disminuir la ansiedad y a mejorar su autoestima.
Historias de superación
Los logros alcanzados por algunos participantes han superado las expectativas iniciales. Hay casos de personas que llegaron con dificultades graves para caminar y que, con el paso del tiempo, han ganado autonomía en su desplazamiento.
Otros, que apenas se comunicaban, han empezado a interactuar con mayor naturalidad, mostrando señales de conexión emocional con el entorno.
La experiencia en Las Mestas demuestra que la equinoterapia no es solo una moda, sino una alternativa terapéutica eficaz que potencia la inclusión y la esperanza.
Gracias al compromiso de la Fundación Eduardo Kocina, los caballos se han convertido en puentes hacia una vida más plena para muchas personas.
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