El Estado de los tiranos y los tiranizados

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21/01/2020 - 11:25
Hegel, el filósofo imprescindible del idealismo

Lectura fácil

Decía Friedrich Hegel que el pueblo es aquella parte del Estado que no sabe lo que quiere, y no sabe lo que quiere, precisamente, por interés del propio Estado.

El poder necesita de ignorancia y desorden para seguir subsistiendo

Esa es de hecho, la base de la dialéctica del amo y el esclavo. Profundizando en esta tesis y si observamos nuestro alrededor, comprenderemos que vivimos en una sociedad de obedientes, carente de responsabilidad individual y donde el rebaño sigue cautelosamente las normas dictadas, sean o no compatibles con su proyecto vital. Quizá podamos entender que necesitemos un regulador para mantener el orden social, como el esclavo puede llegar a pensar en la necesidad de su amo para subsistir. Es totalmente respetable, pero ¿puede que ese pensamiento sea una consecuencia más de los intereses del propio Estado?

Es evidente que, como sociedad, hemos optado por perder la libertad individual frente a la libertad colectiva, empujados indudablemente por las diferentes formas de poder que han manejado las naciones. Actualmente, es el Estado el que decide cómo distribuir nuestra riqueza y nuestras libertades, y dejando a un lado la tremenda injusticia moral que supone, deja efectos secundarios reales y muy nocivos para el propio desarrollo.

En primer lugar, conduce a una pérdida absoluta de incentivos. Carece de sentido esforzarse al máximo, si el valor obtenido por el mismo, es inmediatamente cercenado por un tercero. ¿Para qué crear riqueza para otros? La solidaridad debe ser siempre voluntaria, nunca impuesta, porque si es impuesta por un tercero -Estado- conduce, inexorablemente, a una destrucción total de valor. Y eso es lo que está pasando, estamos creando sociedades “zombies” donde muchas personas que quieren emprender, crear, desarrollar, eligen no hacerlo. 

Lo mismo pasa en una relación amo y esclavo

Como bien interpretó Hegel, las personas que viven coaccionadas, trabajan por miedo, no por búsqueda de creación de valor. Por tanto, debido a este sometimiento, para muchos invisible, el Estado está obligando a la sociedad a trabajar para él. Y es así, pasamos la mitad del año literalmente trabajando para cubrir los gastos del Estado, hasta el denominado “día de la liberación fiscal” (4 de julio en España).

Inherentemente, nos estamos dejando llevar por el miedo y así, estamos dejando de emprender, crear o desarrollar. ¿Para qué arriesgar? Cuantas veces me habré hecho esa pregunta.

Lo que estamos consiguiendo es que cada vez seamos más dependientes del sistema y, por tanto, cada vez estemos más necesitados del mismo.

Sin embargo, el amo también termina dependiendo del esclavo para su propia supervivencia, dejando una relación contraproducente para ambas partes. De esta manera, como decíamos al principio, el Estado necesita que el pueblo no sea consciente y, para ello, nos hace creer que somos más dependientes del mismo que él de nosotros. Y lo consigue creando la mayor y más dañina mentira del siglo XX, el “sistema de bienestar” donde servicios tan básicos como la sanidad, educación o pensiones son sólo posibles gracias al regulador. Es una falacia tan insostenible que sólo se mantiene por la ignorancia de la sociedad, ignorancia fomentada y potenciada por el propio poder. Tiranos y tiranizados.

El Estado es un enemigo de la libertad, y tenemos que tratar de reducirlo al máximo devolviendo las competencias a la sociedad, de tal manera que podamos desarrollar nuestro talento sin miedo a la coacción y a través de la libre asociación. Solo así podremos ver el verdadero potencial del ser humano, si hemos sido capaz de prosperar con toda la coacción histórica, imaginaros sin ella.

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