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Miles de personas con movilidad reducida en España viven atrapadas en sus propios hogares debido a la falta de ascensores en los edificios antiguos. Mientras las nuevas construcciones incluyen accesibilidad, muchos ciudadanos mayores, personas con discapacidad y con movilidad reducida se enfrentan cada día a escaleras que les impiden salir, vivir con autonomía y mantener una vida social activa.
La realidad de vivir sin ascensor en España
Miles de personas mayores, personas con discapacidad y personas con movilidad reducida en España enfrentan una situación difícil: permanecer encerradas en sus casas porque los edificios donde residen no cuentan con ascensor. Este problema no se limita a unas pocas ciudades; es una realidad que afecta prácticamente a todas las localidades del país.
Aunque los edificios de nueva construcción suelen incluir ascensores para garantizar la accesibilidad, muchos edificios antiguos continúan sin estas medidas básicas. Esto convierte las escaleras en un obstáculo insalvable para quienes tienen movilidad reducida, afectando directamente su calidad de vida.
Personas con movilidad reducida atrapadas en sus hogares
Con el paso de los años, las dolencias físicas y la pérdida de movilidad hacen que subir y bajar escaleras sea complicado, e incluso imposible, para algunas personas mayores. Lo mismo ocurre con las personas con movilidad reducida y aquellas con discapacidad: enfrentan un día a día limitado por la falta de accesibilidad en sus viviendas. En casos extremos, algunas personas acumulan meses, o incluso años, sin poder salir de casa.
Esta situación genera un aislamiento social significativo. Personas que antes podían moverse con relativa libertad se ven confinadas en sus domicilios por un problema que podría solucionarse con un ascensor o con pequeñas adaptaciones en el edificio.
Normativa y desafíos para la accesibilidad
En 2021, el Gobierno de España modificó la Ley de Propiedad Horizontal para obligar la instalación de ascensores en comunidades donde residan personas mayores de 70 años, personas con discapacidad o personas con movilidad reducida. A pesar de esta normativa, muchos edificios aún no cumplen con la obligación, dejando a miles de ciudadanos atrapados en sus casas.
El retraso en la ejecución de obras, la complejidad técnica y los costes asociados son algunas de las razones por las que la instalación de ascensores se retrasa, afectando directamente a quienes más lo necesitan.
Testimonios que visibilizan el problema
El problema de la falta de accesibilidad sigue siendo una “realidad invisible” para la sociedad. Sin embargo, organizaciones y medios de comunicación han recogido testimonios que muestran el alcance de esta situación. Por ejemplo, en Bizkaia varias personas con movilidad reducida explican cómo pasan días sin poder salir de sus hogares debido a la ausencia de ascensores y otros elementos de accesibilidad.
Un caso concreto es el de Tomi Sánchez, vecina de Bilbao, quien vive en un quinto piso y tiene movilidad reducida debido a una poliomielitis sufrida en su juventud. Aunque está aprobada la instalación de un ascensor en su edificio, las obras llevan retraso de más de dos años. Mientras tanto, Tomi solo sale de su casa en casos imprescindibles, un reflejo del problema que enfrentan muchas otras personas con movilidad reducida en España.
La situación descrita no es aislada. Miles de ciudadanos españoles con movilidad reducida continúan viviendo en edificios inaccesibles. Esta realidad afecta no solo a su movilidad, sino también a su bienestar emocional, autonomía y vida social.
Esta ausencia de ascensores en edificios antiguos sigue siendo un obstáculo diario, recordando la necesidad de impulsar soluciones más rápidas y efectivas para garantizar que todas las personas puedan vivir con independencia y dignidad.
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