Lectura fácil
Tener trabajo ya no garantiza seguridad económica para los jóvenes españoles. En 2024, el 30 % de la población juvenil está en riesgo de pobreza o exclusión social, y las mujeres menores de 30 años son las más afectadas, según el Observatorio de Emancipación del Consejo de la Juventud de España.
La vulnerabilidad juvenil en España da lugar a la pobreza
A finales del primer semestre de 2024, aproximadamente el 30 % de los jóvenes en España se encontraba en riesgo de pobreza o exclusión social, según el Observatorio de Emancipación del Consejo de la Juventud de España.
Aunque esta cifra apenas ha disminuido un punto porcentual respecto a 2023, refleja la dificultad de la juventud para alcanzar una vida digna, autónoma y estable. En este escenario, los jóvenes se sitúan como el segundo grupo más afectado por la precariedad, solo por detrás de la infancia.
Tener un trabajo ya no asegura protección frente a situaciones de vulnerabilidad entre los menores de 30 años. El informe indica que el 18,8 % de los jóvenes con empleo sigue en riesgo de pobreza. Esta proporción supera en casi cinco puntos la registrada en 2009 y demuestra que el mercado laboral ha perdido capacidad para proteger frente a la exclusión, incluso en un período de crecimiento del salario medio y disminución del desempleo juvenil.
Entre los jóvenes que no tienen empleo, la situación se vuelve aún más grave: más del 50 % vive por debajo del umbral, duplicando la media del conjunto de la población. Esto evidencia que la falta de trabajo agrava de manera directa las condiciones de vida y limita las oportunidades de independencia económica.
Mujeres jóvenes y doble vulnerabilidad
La desigualdad se hace más evidente al analizar los datos por género. La tasa de riesgo de pobreza alcanza el 31,1% entre las mujeres jóvenes, frente al 28,9 % de los hombres. Esta diferencia se intensifica entre quienes tienen menos estudios. Además, persiste una brecha salarial significativa: los hombres jóvenes perciben de media 1.929 euros más al año que sus compañeras, lo que equivale a más de una mensualidad.
Pese a los recientes aumentos salariales, la desigualdad continúa y refuerza situaciones de discriminación estructural, dejando a muchas mujeres jóvenes en una situación de vulnerabilidad persistente.
Educación y empleo tardío
La incorporación al mercado laboral de los jóvenes se ha retrasado, con una tasa de empleo entre los 16 y los 29 años 15 puntos porcentuales inferior a la de 2007. Esto implica que quienes se jubilen en 2065 y solo hayan cotizado 30 años tendrán que retrasar su jubilación hasta los 71 años para mantener su nivel de vida previo.
Aunque los ingresos han aumentado —el salario mediano juvenil creció un 11,4 % en 2024, alcanzando los 14.046 euros anuales— este incremento no es suficiente para reducir la vulnerabilidad. Un porcentaje significativo de jóvenes carece de ingresos propios y muchos hogares jóvenes no cuentan con personas ocupadas, lo que mantiene alta la exposición a este problema.
Un reto estructural
El riesgo de pobreza afecta al 33,1 % de los jóvenes inactivos, aquellos que ni estudian ni trabajan. Además, los datos muestran diferencias por edad: el 31,2 % de los jóvenes entre 16 y 24 años está en riesgo, mientras que entre los de 25 a 29 años la cifra baja al 27,7 %.
La educación se confirma como un factor clave: a mayor nivel formativo, menor es la probabilidad de enfrentar pobreza. Sin embargo, la precariedad estructural, los precios de la vivienda y la dinámica del mercado laboral continúan limitando las posibilidades de emancipación. A pesar de los avances en algunos indicadores, la juventud española sigue enfrentando un desafío persistente para lograr seguridad económica y estabilidad social.
 
 
 
Añadir nuevo comentario