
Lectura fácil
Desde el pasado 28 de junio, España dio un paso de gigante en materia de derechos civiles, un avance que, aunque formalizado en el Boletín Oficial del Estado, se sentirá en el día a día de millones de personas. La entrada en vigor de la Ley de Accesibilidad Universal marca un punto de inflexión, un antes y un después en la forma en que la sociedad concibe la inclusión. Y no, no hablamos solo de rampas.
Imagina no poder pedir una cita médica online porque el botón de "confirmar" es invisible para el lector de pantalla que usas por tu ceguera. Piensa en un padre mayor que quiere llevar a sus nietos al cine pero abandona la idea, frustrado, porque la web de compra de entradas es un laberinto indescifrable de menús desplegables y temporizadores. Imagina a una persona con discapacidad auditiva renunciando a un curso online porque los vídeos no tienen subtítulos.
Estas no son situaciones hipotéticas. Son las barreras cotidianas y agotadoras a las que se enfrentan millones de personas en España. Son los muros invisibles que la nueva Ley de Accesibilidad Universal pretende derribar, estableciendo que la accesibilidad no es un favor ni un acto de caridad, sino una condición indispensable para una vida digna y autónoma.
El verdadero significado de la accesibilidad
Cuando se habla de accesibilidad, la imagen mental más común es la de una rampa junto a una escalera. Es una imagen importante, pero terriblemente incompleta. La nueva Ley de Accesibilidad Universal obliga a la sociedad a ampliar su perspectiva y a entender la accesibilidad en todas sus dimensiones:
- Accesibilidad Física: La más evidente. Abarca la eliminación de barreras arquitectónicas en edificios, transportes y espacios públicos para garantizar la movilidad de personas en silla de ruedas, con carritos de bebé o con movilidad reducida.
- Accesibilidad Sensorial: Fundamental para personas con discapacidad visual o auditiva. Implica que las páginas web tengan buen contraste de color y sean compatibles con lectores de pantalla, que los vídeos contengan subtítulos y audiodescripción, o que los espacios públicos dispongan de bucles magnéticos para personas con audífonos.
- Accesibilidad Cognitiva: Quizás la barrera más invisible y extendida. Se trata de hacer la información y los procesos fáciles de entender para todos. Esto incluye el uso de Lectura Fácil en documentos importantes, una señalética clara con pictogramas en estaciones o centros de salud, y un diseño de aplicaciones y webs que sea intuitivo y sin pasos innecesarios.
"Internet debería ser la herramienta más inclusiva de la historia, pero para miles de personas ciegas o con baja visión, hoy es un laberinto de barreras frustrantes", explica María Fernández, portavoz de la ONCE. "Cada vez que nos encontramos con una web de un banco o de una administración que no podemos usar, se nos está negando un servicio. Esta ley nos da la llave para exigir que se construyan las puertas de acceso a un mundo digital que también es nuestro".
Una Ley de Accesibilidad Universal para vivir en igualdad: la visión de los protagonistas
La norma no es solo un manual técnico, es la culminación de décadas de lucha del tejido asociativo. Desde Plena Inclusión, organización que defiende los derechos de las personas con discapacidad intelectual o del desarrollo, lo tienen claro. "La accesibilidad cognitiva no es 'simplificar para tontos', es respetar el derecho de cada persona a comprender el mundo que le rodea y a tomar sus propias decisiones", afirma Carlos Sánchez, su responsable de Inclusión Social. "Significa poder entender un contrato de alquiler, una receta médica o el programa de las fiestas de tu pueblo. Es la puerta de entrada a la participación ciudadana y a una vida independiente".
Esta visión es compartida por el Comité Español de Representantes de Personas con Discapacidad (CERMI), que ha sido uno de los grandes impulsores de la Ley de Accesibilidad Universal. Su presidenta, Isabel García, lo enmarca en un contexto de derechos fundamentales. "Esta ley no es un regalo. Es la materialización de un derecho fundamental y una deuda histórica que la sociedad tenía con el 10 % de su población", asevera. "Ser accesible no es una opción, es una obligación democrática. Además, es una inversión inteligente. Una sociedad accesible es más productiva, porque permite que todo el talento participe, y genera más riqueza, porque las personas con discapacidad y sus familias también consumen, viajan y disfrutan del ocio si se eliminan las barreras que hoy se lo impiden".
¿Qué cambia?
La Ley de Accesibilidad Universal obliga a que todos los productos, bienes y servicios a disposición del público sean accesibles. Esto tendrá implicaciones muy concretas en el día a día:
- Las páginas web y aplicaciones móviles de empresas que presten servicios al público (banca, seguros, transporte, comercio electrónico) deberán cumplir con las normas europeas de accesibilidad.
- Los cajeros automáticos, terminales de pago y máquinas de expedición de billetes deberán ser accesibles para personas con diferentes capacidades.
- Los libros electrónicos y sus lectores deberán ser compatibles con productos de apoyo como los lectores de pantalla.
- La atención al cliente deberá ofrecer canales de comunicación accesibles, como la videointerpretación en lengua de signos o los sistemas de mensajería instantánea.
El incumplimiento de la norma acarreará sanciones, lo que dota a la ley de la fuerza necesaria para impulsar un cambio real y tangible.
En definitiva, la nueva Ley de Accesibilidad Universal propone un nuevo contrato social. Nos empuja a diseñar pensando en todos desde el principio, bajo el paraguas del Diseño Universal. Porque una rampa también la usa un repartidor con un carro, unos subtítulos los activa cualquiera en un ambiente ruidoso, y una web bien estructurada mejora la experiencia de todos los usuarios.
España no será un país más fácil solo para las personas con discapacidad; será un país mejor diseñado, más inteligente y, sobre todo, más justo para todos.
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