Lectura fácil
Una investigación internacional liderada por la Estación Biológica de Doñana (EBD-CSIC) junto con la Universidad de Aarhus (Dinamarca) ha resuelto un enigma que llevaba décadas intrigando a los científicos: el nóctulo grande (Nyctalus lasiopterus), el mayor murciélago de Europa, es capaz de cazar pequeñas aves migratorias mientras vuelan de noche. Este descubrimiento, publicado en la revista Science, ofrece una nueva visión de las complejas relaciones ecológicas entre murciélagos y aves, y demuestra una sorprendente adaptación de este depredador aéreo.
Gracias al uso de tecnología de seguimiento avanzada y a la infraestructura científica de la Reserva Biológica de Doñana (ICTS Doñana), los investigadores han logrado registrar por primera vez cómo estos mamíferos localizan, persiguen, capturan y consumen presas aviares en vuelo.
La pista que dejaron las plumas sobre el murciélago europeo
El grupo de investigación de la EBD-CSIC lleva más de veinte años estudiando esta especie forestal, notoriamente difícil de seguir debido a sus hábitos nocturnos y su movilidad. Ya hace décadas, los científicos habían encontrado en los excrementos del nóctulo restos de plumas durante las épocas de migración primaveral y otoñal. Aquello sugería algo insólito: estos murciélagos, a diferencia de sus parientes europeos consumidores de insectos, podrían estar capturando pájaros.
Carlos Ibáñez, investigador de la EBD-CSIC, recuerda cómo esa hipótesis fue recibida con escepticismo. “Sabíamos que el nóctulo grande caza en vuelo, pero algunos pájaros migratorios tienen hasta la mitad de su peso. Parecía imposible que pudiera atraparlos en el aire sin perder estabilidad”, explica. Los análisis de ADN y de isótopos estables realizados años después confirmaron que, efectivamente, el murciélago europeo consume aves de hasta 31 especies distintas. Faltaba, sin embargo, demostrar cómo lo hacían.
La clave llegó con el desarrollo de diminutos dispositivos electrónicos diseñados por la Universidad de Aarhus. Estos registradores, capaces de captar sonido (incluidos los ultrasonidos), altitud y movimientos, eran lo bastante ligeros para no interferir con el vuelo del murciélago. Los ejemplares equipados con estos aparatos pertenecían a una colonia de Doñana controlada mediante un sistema de cajas-refugio inteligentes: cada animal lleva un microchip que permite detectar su entrada y salida y enviar alertas al equipo investigador.
“Escuchar por primera vez las grabaciones fue como volar con ellos”, relata Elena Tena, autora principal del estudio. “Oíamos el batir de las alas, el entorno sonoro de la marisma y hasta el momento exacto del ataque”.
Una persecución en el cielo nocturno
En total, los dispositivos registraron más de 600 interacciones de caza. La mayoría correspondían a ataques rápidos sobre insectos, pero dos casos destacaron por su comportamiento inusual: esta especie de murciélago ascendió a más de 400 metros y comenzaron una persecución prolongada. Los patrones de ultrasonido indicaban una misma presa seguida durante todo el vuelo.
En uno de esos episodios, las grabaciones concluyeron con 21 llamadas de alarma de un ave, seguidas por 23 minutos de sonidos de masticación. Era la confirmación directa: el nóctulo había capturado y devorado al pájaro en pleno vuelo. La presa fue identificada más tarde, comparando sus vocalizaciones con un banco de sonidos, como un petirrojo europeo (Erithacus rubecula), una especie migratoria muy común en la península ibérica.
Los investigadores también hallaron ADN del nóctulo grande en restos de alas de aves encontradas en zonas donde el murciélago europeo es habitual durante las migraciones. Esto sugiere que, tras atrapar a las aves, las desmiembran parcialmente en el aire, separando las alas para facilitar la ingestión.
El comportamiento defensivo de las aves, que consiste en dejarse caer en picado para eludir al depredador, es similar al que muestran durante el día ante halcones. “De momento solo tenemos dos casos observados con precisión, pero confirman que esta táctica de caza existe y se repite”, destaca Tena. “Estamos ante una estrategia evolutiva extremadamente sofisticada”.
Implicaciones para la conservación
Más allá del asombro que provoca el descubrimiento, las conclusiones del estudio son relevantes para la conservación del nóctulo grande, una especie catalogada como vulnerable en España y a nivel global. Su supervivencia se ve amenazada por la pérdida de hábitat forestal, la competencia con especies invasoras y la mortalidad provocada por los parques eólicos. Comprender su ecología y hábitos alimentarios es vital para diseñar políticas de protección efectivas.
Carlos Ibáñez subraya el papel de la infraestructura de Doñana: “Sin el seguimiento a largo plazo y sin las cajas-refugio conectadas, este hallazgo no habría sido posible. Es un ejemplo de cómo la tecnología aplicada con paciencia y constancia puede revelar aspectos desconocidos de la vida silvestre”.
Una ventana al comportamiento invisible
El estudio no solo documenta un comportamiento alimentario único en el murciélago europeo, sino que también amplía el conocimiento sobre la compleja interacción entre depredadores nocturnos y aves migratorias. En un cielo nocturno que aún guarda muchos secretos, el nóctulo grande se revela como un cazador silencioso y preciso, capaz de desafiar las leyes de la aerodinámica para capturar a sus presas en las alturas.
Para la ciencia y la conservación, este descubrimiento marca un antes y un después: demuestra que incluso las especies más conocidas todavía pueden sorprendernos cuando la tecnología y la perseverancia se unen para mirar más de cerca lo que ocurre en la oscuridad.
Añadir nuevo comentario