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Palabras como inteligencia artificial, era digital o ciberseguridad se han ido convirtiendo en habituales de nuestro día a día y han transformado la manera en que se obtiene y gestiona la información, entre ella, la información personal. En un presente donde los datos personales son una materia prima de enorme valor, contratar protección de datos en ONGs y fundaciones se ha convertido no solo en una obligación legal, sino en un deber ético ineludible.
Las organizaciones del Tercer Sector gestionan diariamente información personal de personas en situación de vulnerabilidad, así como de socios, donantes, voluntarios y trabajadores. Esta realidad exige que su compromiso social se extienda también al ámbito digital. Teniendo en cuenta que, según estudios como ‘Radiografía del Tercer Sector Social en España: retos y oportunidades en un entorno cambiante’ o el ‘Directorio del Tercer Sector de Acción Social (POAS)’ existen unas 30.000 ONGs y fundaciones en España con una financiación de 10.500 millones de euros, el sector es el primero que debe exigirse responsabilidad.
Con la ayuda de la empresa de protección de datos Grupo Atico34, exploramos por qué la protección de datos en ONGs debe formar parte del ADN ético de toda fundación, institución u organización que aspire a actuar con coherencia en la era de los macrodatos sociales.
Compromiso social también significa compromiso con la privacidad
Las ONGs y fundaciones nacen con una misión: transformar el mundo, proteger derechos y apoyar a los colectivos más desfavorecidos. Pero en ese proceso, recogen y tratan información que puede ser extremadamente sensible: desde datos médicos y sociales, hasta creencias religiosas, orientación sexual o situación legal de los beneficiarios.
Estos datos no solo son registros administrativos: representan la identidad y la dignidad de las personas a las que atienden. Una filtración, un uso indebido o un acceso no autorizado puede poner en peligro su bienestar, su intimidad o incluso su seguridad física. Por eso, contratar protección de datos en ONGs no es un mero trámite normativo: es una forma concreta de cuidar a quienes más necesitan apoyo.
Además, muchas de estas organizaciones trabajan con colectivos que ya han sufrido exclusión, estigmatización o abusos. Si no se garantizan las condiciones adecuadas de privacidad y confidencialidad, se corre el riesgo de revictimizar a esas personas. ¿Puede una organización social permitirse eso éticamente? Claramente no.
De ahí que cada vez más fundaciones incorporen la protección de datos dentro de sus planes estratégicos, entendiendo que es parte integral de su misión y no un añadido externo. La privacidad es un derecho fundamental, y protegerla es una forma de defender la dignidad humana.
En la era del Big Data, la ética exige responsabilidad digital
La llegada del Big Data ha cambiado radicalmente la forma en que las organizaciones gestionan la información. Hoy en día, cada formulario, donación online, boletín informativo o interacción en redes sociales genera un rastro digital. Y ese rastro puede ser aprovechado por terceros con fines comerciales, políticos o incluso discriminatorios.
Las ONGs, aunque no operen con ánimo de lucro, forman parte de ese ecosistema de datos. Muchas utilizan herramientas tecnológicas complejas (como CRMs para donantes, plataformas de captación o formularios online) que, si no se configuran adecuadamente, pueden estar compartiendo datos con terceros sin el conocimiento del usuario.
Por eso es crucial que estas entidades cuenten con asesoramiento especializado para cumplir con la Ley Orgánica de Protección de Datos y Garantía de los Derechos Digitales (LOPDGDD) y el Reglamento General de Protección de Datos (RGPD). Tal y como señalan desde Grupo Atico34 esto incluye:
- Tener una base jurídica clara para cada tratamiento.
- Informar adecuadamente a las personas sobre sus derechos.
- Aplicar medidas de seguridad eficaces.
- Gestionar adecuadamente los consentimientos.
- Evaluar los riesgos cuando se manejan datos sensibles.
Aquí es donde vuelve a ser fundamental contratar privacidad digital en ONGs, no sólo para evitar sanciones, sino para tomar decisiones responsables sobre el uso de la tecnología y el manejo de la información. En este sentido, contratar la protección de datos en ONGs con expertos como Grupo Atico34 permite no solo cumplir con la normativa, sino adoptar una cultura organizacional centrada en la ética digital.
No debemos olvidar que la información personal es poder. Y con el poder, viene la responsabilidad. Una ONG que promueve la justicia social no puede ignorar las implicaciones de cómo gestiona los datos. Hacerlo sería una contradicción ética.
Transparencia, confianza y reputación: el valor de proteger los datos personales
En el ámbito social, la confianza lo es todo. Las ONGs dependen del respaldo de socios, donantes, voluntarios y ciudadanía. Una brecha de datos puede tener un impacto demoledor en su imagen pública y en su capacidad para recaudar fondos o atraer apoyo.
Cada vez más personas exigen a las organizaciones que sean transparentes, responsables y respetuosas con su privacidad. Y es lógico: si donas a una causa solidaria, esperas que tu información no termine en una lista de publicidad o, peor aún, en manos de terceros no autorizados.
Por eso, contratar la gestión de datos en entidades sociales es también una inversión en reputación. No se trata sólo de evitar sanciones (aunque también: la AEPD puede imponer multas elevadas incluso a entidades sin ánimo de lucro), sino de reforzar el vínculo de confianza con la sociedad.
Además, las organizaciones que protegen bien los datos están mejor preparadas para adaptarse a futuros cambios legislativos, tecnológicos o sociales. Tienen una estructura sólida, procesos claros y protocolos de actuación que las hacen más resilientes. Y, sobre todo, están alineadas con los principios de justicia, transparencia y respeto que predican.
En definitiva, la coherencia entre lo que se dice y lo que se hace empieza en los pequeños detalles. Y proteger los datos de quienes confían en ti, aunque sea invisible, es una de las formas más concretas de hacer el bien.
Protección de datos por legalidad, ética y estrategia
En un entorno donde los datos son omnipresentes y las amenazas a la privacidad se multiplican, contratar protección de datos en fundaciones y organizaciones sociales no es una opción: es una exigencia ética, legal y estratégica. No basta con tener buenas intenciones; hay que tener también buenas prácticas.
Con el acompañamiento experto de Grupo Atico34, cualquier organización del tercer sector puede dar este paso con seguridad, responsabilidad y coherencia. Porque cuidar los datos es cuidar a las personas. Y en el mundo social, nada es más importante que eso.
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